Cuestionado ex presidente de Cataluña: "No soy un corrupto"
Cuestionado ex presidente de Cataluña: "No soy un corrupto"

 

Barcelona, España (DPA)

El ex presidente de Cataluña Jordi Pujol defendió hoy el origen lícito de la fortuna que ocultó durante 34 años en paraísos fiscales en una comparecencia histórica y muy tensa en el Parlamento de la región del noreste de España.

"Puedo afirmar que no he sido un político corrupto (...) Nunca he cobrado nada, salvo mi sueldo como presidente", dijo en respuesta a las sospechas que se ciernen sobre él por el posible cobro de comisiones ilegales durante sus 23 años al frente del gobierno de Cataluña.

El histórico dirigente catalán, de 84 años, provocó el 25 de julio un terremoto político en España al confesar haber ocultado el dinero de una herencia durante más de tres décadas. Casi todos los grupos parlamentarios de Cataluña pidieron su comparecencia en la Cámara regional para explicar el fraude.

En ella, y ante una gran expectación mediática, Pujol dejó hoy sin respuesta muchas de las preguntas que le lanzaron sobre la cantidad defraudada, las posibles comisiones ilegales cobradas en su entorno, la tenencia de otras cuentas en el extranjero o el origen de la fortuna de su familia, con dos de sus hijos investigados por corrupción.

"Hay un punto de querer mezclarlo todo para crear una sensación de malestar y culpabilidad contra mí y contra Convergència", dijo el histórico ex dirigente visiblemente enfadado aludiendo a la federación de la que fue cofundador, CiU, y que gobierna ahora en Cataluña con Artur Mas a la cabeza.

Su tono airado molestó a los portavoces de los grupos parlamentarios, que criticaron con dureza su falta de claridad y de respuestas.

"Si yo no dejo ni que me riña mi padre, menos se lo permito a usted", le llegó a decir el joven Albert Rivera, del grupo Ciutadans.

UN MILLÓN DE DÓLARES
Pujol subrayó que el dinero oculto en el extranjero procedía de una herencia que le legó su padre, un importante banquero de la región que, según Pujol, decidió sacarlo de España "por miedo" en los años de la dictadura de Francisco Franco (1939-1975).

"Es una historia larga y debo contarla entera. Demuestra que no hubo corrupción ni trato de favor detrás de ese dinero", destacó el ex líder catalán.

Por primera vez cuantificó el legado en 140 millones de pesetas del año 80 (aproximadamente un millón de dólares), que fueron aumentando progresivamente a causa de las diversas devoluciones que sufrió la moneda que entonces tenía España. Algunos medios hablaron de una cantidad mucho mayor.

"La existencia de dinero en el extranjero puede ser criticada, pero no presupone que el origen de ese dinero sea ilícito o proceda del erario público", dijo.

¿HABLÓ ANTES CON RAJOY?
La confesión de Pujol tiene lugar en un momento clave para el proceso soberanista lanzado en Cataluña por el que se considera su "heredero político", el presidente del Ejecutivo regional, Artur Mas.

¿Por qué decide contarlo y regularizar el dinero en ese momento? La pregunta, lanzada hoy por varios portavoces parlamentarios, no tuvo respuesta, pero Pujol negó haber hablado con el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, cuando se supo que la policía estaba investigando sus cuentas.

"No ha habido ninguna conversación mía con el presidente Rajoy para ver cómo arreglamos esto. Esto es poco serio", aseguró molesto.

El Ejecutivo español anunció recientemente que perseguirá e investigará "hasta el final" el presunto fraude fiscal cometido por el histórico ex jefe de gobierno.

Pujol, que renunció tras su confesión a los privilegios que le correspondían por haber sido presidente del gobierno catalán, era hasta su confesión uno de los políticos que más prestigio tenía en por su lucha contra la dictadura franquista, por su papel en la Transición y por gobernar Cataluña entre 1980 y 2003.

Sus explicaciones hoy tienen lugar la víspera de que Mas firme en la sede del gobierno regional el que pretende celebrar en la región el 9 de noviembre y que el gobierno español de Rajoy impugnará.

La confesión de Pujol supuso un varapalo para el actual jefe del Ejecutivo catalán y en su entorno se temió que pudiera influir en su proyecto soberanista.

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