El presidente de Colombia, Iván Duque, en reciente conferencia de prensa ha dado a conocer que gracias a modernísima tecnología que permite obtener fotografías subacuáticas a 950 metros de profundidad, se ha podido tener imágenes de la carga que portaba el galeón San José, buque hundido frente a las costas de Cartagena de Indias el 8 de junio de 1708, por una flota británica. Casi todos los tripulantes de la nave perecieron y los pocos buques del convoy del cual formaba parte el San José pudieron encontrar refugio en dicho puerto.
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Las imágenes obtenidas muestran armas y objetos cuya existencia se desconocía pese a que la ubicación del pecio se intuía con bastante precisión desde hace más de treinta años. Entre los hallazgos ha deslumbrado la existencia de lingotes y monedas de oro y plata.
Algo diremos sobre cómo fue descubierto el pecio del San José. Al amanecer del viernes 27 de noviembre del 2015, el buque colombiano ‘Malpelo’ detectó con su sonar una anomalía en el fondo marino que resultó ser los cañones de bronce del buque. El 4 de diciembre el entonces jefe de Estado colombiano, Juan Manuel Santos, anunció el descubrimiento del pecio del San José. Luego cayó sobre el buque un manto de silencio, pues se corrió el velo de secreto de Estado sobre su ubicación.
Según el entonces presidente Santos, el secreto de Estado se justificaba por la reserva debida de la controvertida Ley 1675, “Ley de Reglamentación de los Artículos 63, 70 y 72 de la Constitución Política de Colombia en lo relativo al Patrimonio Cultural Sumergido”, que permite al Estado colombiano “contratar a empresas cazatesoros y pagarles con la carga, eliminando por ley el carácter cultural de los bienes repetidos con valor comercial; es decir que Colombia puede quedarse con unas monedas y lingotes como ejemplo, dejando para los cazatesoros el resto de los objetos repetidos”. En este punto cabe recordar que esta ley es considerada por la comunidad arqueológica mundial como un retroceso en la defensa del Patrimonio Cultural Subacuático, pues su espíritu no es otro que el de una Ley de Tesoros.
El velo de secreto de Estado fue agrietándose poco a poco cuando se filtraron las primeras noticias sobre la ubicación del pecio del San José. Esto ocurrió en enero del 2018 cuando el diario digital argentino, INFOBAE, informaba haber obtenido las coordenadas donde se ubicaría el pecio.
Según el medio digital citado, las coordenadas coinciden en la zona donde “ya había denunciado 30 años antes su existencia la firma Sea Search Armada”. Así, pues, el “San José” es un galeón redescubierto y sujeto de una intensa batalla político – legal desde 1982, la cual aparentemente Colombia ha querido dar por concluida mediante la Ley 1675, que tiene como fin declarado blindar al país frente a cualquier reclamo internacional sobre “el patrimonio de todos los colombianos”, en palabras del expresidente Santos.
En cuanto a España, su posición ha sido conciliadora, haciendo expresa reserva de su derecho de “decidir qué actuaciones se adoptarán con arreglo a lo que entendemos que es patrimonio subacuático y el respeto a las convenciones de la Unesco a las que nuestro país se comprometió hace muchos años”. Todo indica que España desea que el “San José” sea visto y tratado como “un patrimonio arqueológico común de todos los pueblos hispanoamericanos, sujeto a la servidumbre de su protección, de la preservación en la participación de su investigación, acceso científico, su difusión y el deber de cooperación. Hay una norma que rige en todos los Estados de Derecho y que hace que este artículo sea esencialmente jurídico: es el sentido común, el más importante principio del derecho”.
A diferencia de su postura en el caso de la fragata “Nuestra Señora de las Mercedes”, España no estima que el problema sea la titularidad del pecio – que es indiscutiblemente una nave de Estado española – sino que busca sentar un precedente imprescindible de cooperación en materia del Patrimonio Cultural Subacuático entre Hispano América y España para el desarrollo de una arqueología subacuática iberoamericana.
Mientras se dilucida esta situación, el pecio, o sea el buque hundido y su carga, sigue intocado. Como ha declarado el escritor colombiano Nelson Freddy Padilla en su libro “El Galeón San José y otros tesoros”: “Pasan los años y no se soluciona de fondo el tema de las decenas de galeones hundidos que hay en mares colombianos. No hay un plan científico serio para sacarlos y poner al servicio de la cultura todo ese conocimiento”.
Nosotros añadiremos que no todo puede quedar en el deslumbrante espectáculo de los metales preciosos que se pueden recobrar. Un buque es un mundo en miniatura y, por ello, el estudio de todo lo que contiene es inestimable para reconstruir la vida cotidiana a comienzos del siglo XVIII; cómo era la tecnología usada para la navegación, sus instrumentos y tantos y tantos otros objetos para los momentos de un largo y peligroso viaje por mar, donde había que enfrentar la codicia de los piratas y corsarios, así como la furia de la naturaleza que no pocas veces fue la causa de los naufragios.