Impensable hasta hace pocos meses –debido a la gruesa munición verbal que se han disparado casi sin tregua sus protagonistas–, el encuentro entre Donald Trump y Kim Jong-un estará centrado en el programa de armas nucleares norcoreano. (AP)
Impensable hasta hace pocos meses –debido a la gruesa munición verbal que se han disparado casi sin tregua sus protagonistas–, el encuentro entre Donald Trump y Kim Jong-un estará centrado en el programa de armas nucleares norcoreano. (AP)

Después de incontables idas y venidas y de picantes dimes y diretes, esta noche (9 a.m. del martes en Singapur) los líderes de EE.UU. y Corea del Norte, y , se reunirán en la cumbre que más expectativa ha despertado en el mundo en los últimos años.

Impensable hasta hace pocos meses –debido a la gruesa munición verbal que se han disparado casi sin tregua sus protagonistas–, el encuentro estará centrado en el programa de armas nucleares norcoreano.

Adivinando lo que muchos escépticos piensan, el mandatario de EE.UU. ha asegurado que la cita “será mucho más que una foto”.
Para que tomen en serio su advertencia, Trump ha deslizado la posibilidad de firmar un tratado de paz que formalice el fin de la Guerra de Corea (1950-53) y de invitar a su interlocutor a la Casa Blanca en un futuro cercano.

Sea que le crean o no, todos los actores involucrados en el tablero geopolítico de la región asiática han movido sus piezas frenéticamente en estos días y semanas previos.

Para calmar cualquier recelo, el secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, ha anunciado que se reunirá con los líderes de Corea del Sur, Japón y China tras la cumbre Trump-Kim para informarles de los pasos siguientes “en el proceso de desnuclearización” de la península.

¿Qué es lo que se juegan, temen y ansían los principales países de la región frente a esta cumbre?

1. Rusia ante el pánico de perder peso decisorio

La semana pasada, el canciller ruso viajó de sorpresa a Pyongyang y le extendió a Kim una invitación del mismo Vladimir Putin para visitar Moscú cuanto antes. Rusia no pierde tiempo si de ejercer presión y reforzar su peso se trata.

“Rusia obviamente quiere que haya paz en la península, pero sin que eso implique que EE.UU. aumente su influencia”, señala Carlos Aquino, catedrático de la Universidad San Marcos y experto en política asiática.

En el tenso equilibrio militar y nuclear que hoy vive la península coreana, Moscú busca mantener su estatus dentro del llamado G-6, que opera desde el 2003 y está formado por EE.UU., Rusia, China, Japón y las dos Coreas. Al Kremlin le inquieta que esta cumbre suponga la defunción del G-6 y que se lo desplace del centro gravitatorio de decisión.

2. China va en pos de disminuir la influencia de EE.UU.

El presidente chino, Xi Jinping, recibió este fin de semana a su homólogo ruso, Vladimir Putin, y no se cansaron de prodigarse loas mutuas. La cumbre Trump-Kim no debe haber sido solo un tema colateral.

“Aunque la reunificación de las Coreas todavía es un asunto de largo plazo, la preocupación de China es que una península coreana unificada sea neutral y no proestadounidense, como lo es hoy Corea del Sur. Es decir, Beijing y Moscú coinciden en querer que Washington disminuya su influencia en la zona”, puntualiza Aquino.

No hay régimen más cercano a Corea del Norte que el de Beijing. Más allá de que en los últimos meses se hayan enfriado las relaciones y que China también se haya sumado al régimen de sanciones, las dos reuniones sostenidas este año entre Xi y Kim dan cuenta de que el coloso asiático no pretende perder un ápice de presencia.

3. Japón: los misiles y la suerte de sus secuestrados

El último jueves, el primer ministro japonés, Shinzo Abe, llegó a la Casa Blanca con la esperanza puesta en Trump de que un frente unido de décadas contra Corea del Norte no desaparezca con los hechos que vienen ocurriendo.

No es difícil adivinar que el país nipón es uno de los más preocupados y que son principalmente dos sus inquietudes: poner freno al programa de bombas y misiles balísticos de Pyongyang que pueden llegar hasta su territorio y resolver el asunto de los ciudadanos japoneses secuestrados por la dinastía Kim en los años 70 y 80.

“Deberíamos evitar que se desacoplen la seguridad japonesa y estadounidense, un objetivo que China y Corea del Norte han perseguido por largo tiempo”, opina Richard Armitage, ex diplomático de EE.UU.

4. Corea del Sur y una reunificación en el largo plazo

El 27 de abril, después de muchísimos años, se reunieron los líderes de ambas Coreas. Y la cita se repitió días después, esta vez sin mayor pompa.

Corea del Sur aguarda un acuerdo de paz con el vecino del norte por, entre otras, estas razones: acabar con la permanente zozobra de un ataque norcoreano y explorar opciones de desarrollo económico para sus empresas una vez que se normalicen las relaciones.

En este tablero variopinto, como nos dice Aquino, “la dinastía Kim sabe muy bien del valor geoestratégico que tiene su país, por lo que siempre ha jugado las rivalidades entre las potencias para conseguir ayuda de todos ellos”. Veremos qué sucede esta vez.

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