Tras una serie de problemas que afectaron su rodilla derecha y limitaron su movilidad, el papa Francisco volvió a la actividad y en una entrevista emitida anoche aseguró otra vez que no pensó en renunciar, frente a los rumores que se ocasionaron ante esa dolencia. En el mismo reportaje, el Sumo Pontífice enfrentó las versiones que lo tildan de comunista y dijo que parten de “medios de comunicación ideologizados”. Sin embargo, admitió vínculos con la administración cubana. “Lo confieso, con Raúl Castro tengo una relación humana”, sostuvo.
En un tramo de esa puesta al aire de la cadena estadounidense en español Univisión, el Papa reveló: “Yo quiero mucho al pueblo cubano, lo quiero mucho y tuve buenas relaciones humanas con gente cubana. Y también, lo confieso, con Raúl Castro tengo una relación humana”.
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En ese sentido, el sacerdote reveló haberse contentado con los acercamientos entre la administración estadounidense y la de Cuba, en épocas de Barack Obama, quien incluso visitó la isla en 2016. “Me quedé contento cuando se logró ese pequeño acuerdo con Estados Unidos. El presidente Obama lo quiso en su momento y Raúl Castro lo aceptó. Fue un buen paso adelante, pero que se detuvo ahora. En este momento se están haciendo no sé si tratativas, pero diálogos de sondeo, para acortar distancias”, sostuvo Francisco.
Incluso el jefe de la Iglesia ahondó en su relación con el país caribeño: “Cuba es un símbolo, Cuba tiene una historia grande, yo me siento muy cercano, incluso a los obispos cubanos”.
Después de esas apreciaciones, el Papa fue consultado por una supuesta tendencia ideológica hacia el comunismo, que usualmente suelen achacarle. “Ciertos grupos de medios de comunicación muy ideologizados, que se dedican a ideologizar la postura de los otros, a veces no saben distinguir el comunismo del nazismo, lo que es el populismo, lo que es un popularismo. Así que cuando me acusan de comunismo, digo: ‘Qué trasnochado que está esto’. Esas acusaciones ya pasaron, las veo como trasnochadas, no me preocupan, nacen de pequeños grupos ideologizados”, respondió para minimizar esta cuestión el argentino, que también fue cuestionado por la postura que tomó frente a la invasión rusa en Ucrania.
Sobre renunciar: “No siento que el Señor me lo pida”
Por otra parte, admitió que pensó en su momento que su pontificado iba a ser breve, solo para poner en marcha aquello que se había charlado en las reuniones pre-cónclave, pero que “no se dio cuenta” y ya pasaron más de nueve años desde que asumió como Papa, función para la que fue elegido el 13 de marzo de 2013.
Entonces, contó que decidió “tomar las cosas con naturalidad” a la hora de asumir sus funciones frente al Vaticano. “Siempre me vino a la mente que el pastor, el cura, tiene que ser como el arquero: que ataja las pelotas de donde se la tiran. Me tiraron esto, es decir, eso es con naturalidad. La vida a veces nos batea en situaciones difíciles, dolorosas, comprometidas; y, a veces, con cosas muy satisfactorias. Eso lo vi desde el principio: hacerlo más natural. A mí me ayuda siempre eso”, relató el sacerdote.
Y bajo esa postura develó más detalles sobre cómo actúa ante las distintas vivencias que se le presentan como conductor de la Iglesia católica. “Cuando veo que me complico, es un modo de proceder mío, cuando veo que la cosa está complicada: ‘Frenate Jorge un poquito, pensá, dónde está lo artificial, dónde está aquello que te impide ser natural’”, narró, como hablándose a sí mismo, y continuó: “Un poco de oración, un poco de paz, dar vuelta de página y volver a retomar cuatro horas después. Eso ayuda a retomar la naturalidad”.
Convencido de que todavía este no es momento para dejar el cargo, desestimó -una vez más- la información en ese sentido y habló de los datos que surgieron en cuanto a su posible renuncia con eje en sus problemas de salud. “Lo tomé con mucha simpatía porque una de las personas que escribió sobre eso es una periodista a quien yo respeto muchísimo, es muy profesional. Ella fue uniendo hechos que podían ser metamensajes, hizo un buen estudio con eso y era sensato, es coherente, pero fue pura casualidad”, dijo y expresó: “En este momento no siento que el Señor me lo pida; cuando sienta que me lo pida, sí”.
No obstante, sí se refirió a cómo lo afectó la dolencia en la rodilla, que lo obligó a mostrarse por primera vez en silla de ruedas en público y a suspender actividades, entre ellas, un viaje a la República Democrática del Congo y a Sudán del Sur, que tenía pautado desde el 2 al 7 de julio. “Lo de la rodilla me asustó. Gracias a Dios, se está mejorando. Ahora puedo caminar, pero el viaje al Congo no lo pude hacer. 20 días después me ha dado este progreso, pero nunca se me ocurrió renunciar hasta el día de hoy”, insistió.
Y cuando le consultaron si se siente “disminuido”, indicó: “Disminuido en ese sentido de que soy pendiente de eso, [pero] como soy un poco caradura, el complejo de inferioridad no me viene tan fácilmente. Sí me siento muy limitado”.
Seguro, no obstante, de que “la puerta está abierta siempre” para irse del Vaticano, el Sumo Pontífice habló de su relación con su predecesor y Papa emérito, Benedicto XVI, y volvió a dejar abierta la posibilidad de seguir sus pasos. Dijo que le gustaría que ese “ejemplo tan grande” que dio el cura alemán lo ayude si él se da cuenta de que no puede seguir en la función, si “hace daño” o si es “un estorbo”.
“Le tengo una gran simpatía al papa Benedicto y, cuando lo voy a ver, con esos ojos brillantes, sonriendo, siempre habla muy bajito, no es fácil entenderlo. Ese hombre está sosteniendo la Iglesia con su bondad y su retiro. Tiene 95, para 96 ya, y está ahí quietito orando, lee, escribe, estudia todavía”, contó Francisco sobre Benedicto. “No lo veo todos los días de la semana, pero generalmente para las fechas grandes voy, o cuando hay algún acontecimiento especial. Con el Consistorio siempre le llevo los cardenales nuevos y él, muy contento por eso”, narró.
Reiteró que no volvería a la Argentina si renuncia
En caso de dejar el liderazgo de la Iglesia, Francisco volvió a admitir que no volvería a la Argentina. “Soy obispo de Roma, soy obispo emérito de Roma”, afirmó y dijo que le gustaría, si sale del Pontificado, confesar en alguna iglesia. Incluso, contó que tenía pensada su jubilación en Buenos Aires, algo que finalmente no ocurrió por ser elegido Papa.
“Cuando vine al Cónclave tenía preparado mi retiro, que iba a ser en noviembre de ese año, cumplía los 77. Había elegido una linda pieza en el hogar sacerdotal, me la habían pintado, está renovada y a cinco cuadras de una parroquia, la mía, la que iba de chico, donde se confiesa muchísimo. A media cuadra de un hospital grande. Dije: ‘Jorge va a tener para trabajar bastante entre ir a confesar ahí y ver a los enfermos”, indicó.
Consciente de que es necesario “explicitar mejor” cómo debería ser la vida de un Papa emérito, continuó: “Mi trabajo: estar al servicio de la gente donde se pueda. Eso pensaba en Buenos Aires y pienso que ese esquema, si yo sobrevivo a la renuncia, porque puede ser que me muera antes de renunciar, si sobrevivo me gustaría una cosa de ese tipo. Hay que ver cómo. Si uno termina bastante destruido o con las neuronas fuera de sí, mejor que no haga nada y se quede quietito”.
Para terminar, el Papa Francisco dijo que todavía se identifica como Jorge. “Ciertamente, mi identidad es esa. Lo otro es una identidad de servicio, soy pastor, soy obispo de Roma, es la identidad que tengo de servicio en la Iglesia. Pero la identidad de adentro: Jorge, mis padres, hay una gran pertenencia familiar, muy fuerte, eso hace a la historia, la cultura, donde crecí, cinco hermanos”, expresó.