Febrero 1962. Rudolf Abel cruzaba el puente de Glienicke, entre lo que entonces era Berlín Occidental y Berlín Oriental. El espía soviético, que cuatro años antes había sido capturado en Nueva York por el FBI, era canjeado por el piloto estadounidense Gary Powers, detenido en Moscú por realizar también labores de espionaje.
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Diciembre 2022. La basquetbolista estadounidense Brittney Griner, detenida en Moscú por posesión de aceite de cannabis, es intercambiada en Abu Dabi por el traficante de armas ruso Viktor Bout, el infame ‘mercader de la muerte’, tras meses de tensas negociaciones y con la guerra en Ucrania como telón de fondo.
Si lo ocurrido hace seis décadas fue uno de los intercambios de espías más significativos de la Guerra Fría, lo que pasó hace unos meses fue a todas luces un trueque inequitativo entre una deportista y un criminal de altísimo perfil.
Tras ello, pareciera que Estados Unidos se quedó sin prisioneros de calibre para poder canjearlos por otros detenidos que siguen purgando penas en Rusia. Uno de ellos es Paul Whelan, un exmarine estadounidense arrestado en el 2018 y sentenciado a 16 años de prisión. El más reciente, y que ha causado consternación, es el caso de Evan Gershkovich, periodista de “The Wall Street Journal”, detenido el 29 de marzo mientras investigaba en Ekaterimburgo las actividades del Grupo Wagner, el ejército de mercenarios del Kremlin.
Ambos han sido acusados de espionaje y se han convertido en un verdadero dolor de cabeza para la administración Biden.
Una reciente investigación de la cadena CNN señala con preocupación que, efectivamente, los estadounidenses no tienen prisioneros que puedan ser intercambiados por Whelan o Gershkovich, y que esto estaría siendo aprovechado por Moscú para presionar más a Washington.
¿Es posible que EE.UU. se haya quedado sin espías rusos dignos de valía en sus cárceles?
Según funcionarios y exfuncionarios estadounidenses cuestionados por CNN, en el país hay unos 60 ‘hackers’ rusos y ciberdelincuentes detenidos, pero no son considerados importantes por el Kremlin como para ser parte de un intercambio. Rusia quiere más.
“La búsqueda de información, aunque sea para contrarrestar intereses políticos, no convierte a Evan en un criminal o un espía, sino en un periodista. El periodismo no es un delito”.
Carta dirigida al Kremlin, firmada por 301 excorresponsales en Rusia.
Presión política
“El hecho que Rusia tenga más estadounidenses capturados se debe a que en realidad no son espías sino rehenes, a los que acusa de espías para usarlos para negociar con EE.UU. y hacer que les entreguen espías verdaderos”, afirma a este Diario el analista internacional Roberto Heimovits.
“Rusia dejó de ser una democracia hace varios años, y esta toma de rehenes es incentivada por el gobierno. Hacer esto en Estados Unidos sería mucho más difícil porque tienen un aparato judicial independiente, y capturar a ciudadanos rusos inocentes sería más difícil, así como usarlos como piezas de negociación”, añade.
De una opinión similar es Jesús Ágreda Rudenko, docente de la Facultad de Estudios Internacionales y Políticos de la Universidad del Rosario de Bogotá: “Sí es posible que Estados Unidos se haya quedado sin prisioneros de alto valor para Rusia, y la razón es simple: la forma en cómo funciona el sistema judicial ruso. Allá se han realizado detenciones que podrían parecer arbitrarias contra personas que son usadas como un mecanismo de presión política. Es usual que se realicen detenciones bajo cualquier pretexto”.
Edad: 53 años
Detenido en diciembre del 2018 y condenado a 16 años de prisión.
Edad: 31 años
Arrestado en marzo de este año y se enfrenta a 20 años de cárcel.
En esto se podría enmarcar la captura de la basquetbolista Griner, una figura reconocida en su país y cuya detención generó mucho revuelo entre la opinión pública estadounidense, que presionaba por su liberación. Lo mismo está ocurriendo ahora con el periodista Gershkovich, pues los principales medios de prensa no cesan de exigir su libertad.
“Rusia, que es un estado autoritario, aprovecha la sensibilidad propia de un sistema democrático, y la participación popular en esos sistemas democráticos, y saca una enorme ventaja al detener personas de manera aleatoria, y a cambio obtienen presos de mucho valor, como Viktor Bout, que fue intercambiado por la basquetbolista”, apunta Ágreda Rudenko.
Esta semana, la CIA lanzó un video en las redes sociales con el fin de convencer a los rusos descontentos con la guerra en Ucrania para que se conviertan en informantes.
Agentes de la CIA involucrados en el proyecto señalaron que la guerra ha creado una oportunidad histórica “para que los rusos vengan a nosotros y compartan la información que Estados Unidos necesita”.
El video se publicó primero en Telegram, una red social altamente popular en Rusia.
En busca de aliados
Mientras tanto, Estados Unidos está recurriendo a sus aliados para poder conseguir prisioneros intercambiables. Uno de ellos está en Alemania y, según ha trascendido, ya hay negociaciones en marcha para su extradición. Se trata de Vadim Krasikov, un excoronel del Servicio Federal de Seguridad (SFB) condenado a cadena perpetua tras el asesinato, en el 2019, de un ciudadano georgiano en un parque de Berlín.
El nombre de Krasikov incluso estuvo en las negociaciones que se realizaron para el intercambio de Griner por Bout, que también incluían a Whelan, pero no se llegó a buen puerto.
Otro nombre que circula es el de Sergey Cherkasov, que se hizo pasar por un brasileño que estudiaba un posgrado en la Universidad Johns Hopkins, en Washington, y que fue detenido por Países Bajos cuando intentaba unirse nada menos que a la Corte Penal Internacional.
Aunque Rusia ha tenido varias bajas en sus redes de espionajes, no han bajado la guardia en sus intentos de seguir infiltrándose en el corazón de los gobiernos que consideran enemigos. Así, pese a que la guerra en Ucrania continúa, el Kremin sabe que está en ventaja en su capacidad de negociación, mientras que Washington siente aún más la presión en su intento de conseguir el retorno seguro de sus compatriotas.
“Es probable que el periodista y el exmarine sigan detenidos mucho tiempo más”, reflexiona Heimovits. “No solo porque EE.UU. no tendría en este momento a alguien importante para ofrecer, sino por el deterioro profundo de las relaciones entre ambos países por la guerra en Ucrania, a menos que lleguen a tener un golpe de suerte y el FBI logre desbaratar de pronto una nueva red de espionaje”.
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