China: Detienen a editor que trabaja en libro sobre Xi Jinping
China: Detienen a editor que trabaja en libro sobre Xi Jinping
Virginia Rosas

En el 2021 –un año antes del fin del segundo mandato de Xi Jinping– se conmemorará el centenario de la fundación del Partido Comunista Chino. Las celebraciones serán fastuosas y servirán para reforzar con firmeza la preeminencia del PCCh como único órgano de Gobierno y control.

No nos engañemos. Xi no es Gorvachov y no habrá ni perestroikas ni glasnost. Al contrario, para China no ha llegado el momento de reformas políticas. Es, más bien, tiempo de revigorizar el partido, volviendo a los valores tradicionales de la China imperial, al confucionismo, a Mao Tse Tung y a la represión contra los opositores.

El autoritarismo de Xi se destina casi exclusivamente a redorar las insignias del PCCh a fin de que este mantenga el monopolio del poder, ya que se le considera como el único factor de cohesión del pueblo y al que se le atribuye el enriquecimiento del país.

El férreo régimen comunista continuará a la par con las reformas económicas, en busca de un nuevo modelo de desarrollo que apunte a la innovación y el conocimiento y que conduzcan a China a una verdadera industrialización.

Xi Jinping está decidido a convertir a su país en socio especial del club de los grandes, para lo cual es imprescindible extender su poderío militar. Para empezar, acaba de inaugurar una base naval en Yibuti, en pleno cuerno del África. La idea es convertirse en corto tiempo en una potencia marítima capaz de defender sus intereses en diversas partes del mundo.

“Mao fue conocido por querer exportar la revolución. La nueva era de Xi Jinping es la de la exportación de capital. Xi sueña con el gran imperio rojo”, dice el historiador Zhang Lifan. La economía es su arma más eficaz, y las rutas de la seda y la internacionalización del yuan son sus estrategias.

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