Redacción EC

La decisión de de cerrar el consulado chino en Houston, Texas, es apenas el último capítulo dentro de una escala de tensiones entre las dos potencias que parecen disputarse el liderazgo mundial -al menos en términos tecnológicos y económicos- de los próximos años.

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Esta mañana Beijing sorprendió a más de uno al dar a conocer que Washington había ordenado que cierren su sede diplomática en Houston alegando que esta era una suerte de central de espionaje dedicada al robo de información estadounidense y europea.

El Gobierno Chino ha expresado su intención de tomar “represalias” si Estados Unidos no retrocede en su decisión. Además, calificó como una “provocación” la medida, lo que representaría la mayor fricción entre ambas potencias desde que retomaron relaciones diplomáticas en 1979.

Pero esta disputa encuentra su origen varios meses atrás, casi los mismos que lleva Donald Trump ocupando la Casa Blanca.

Esta mañana Beijing sorprendió a más de uno al dar a conocer que Washington había ordenado que cierren su sede diplomática en Houston alegando que esta era una suerte de central de espionaje dedicada al robo de información estadounidense y europea. (Foto: AP)
Esta mañana Beijing sorprendió a más de uno al dar a conocer que Washington había ordenado que cierren su sede diplomática en Houston alegando que esta era una suerte de central de espionaje dedicada al robo de información estadounidense y europea. (Foto: AP)

En el 2018, Washington inició una guerra comercial con Beijing al castigarlo con aranceles mucho más alto y otras sanciones económicas, un tema que pareció relajarse a inicios de año con la firma de una tregua entre ambos.

Esta tregua, sin embargo, no incluyó a Huawei, una compañía sancionada en el 2019 por la administración Trump acusada de espionaje y prohibiéndole vender equipamiento tecnológico. Además, Washington instó a sus aliados a no incluir a Huawei en los contratos de internet movil 5G que firmen en el futuro.

Las sanciones se mantendrán al menos hasta el 2021.

El año pasado, además, estallaron las protestas sociales en Hong Kong en contra de la ley de seguridad nacional que promovía China, lo que reduce al mínimo sus libertades propias de territorio semiautónomo de la excolonia británica.

Washington se ha mostrado en contra de la polémica ley y ha amenazado con derogar los privilegios comerciales que mantiene con Hong Kong si China no da un paso atrás en la ley que ya ha sido promulgada y por la que diversos manifestantes prodemocracia han sido acusados de terrorismo.

Situación similar, aunque más bélica, es la que atraviesa Taiwán. Pese a que la isla tiene su propio gobierno desde 1949, Beijing insiste en considerarla como una de sus provincias y busca reunificarlo bajo el manto del régimen comunista.

En medio de esta disputa, EE.UU. aparece como actor clave pues, ignorando que China rechace cualquier relación entre Taiwán y otros países, Washington continúa vendiéndole armas que luego usan en la defensa de su autonomía.

A estos conflictos se suman las denuncias estadounidenses por la presunta violación de los derechos de los uigures, una etnia musulmana presente en la provincia de Xinjiang, por parte del régimen chino.

Según Washington, un millón de uigures son enviados a campos de reeducación política. Beijing desmiente esas cifras y asegura que se tratan de “centros de formación profesional” que forman parte de su estrategia para luchar contra el islamismo, el terrorismo y el separatismo.

La pandemia de coronavirus apareció en medio de estos roces para calentar aún más el ambiente. Desde la aparición de la enfermedad, Trump ha culpado a China de ocultar información y provocar que el virus se expanda hasta los niveles actuales.

Beijing ha rechazado los señalamientos y acusado al líder republicano de utilizar este argumento como salvavidas ante lo que califica como un desastroso manejo del Covid-19, que deja más de 100 mil muertos en el país norteamericano.

Se parece a la Guerra Fría soviético-estadounidense en ciertos aspectos, pero aún no es tan peligrosa como esa rivalidad anterior”, asegura por su parte el profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Harvard, Stephen Walt, a la agencia AFP.

Una diferencia clave es que los dos estados todavía están estrechamente conectados económicamente, aunque esa relación está ahora bajo una tensión considerable”, acota.

Sin embargo, hay señales que mostrarían que Estados Unidos y China se están “desacoplando” rápidamente, opina por su parte el profesor de relaciones internacionales en la Universidad Renmin en Beijing. Shi Yinhong, para AFP.

Utilizando esta definición, sí se puede decir que China y Estados Unidos han comenzado a entrar en una nueva Guerra Fría”, concluye.

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