Frente a la Virgen Salus Populi Romani de la Basílica de Santa María La Mayor y sobre su silla de ruedas, el papa Francisco rezó con la cabeza gacha. Volver al primer lugar que visitó al asumir el cargo en marzo del 2013 era justo y necesario: su viaje a Canadá -que se inició el domingo 24 y terminará este sábado 30- acaparará todos los reflectores y debía preparar el espíritu.
¿Con cuánta frecuencia la cabeza de una iglesia acusada de estar involucrada en abusos y delitos contra niños y niñas viaja al país que la culpa?
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El tema no es menor. En el 2021 y en medio de la que solía ser propiedad del internado para indígenas menores de edad en Kamloops (Columbia Británica), se descubrió una fosa común. Adentro, los cuerpos de 215 niños indígenas. El hallazgo provocó que el estudio se replicara en lugares cercanos a algunos de los 139 centros que, entre 1883 y 1996, albergaron a 150 mil niños. Los resultados fueron similares. Ahora se sabe que vivir en ellos era padecer de violencia sexual y otros castigos físicos, recursos que el Estado y la Iglesia Católica (así como otras) utilizaron para integrarlos a la nueva sociedad. Otros prefieren describir este proceso como “genocidio cultural”.
El papa Francisco sabe de la trascendencia de su viaje al punto que, después del Angelus del domingo 17 de julio, sostuvo que visitar Canadá era una “peregrinación penitencial”, una forma de tomar el nombre de Jesús “para encontrar y abrazar a las poblaciones indígenas”. Solo de esta manera se entiende que, a pesar de que el mes pasado cancelara su visita a África, ahora mantuviera los planes. ¿O es que ya mejoró su salud?
“El año pasado lo operaron por algo relacionado al colon y últimamente apareció en silla de ruedas, pero parece que ya se está recuperando -dice el historiador y especialista en la iglesia Juan Fonseca-. Aun así, es un tema que preocupa. Él tiene 85 años, lo que lo vuelve uno de los papas de mayor edad en el cargo y, si su salud se sigue deteriorando, no sorprendería que tome una decisión sobre su permanencia en el cargo”.
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En 1883, Canadá empezó con el sistema de internados para niños de pueblos originarios, como el Inuit, Métis, etc. El objetivo era enseñarles cómo vivir en la nueva sociedad. En las aulas y los pasillos, cuenta la agencia EFE, "no podían hablar su idioma y eran obligados a aprender oficios humildes en unas condiciones insalubres que provocaron numerosas muertes por enfermedades como la tuberculosis".
El escenario que plantea Fonseca tiene que ver con las reformas que el Papa intenta implementar en la institución. La pregunta es si tendrá la fuerza física y la energía para llevarlas a cabo. Lo otro sería transitar el mismo camino que el papa emérito Benedicto XVI. “Él lo ha negado, pero de darse, sería una noticia muy devastadora porque implicaría que las mismas autoridades de la iglesia reconocen su propia incapacidad para manejar una institución tan antigua y compleja. En ese contexto, ser progresista es una tarea muy complicada y el papa la está sufriendo”.
En esa lógica es que puede entenderse el viaje a Canadá y su esfuerzo por no cancelarlo. El historiador agrega: “Las noticias han mostrado una iglesia que el Papa detesta, una que trató mal a los indígenas cuando lo que él busca es una que se acerque a los más vulnerables. Por lo menos ahora hay una intención, desde el plano simbólico, de reparar la imagen negativa y de reconciliarse con la historia”.
Este lunes 25, cuenta EFE, el Sumo Pontífice se reunirá con “los inuit, los métis y las primeras naciones en Maskwacis, cerca de Edmonton”. El viernes 29, antes de partir, viajará a Quebec e Iqaluit, para juntarse “con algunos antiguos alumnos de los internados”.
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Reconciliación en marcha
Para Gerardo Ferrara, historiador italiano representante de fundaciones de habla hispana en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz (Roma), cancelar África y mantener Canadá en la agenda tiene una explicación más simple. “Ni en Sudán ni la República Democrática del Congo hay infraestructura que permita que Francisco se transporte de un lado a otro con facilidad”, sostiene.
Tampoco se trataría de un viaje para limpiar la imagen de la iglesia. “Antes, Benedicto XVI recibió a algunos indígenas y les pidió perdón por los abusos y los métodos educativos que se utilizaban en el siglo XIX y XX en Canadá. Pero lo que pasó allí no tuvo que ver tanto con la fe sino con el proceso de colonización. Tenemos que recordar que las escuelas en donde se sucedieron estos hechos eran del Estado”, sostiene Ferrara.
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Él explica: “A diferencia de Latinoamérica donde se dio el mestizaje, en Estados Unidos, Canadá y las colonias tradicionalmente anglosajonas, la cultura de origen se borró por completo. Y, a veces como pasó en España con la Inquisición, el Estado utilizó a la iglesia para ordenar sus asuntos y dar forma a un pueblo étnicamente conforme a su idea de linaje”.
Ferrara, sin embargo, destaca que el Papa haya visitado a la Virgen antes de viajar. “Él es de Latinoamérica, región devota de la Virgen de Guadalupe, la patrona y símbolo de la inculturación que respeta todas las identidades”.
Durante mucho tiempo, dice el especialista, se pensó que para integrarse uno debía cambiar por completo su forma de pensar. Pero desde que ella se le apareció al indio Juan Diego y le habló en su lengua, el paradigma cambió. “Actualmente y desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia Católica acepta que cada pueblo tiene raíces en la verdad y la fe y, a partir de ellas, se tiene que dialogar con cada uno de ellos respetando su cultura”.