“De cien, nos interesan cien”.
Por 40 años, el Opus Dei fue la única prelatura personal de ámbito universal con estatus propio. La propia frase de su fundador, Josémaría Escrivá de Balaguer, explica su estatus: a diferencia de la mayoría de diócesis, era de carácter secular y personal, y apostaba por evangelizar a todo el mundo sin importar procedencia, ubicación o profesión. La Obra —como también se le conoce— se expandió por el mundo gracias a esa condición que, además, le otorgó bastantes libertades en las rendiciones de cuentas. Así fue hasta el último jueves, cuando el papa Francisco les cortó los privilegios. Omnia tempus habent.
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“Creo que es una llamada de atención, una suerte de reprimenda institucional fuerte”, dice a El Comercio Juan Fonseca, historiador experto en temas religiosos y docente de la Universidad del Pacífico. “Lo que el Papa estaría diciendo es que, hasta ahora, ellos han actuado de manera contraria al carisma que dicen tener”.
En los textos del Concilio Vaticano II, la palabra carisma se utiliza para señalar que el Espíritu Santo guía a la Iglesia y le provee y gobierna con diversos dones. En el caso del Opus Dei, el grupo señala que la santidad es un objetivo al que pueden llegar todas las personas.
En efecto, el 14 de julio, el Santo Padre firmó la “Ad charisma tuendum”. En esa carta apostólica, recordó que, “para tutelar el carisma, mi predecesor San Juan Pablo II, en la Constitución Apostólica Ut sit [...], erigió la Prelatura del Opus Dei, confiándole la tarea pastoral de contribuir en modo peculiar a la misión evangelizadora de la Iglesia”, y añadió su modificación. Lo que busca es que la orden se base “más en el carisma que en la autoridad jerárquica”.
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El Comercio se comunicó con la oficina de prensa del Opus Dei en el Perú, desde donde compartieron un artículo público escrito por su prelado, Mons. Fernando Ocáriz, en el que se aceptaba “filialmente” la decisión de Francisco. Incluso, se esbozó una suerte de mea culpa: “[Su Santidad] nos exhorta a cuidar el carisma del Opus Dei ‘para promover la acción evangelizadora que cumplen sus miembros’”.
En los textos del Concilio Vaticano II, la palabra ‘carisma’ se utiliza para señalar que el Espíritu Santo guía a la Iglesia y le provee y gobierna con diversos dones. En el caso del Opus Dei, el grupo señala que la santidad es un objetivo al que pueden llegar todas las personas.
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Fonseca dice: “En la Iglesia Católica, la procesión se lleva por dentro, primero, porque se trata de una estructura monárquica; y, segundo, porque el Opus Dei siempre mantuvo esa visión vertical solo que, en este caso, va en contra de sus intereses”.
Y, ¿qué es lo que cambia para la Obra? “Ahora están bajo la supervisión del Dicasterio del Clero, eso significa, por ejemplo, que tiene que rendir cuentas todos los años”, explica Fonseca.
Además, también se dispuso que “el líder del Opus Dei dejará de ser considerado como un obispo y no podrá ostentar las vestiduras episcopales”. Ahora, se le considerará bajo el título de protonotario apostólico supernumerario, que según la agencia Europa Press, es una denominación honorífica.
El especialista subraya que es falso que el Opus Dei se vaya a convertir en una secta, que vaya a desligarse de la Iglesia Católica. Todo lo contrario. Lo que busca el papa Francisco es que la orden se integre a la jerarquía a la que el resto de miembros sí se someten.
1. Son los dones con que el Espíritu Santo organiza la Iglesia, suscitando los servicios y funciones que la comunidad necesita.
2. Son los caracteres sacramentales recibidos en el bautismo, confirmación y orden sagrado que definen la inserción en la comunidad eclesial.
3. Son los dones que suponen la elección de un estado de vida en respuesta a un llamado vocacional, sea en el matrimonio o en el celibato.
Las reformas del Santo Padre
¿Por qué Juan Pablo II le dio carta blanca al Opus Dei? Para Juan José Tamayo, secretario general de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII y miembro emérito de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid, hay dos razones. La primera es que, por su carácter internacional y gran presencia, el Sumo Pontífice los tomó como una plataforma para difundir su mensaje, cuya orientación Tamayo considera “neoconservadora y restauracionista”.
Lo segundo fue el apoyo económico. “Contribuían con sumas ingentes para cubrir los gastos del Vaticano. Ello, sumado la eficacia y practicidad de la orden, contribuyó a que Juan Pablo II y Benedicto XVI le dieran todo tipo de privilegios”.
“Durante décadas, el Opus Dei prácticamente dirigió la Iglesia Católica desde una perspectiva muy tradicional, pero esta situación no podía durar tanto tiempo. El papa Francisco ha tardado más de nueve años en ponerles límites porque considera que la organización va en dirección contraria a las reformas que quiere implementar”.
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Para Tamayo, además de las críticas que hace el Santo Padre al neoliberalismo, “aliado del Opus Dei”, las denuncias de abusos sexuales contra miembros de la orden y la poca o nula persecución a los presuntos culpables, habrían tenido un papel preponderante en su decisión. “Quizás no sea el único motivo, pero hay un vínculo directo. Tal como se viene desarrollando el pontificado, parece una obligación tomar medidas de moderación a estas organizaciones”.
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Así como con otras organizaciones de corte similar, cada vez hay más acusaciones en contra de miembros del Opus Dei. En el 2020, el Vaticano condenó por primera vez a un miembro de la organización, al sacerdote Manuel Cociña, por abusos sexuales. También figura la investigación “¿Servidoras de Dios?”, denuncia de 43 mujeres que señalan que la orden las reclutó siendo adolescentes y las obligó a “trabajar gratis como empleadas domésticas”.
Tamayo reconoce la resistencia natural de los más conservadores que integran la “cúpula del Vaticano y otros sectores muy influyentes de las iglesias nacionales”. Eso, dice, impide que las reformas que el papa Francisco propone “se desarrollen con la fuerza y amplitud que él quisiera”. “Hay que tener en cuenta que él conoce a los adversarios y tiene una actitud claramente crítica, quizás no lo suficientemente enérgica, para tratar de neutralizarlos, lo que choca con grandes poderes”, anota.
“¿Esto podría hacer que el papa renuncie como lo hizo Benedicto XVI? No creo. Él está firme en sus planteamientos, sabe que, desde el punto de vista teológico y evangélico, lo que plantea es correcto y adecuado, y en ningún caso se va a dejar amedrentar por la oposición”.
“Ahora bien, tengo mis dudas sobre si este decreto se va a llevar a la práctica, si es que en realidad se va a limitar el poder e influencia del Opus Dei. En España y en el mundo hay obispos que pertenecen a la organización, pero sobre todo existe una red de párrocos que ocupan espacios de poder en las diócesis y parroquias. Ellos tienen una influencia extraordinaria para hacer freno y palanca a las reformas del papa Francisco”, concluye Tamayo.
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