Una de las pocas certezas que existen sobre los cambios tecnológicos que modifican nuestras vidas a diario es que no se van a detener. Para los medios de comunicación, las transformaciones de las últimas décadas han abierto un debate mundial –aún en curso– sobre cómo sobrevivir a los nuevos modelos de negocio y a un ecosistema informativo cada vez más desafiante debido al enorme poder de las ‘Big Tech’. Algunos gobiernos y medios han tomado el toro por las astas y se han enfrentado a gigantes como Google y OpenAI en un camino espinoso en el que predomina una demanda: más regulación.
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Si de gigantes tecnológicos se trata, la conducta empresarial de Google es la que más quejas ha generado en los últimos años. Al menos un centenar de demandas se han interpuesto en todo el mundo contra el motor de búsqueda de Internet más importante del planeta.
Por estos días, los ojos están puestos en el histórico juicio contra Google por monopolio tecnológico –el primero de la era moderna de Internet–, que acaba de entrar en su recta final en EE.UU. El Departamento de Justicia de ese país demandó en el 2020 a la plataforma, y a su matriz Alphabet, por violar las leyes antimonopolio federales para mantener su dominio de las búsquedas en línea y en la publicidad asociada a ellas.
Específicamente, Washington acusa a Google de competir deslealmente al realizar acuerdos millonarios para ocupar las posiciones predeterminadas de búsqueda en navegadores, celulares, computadoras y otros dispositivos.
Se espera que el fallo llegue en algunas semanas o meses y, aunque puede ser apelado por Google, podría cambiar la forma en que la compañía hace negocios y sentar un importante precedente, sobre todo si se considera que los reguladores estadounidenses también han demandado a Apple, Amazon y Meta por comportamiento similar.
Google también es la empresa tecnológica más castigada por las sanciones de la Comisión Europea y se alista a recibir una nueva reprimenda. En enero, la abogada de la UE respaldó imponer una multa de 2.400 millones de euros a Google por privilegiar sus productos en los resultados de su buscador.
Enfrentarse a los gigantes tecnológicos ha sido más complejo para los medios de comunicación. En febrero, 32 grupos editoriales –entre ellos Prensa Ibérica (“El Periódico”, “El Periódico de España”) o Godo (“La Vanguardia”)– optaron por agruparse para demandar a Google en el Tribunal de Distrito de Ámsterdam (Países Bajos) por 2.100 millones de euros debido a las prácticas de la empresa en el sector de la publicidad en línea.
Hay un precedente clave en Europa, donde se realizó la primera demanda de este tipo contra Google. En el 2021, la autoridad de la competencia francesa concluyó que la empresa había abusado de su posición de dominio en la industria publicitaria favoreciendo sus propias herramientas frente a las de la competencia y le impuso una multa millonaria.
EE.UU. afirma que Google se queda con alrededor del 35% de cada dólar gastado en publicidad digital que pasa por el sistema de AdTech de la compañía.
Otro caso que podría terminar mal para Google en Estados Unidos es el de la demanda presentada por la organización noticiosa oriunda de Arkansas “Helena World Chronicle”. Los editores del medio se han mostrado en desacuerdo con la práctica de Google de extraer contenido de sus páginas y enriquecer los resultados de su buscador con ese material.
Los reclamos no son solo contra Google. El debate sobre el poder de los gigantes tecnológicos se avivó con el avance de la inteligencia artificial, abanderado por OpenAI y su chatbot ChatGPT, que ya enfrenta denuncias en Europa y EE.UU.
A fines del 2023, el diario “The New York Times” se convirtió en la primera gran organización de noticias estadounidense en demandar a OpenAI y su socio Microsoft por violación a los derechos de autor sobre sus obras escritas al considerar que sus artículos fueron empleados para alimentar a los chatbots que ahora son su competencia.
Según un análisis del mencionado medio, “la carrera por liderar la inteligencia artificial se ha convertido en una búsqueda desesperada de los datos digitales necesarios para hacer avanzar la tecnología. Para obtener esos datos, empresas de tecnología como OpenAI, Google y Meta han tomado atajos, ignorado las políticas corporativas y debatido sobre cómo infringir la ley.
En la región
¿Los chatbots de inteligencia artificial infringen las leyes de derechos de autor? ¿Google incurre en la competencia desleal? Es un debate en pañales, pero cada vez resuena más. En Latinoamérica, Copesa, empresa editora del diario chileno “La Tercera”, es la primera en llevar a Google ante la justicia por lo que considera prácticas de abuso de posición monopólica en el mercado del avisaje digital, solicitando una sanción a beneficio fiscal de casi US$50 millones.
En su demanda presentada en marzo ante el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia (TDLC), Copesa afirma que Google ha infringido las normas de libre competencia “al abusar de su posición cuasi monopólica en los mercados de búsquedas y de publicidad asociada a las búsquedas”.
La abogada chilena experta en competencia Ximena Rojas, socia del estudio Rojas Pacini y una de los dos letrados que lleva la acción judicial de Copesa contra la multinacional, considera que los gigantes tecnológicos no pueden tener tanto poder sin regulación y que las demandas más importantes son aquellas vinculadas al contenido noticioso en las que los medios reclaman que Google se apropia de su contenido y lo usa en su propio ecosistema, sin que los medios puedan monetizar ese producto.
“Los medios crean contenido, pero mucha gente llega a él a través de Google. Gran parte de las veces los lectores se quedan en el ambiente de Google sin hacer clic en el generador de contenido. Eso afecta de una forma tremenda a la prensa porque termina sin poder financiarse, con menos verificación de datos, menos periodistas y, al final del día, se da un decaimiento de la calidad de la prensa y de la libertad de prensa”, dice a El Comercio.
Además de esos reclamos, otra parte importante de las demandas contra Google se centran en el sistema de venta de publicidad digital, llamado AdTech, que, para los denunciantes, también resulta estar controlado por Google, pues parte importante de la demanda y la oferta de avisaje en sitios web esté cautivo dentro del sistema de transacción de Google Ads, la red de avisaje de Google.
Rojas considera que los gigantes tecnológicos no pueden tener tanto poder sin regulación. “Google impone sus reglas. Es como un regulador privado que impone sus reglas. Y lo que se está alegando, no solo en Chile, sino en otros lugares del mundo, es que existe un abuso. Porque estos son gigantes contra los cuales tú no tienes un poder de negociación. Las empresas nacionales más pequeñas, incluso medios tremendos en distintos países, no tienen o tienen muy poco poder de negociación frente a estas entidades”, afirma.
“Las demandas tratan de llegar a un punto en que, sea por la vía contenciosa o sea por la vía regulatoria, se pueda nivelar un poco la cancha entre actores como los medios de prensa y gigantes como Google, que hacen y deshacen sin tener ni un contrapeso".
Ximena Rojas, abogada chilena experta en competencia
Acuerdos
Google responde presentándose como una empresa innovadora que no representa un monopolio, pues, defiende, existe un escenario de libre competencia en el que los mercados cambian rápidamente, por lo que es imposible tener una posición de dominio.
“Las plataformas digitales actuales toman de manera general esa postura. Pero no estoy de acuerdo. Lo que hemos visto es que a pesar de cualquier innovación en los mercados hay compañías que tienen una posición de mercado muy dura. Google tiene una participación de mercado de más del 90% en cuanto a buscadores y se ha mantenido así por varios años”, dice a este Diario Michael Jacobs, director de litigación internacional de competencia de la firma canadiense CFM Lawyers LLP.
Ante este panorama, no pocos medios han optado por llegar a acuerdos con los gigantes tecnológicos para que los compensen de forma mínima. Por ejemplo, la matriz de ChatGPT anunció este año pactos para usar los contenidos del diario francés “Le Monde”; el grupo español Prisa Media, que incluye publicaciones como “El País”, “AS” o “El Huffpost”, entre otros.
Jacobs señala que es difícil tomar postura sobre si es más conveniente para un medio llegar a un acuerdo o apostar por la batalla legal. “Todo dependerá del contexto, de la realidad de los medios, del país. Sin embargo, mucho de lo que vendrá en el futuro para estas industrias y el desarrollo tecnológico dependerá de lo que pasa ahora, de cómo se negocie y de lo que hagan las autoridades”, concluye.
Rojas enfatiza que hay que tomar en cuenta los riesgos de elegir el camino de llegar a acuerdos con las ‘Big Tech’. “Es clave ver cómo se negocian, porque estas negociaciones y acuerdos pueden dejar un precedente o pueden tener el efecto contrario si debilitan el poder de negociación sobre estos temas. También puede que fijen la vara muy baja y que al final del día no quede nada regulado ni nada sancionado”, apunta.
Mientras sigue el debate, la mayoría de los medios de comunicación y periodismo siguen luchando por sobrevivir en un contexto complejo en el que cabe agregar variables como la desconfianza y la desinformación. En un discurso por el Día Mundial de la Libertad de Prensa, el periodista e investigador chileno Ascanio Cavallo lamenta el “ambiente de intimidación en el que han sido sumidos los medios” desde fines de los 90 y considera que es momento de hacerle frente a las plataformas digitales ahora que se viene “una segunda ola, de la mano de la que se ha dado en llamar ‘inteligencia artificial’”.
Estas plataformas “están deteriorando, no solo a los medios de prensa, sino a lo que estos representan: nuestra convivencia, nuestra tolerancia, nuestra democracia y nuestro sentido de comunidad. Nunca antes en la historia humana unos conglomerados de estos tamaños y de esta naturaleza habían actuado con tanta impunidad. Es hora de hacerles frente”, zanjó.
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