Gisella López Lenci

“Sé amable, quédate en casa, salva vidas”. Así de simple, directo y empático fue el mensaje que Jacinda Ardern, la primera ministra neozelandesa, les dio a sus compatriotas durante la drástica “estrategia de eliminación”, esa que llevó a cabo a fines de marzo para atajar de frente el .

Más de un mes después, la estricta cuarentena se levantó y las actividades económicas se están reactivando paulatinamente, al mismo tiempo que el número de contagiados ya llegó al envidiable número cero.

Ardern ha sido considerada un ejemplo de buena gestión, así como otras mujeres gobernantes, la mayoría madres de familia, ante la crisis global del COVID-19. A diferencia de ellas, sus pares masculinos de las economías más desarrolladas van dejando mucho que desear. Si bien muchas de ellas se apoyan en un Estado más organizado y con mejores recursos, si lo comparamos con nuestra realidad latinoamericana por ejemplo, eso no minimiza las decisiones pertinentes que tomaron para contener el virus y no descuidar ni la salud, ni la economía de sus ciudadanos.

1. Erna Solberg: primera ministra de Noruega, 59 años, 2 hijos

Solberg decretó la cuarentena a mediados de marzo, cerrando escuelas, restaurantes, eventos culturales, gimnasios y atracciones turísticas, además de la prohibición del turismo extranjero. Un mes y medio después, las clases se han retomado y ella misma ha asistido a varios colegios para acompañar a los menores en sus nuevas rutinas, mientras la economía empieza a moverse nuevamente.

Su enfoque hacia los niños ha sido especial. Durante el confinamiento, no dudó en hacer conferencias de prensa solo para ellos, sin ningún adulto de intermediario, donde les decía que ella también “extrañaba poder abrazar a sus amigos”.

Solberg, que es muy activa en redes sociales donde muestra un estilo muy cercano hacia sus ciudadanos, también le dio un papel clave a la opinión de los científicos. “Son ellos los que tienen que tomar las grandes decisiones médicas”, le dijo a la cadena CNN.

La primera ministra de Noruega, Erna Solberg (centro), aprende técnicas de saludo para prevenir el coronavirus junto a estudiantes de la escuela Ellingsrudsen en Oslo. (Foto: Hakon Mosvold Larsen / NTB Scanpix / AFP)
La primera ministra de Noruega, Erna Solberg (centro), aprende técnicas de saludo para prevenir el coronavirus junto a estudiantes de la escuela Ellingsrudsen en Oslo. (Foto: Hakon Mosvold Larsen / NTB Scanpix / AFP)
/ HAKON MOSVOLD LARSEN

2. Mette Frederiksen: primera ministra de Dinamarca, 42 años, 2 hijos

El 13 de marzo cerró las fronteras y días después lo hizo con las guarderías, escuelas y universidades. También se prohibieron las reuniones de más de diez personas.

Pero la primera ministra también mostró su lado más distendido durante el confinamiento. Así, Frederiksen publicó en redes sociales su rutina casera, ya sea cantando hits daneses de los años 80 mientras lavaba platos o despachando de manera informal con sus funcionarios.

Su gestión ha elevado su índice de aprobación a más del 80%, mientras el Gobierno ya empezó a aliviar el bloqueo.

3. Sanna Marin: primera ministra de Finlandia, 34 años, 1 hijo

La jefa de Estado más joven del mundo también actuó rápido e impuso un bloqueo estricto en el país, incluyendo el cierre de sus fronteras y de las actividades no esenciales. Esto ayudó a contener la propagación del virus, que solo ha infectado a 5.700 personas.

Tanto Marin como sus homólogas de Noruega y Dinamarca, jefas de Estado de países escandinavos, ven con preocupación a su vecino sueco, el primer ministro Stefan Löfven, quien hizo caso omiso a las recomendaciones que se han dado en el resto del mundo y decidió no aplicar ningún tipo de cuarentena. Las consecuencias: 25.000 contagiados y más de 3.000 muertos.

Marin tiene una hija llamada Emma. (Blog de Sanna Marin)
Marin tiene una hija llamada Emma. (Blog de Sanna Marin)

4. Angela Merkel: canciller de Alemania, 65 años

No solo es la mujer más poderosa del mundo. Le dicen cariñosamente ‘Mutti’, la madre de los alemanes, aunque ella no tiene hijos. Pese a que ha llegado con desgaste a la etapa final de su mandato, sus compatriotas no dejan de reconocer la buena gestión que ha tenido en la crisis del COVID-19. Su discurso sincero y directo en estas semanas ha compensado la frialdad con la que antes hablaba de la economía. Esta vez se basó en su propio ‘expertise’ científico –es doctora en química cuántica– para decir que el virus podía contagiar “al 70% de la población” y que la pandemia suponía “el desafío más grande para Alemania desde la Segunda Guerra Mundial”.

Merkel no aplicó una cuarentena estricta pero sí apeló a la responsabilidad de los ciudadanos y sacó lustre al sistema sanitario alemán. Si bien los contagios son numerosos –170.000– el número de muertos ronda los 7.000, por lo que la baja tasa de mortalidad se ha convertido en un activo. Eso y el gran número de camas hospitalarias para poder atender a los enfermos.

Cada muerte es un padre o abuelo, una madre o abuela, una pareja. Son personas. Y somos una comunidad en la que todas las vidas, todas las personas cuentan”, dijo la canciller a fines de marzo.

A Merkel le dicen ‘Mutti’, la madre de los alemanes. (Foto: Tobias Schwartz / AFP)
A Merkel le dicen ‘Mutti’, la madre de los alemanes. (Foto: Tobias Schwartz / AFP)
/ TOBIAS SCHWARZ

5. Salome Zourabichvili: presidenta de Georgia, 68 años, 2 hijos.

La presidenta de la antigua república soviética decidió moverse rápido, sabiendo que su sistema de salud no aguantaría las consecuencias de una pandemia. En enero canceló todos los vuelos desde y hacia China e introdujo controles estrictos en los aeropuertos.

A medida que el virus se propagaba en Europa, decidió cerrar todas las escuelas y estableció cuarentenas selectivas cuando el país recién tenía tres casos confirmados. Su estrategia fue la contención temprana, además de una campaña de sensibilización. A la fecha tienen 623 infectados y 10 muertos.

(Foto: Timothy A. Clary / AFP)
(Foto: Timothy A. Clary / AFP)
/ TIMOTHY A. CLARY

6. Silveria Jacobs: primera ministra de Sint Maarten, 51 años, 2 hijos

La primera ministra de la pequeña isla caribeña de Sint Maarten prefirió ser sincera con sus 37.000 habitantes: “Si no tienen el pan que les gusta en su casa, coman galletas saladas. Si no tienen pan, coman cereal, avena o sardinas”. El discurso del 1 de abril de Jacobs se volvió viral pero mostró la sensatez con la que abordó la pandemia en un país que está habituado a los huracanes, pero no a una crisis sanitaria.

El COVID-19 ha contagiado a 76 personas y ha matado a 14.

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¿Qué es el coronavirus?

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), los coronavirus son una amplia familia de virus que pueden causar diferentes afecciones, desde el resfriado común hasta enfermedades más graves, como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) y el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS-CoV).

El coronavirus descubierto recientemente causa la enfermedad infecciosa por coronavirus COVID-19. Ambos fueron detectados luego del brote que se dio en Wuhan (China) en diciembre de 2019.

El cansancio, la fiebre y la tos seca son los síntomas más comunes de la COVID-19; sin embargo, algunos pacientes pueden presentar congestión nasal, dolores, rinorrea, dolor de garganta o diarrea.

Aunque la mayoría de los pacientes (alrededor del 80%) se recupera de la enfermedad sin necesidad de realizar ningún tratamiento especial, alrededor de una de cada seis personas que contraen la COVID-19 desarrolla una afección grave y presenta dificultad para respirar.

Para protegerse y evitar la propagación de la enfermedad, la OMS recomienda lavarse las manos con agua y jabón o utilizando un desinfectante a base de alcohol que mata los virus que pueden haber en las manos. Además, se debe mantener una distancia mínima de un metro frente a cualquier persona que estornude o tose, pues si se está demasiado cerca, se puede respirar las gotículas que albergan el virus de la COVID-19.

¿Cuánto tiempo sobrevive el coronavirus en una superficie?

Aún no se sabe con exactitud cuánto tiempo sobrevive este nuevo virus en una superficie, pero parece comportarse como otros coronavirus.

Estudios indican que pueden subsistir desde unas pocas horas hasta varios días. El tiempo puede variar en función de las condiciones (tipo de superficie, la temperatura o la humedad del ambiente).

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