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Un tesoro se abre al mundo
Francisco Carrión

El Cairo (). A un tiro de piedra de las majestuosas pirámides de Guiza una mole de hierro y hormigón toma forma bajo una colmena de obreros y grúas. Las dimensiones faraónicas del Gran Museo Egipcio ya se intuyen sobre las arenas que bordean la carretera que conduce hasta su recinto. “Vamos a buen ritmo. Se ha completado alrededor del 80% del proyecto. Todas las labores de cemento y metal han finalizado. El paisaje está cambiando velozmente”, celebra Tarek Taufik, supervisor general de la institución en conversación con El Comercio.

La instalación ha superado una sucesión de maldiciones y desgracias. Su primera piedra se colocó en el 2002, pero la falta de financiación y la agitación política que sucedió al derrocamiento de Hosni Mubarak aplazaron durante años su desarrollo. En abril pasado, cuando el trabajo avanzaba a contrarreloj, un incendio –que tuvo consecuencias limitadas sobre su armazón– amagó con frustrar su puesta en vigor.

—No habíamos visto nada—

Financiada mediante préstamos del Gobierno Japonés, la mayor galería de arte faraónico del planeta –con un costo aproximado de 550 millones de dólares– albergará los más de 5.000 objetos encontrados por el arqueólogo británico Howard Carter en noviembre de 1922 en la antecámara, la cámara funeraria, la cámara del tesoro y un anexo de la tumba de Tutankamón, la KV62.

El tesoro intacto, guardado durante milenios bajo las arenas del Valle de los Reyes de Luxor, ha protagonizado en el último año una aparatosa mudanza desde el decadente Museo Egipcio de la céntrica plaza Tahrir de El Cairo. “El ajuar de Tutankamón se exhibirá en dos galerías con una superficie total de 7.000 metros cuadrados. Hasta ahora el público solo había contemplado unos 1.500 objetos de Tutankamón. Por vez primera los mostraremos todos”, presume el supervisor Taufik.

—Un trabajo de detectives—

A su restauración se dedica la legión de arqueólogos y conservadores que trabaja en un centro ya edificado e integrado en el complejo del museo. “Supone un reto limpiar y conservar esta pieza porque está hecha de muchos materiales”, reconoce Mohamed Mustafa, un restaurador que cura uno de los carruajes ceremoniales de Tutankamón. Su pincel acaricia una joya destinada a la caza y elaborada a partir de madera, oro, cristal, alabastro, plata y fayenza, una cerámica con acabado vítreo. “Es la primera vez que salen a la luz algunos detalles muy curiosos del carruaje como el dibujo de una serpiente”, narra Mohamed.

“Estamos aún con un estudio pormenorizado para obtener nueva información sobre la fabricación y los materiales empleados”. En los distintos laboratorios del recinto, el tiempo aprieta. “Tenemos que tenerlo todo preparado en unos meses”, murmura Mohamed Abu al Said, uno de los responsable de la sección de objetos en piedra, en una estancia donde despuntan esfinges, estatuas de faraones y estelas. Las figuras de gran tamaño darán la bienvenida al turista, a unos metros del coloso de Ramsés II –12 metros de altura y 83 toneladas– colocado en el atrio de acceso del museo en enero pasado.

“El primer espacio es una gran plaza de 27.000 metros cuadrados que por primera vez en Egipto estará decorada con un obelisco”, comenta el responsable. “Luego, se accede a un atrio presidido por Ramsés II y una gran escalera con 87 figuras de grandes proporciones, formadas por elementos arquitectónicos de templos, ataúdes o estatuas reales”. Al final de la escalinata, espera una fachada de cristal de 25 metros de altura con vistas a las pirámides de Keops, Kefrén y Micerino. “El monumento es parte de la exhibición”, bromea.

En sus salas se podrán admirar hasta los paños menores del faraón Tutankamón. Una colección de 128 piezas de ropa interior de lino que Negm el Din estudia celosamente en el laboratorio especializado en textiles y papiros. “Estamos tratando de averiguar su técnica de elaboración y las condiciones y usos de los tejidos. Lo que buscamos es saber las características del cuerpo de la persona que lo llevó. No estamos seguros de si fueron usadas por Tutankamón o tal vez por personas de su entorno, como su esposa Nefertiti”.

Una tarea detectivesca que debe estar concluida a fines de este año, cuando estaba prevista inicialmente su apertura parcial. “El museo estará preparado para abrir entonces sus puertas, pero el interés de los mandatarios internacionales ha hecho que Egipto esté en proceso de buscar una nueva fecha para albergar este gran evento. Será a lo largo del 2019”, concluye Taufik. Un año después, tras su inauguración definitiva, hospedará 45.000 piezas.

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