El lunes 17 Rusia atacó varias ciudades de Ucrania con drones suicidas desarrollados por Irán, quizás la demostración del buen entendimiento entre Moscú y Teherán. Pero no siempre fue así.
Rafael Moreno Izquierdo, doctor en Relaciones Internacionales por la Universidad Complutense de Madrid, recuerda que las relaciones entre ambos estados jamás fueron sencillas. Los desencuentros se rastrean, por ejemplo, a Persia -”como se conocía la nación iraní desde los tiempos bíblicos”-, cuando esta “perdió todas sus posesiones en el Cáucaso a manos de Moscú en el año 1828″.
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Más tarde, durante la Guerra Fría, Irán se acercó a Estados Unidos para ser un “freno o tapón a la expansión de la influencia comunista”. Fue recién entrada la década de 1990 que la situación cambió. Entonces coincidieron varios eventos: la muerte del ayatolá Ruhollah Jomeini, “un declarado anticomunista”; “el final de la guerra entre Irán e Irak”; “la retirada soviética de Afganistán en 1988-1989″; “y, por último, el colapso de la propia URSS”.
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Moreno Izquierdo escribe que, cuando Vladimir Putin llegó al poder en el 2000, hubo un “intento por relanzar las relaciones ruso-iraníes”. Desde entonces empezó la venta de armamento, por ejemplo. Sin embargo, los primeros desacuerdos no tardaron en aparecer, sobre todo en lo relacionado al desarrollo nuclear, e Irán empezó a mirar con interés a China.
La coyuntura actual, sin embargo, los obligó a acercarse. Así lo explica Enrique Banús, director del Instituto de Estudios Europeos de la Universidad de Piura: “Son dos países ‘apestados’ y por lo mismo que tienen pocos amigos, lo único que les queda es juntarse. Recordemos que ambos están enfrentados con Estados Unidos y han sido sancionados por la Unión Europea”.
Finalmente, son países con varias similitudes. “Reprimen la libertad de expresión y se manejan con códigos morales supuestamente estrictos. Son fundamentalistas de signos diferentes”, anota Banús.
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Una relación con doble filo
Tal como lo adelantó Banús, las sanciones económicas también sumaron al acercamiento de Rusia e Irán. En julio, por ejemplo, el mandatario ruso Vladimir Putin se reunió con su homólogo iraní Ebrahim Raisi en Siria. Entonces ya se hablaba de “cifras récord en términos de crecimiento del volumen de negocios”.
Con eso en mente se puede entender también la presencia de los drones suicidas. Si Teherán niega su venta es para evitar la publicidad negativa (se pondrían del lado de los invasores), pero es claro, acota el especialista, que “necesita ingresos porque su situación es mala”. De allí que el Gobierno se jactara de que, en efecto, ellos desarrollaron dicha tecnología.
Lo que es cierto es que ambas naciones también se enfrentan a problemas domésticos. Lo explica “Clarín”: “Irán está tratando de sofocar las protestas callejeras que representan el desafío más serio en años para el gobierno, mientras que Rusia está tratando de manejar la creciente disensión sobre un esfuerzo de guerra vacilante y un reclutamiento impopular”.
Y Rusia ha demostrado ser un buen aliado cuando su presencia ha sido requerida. El medio argentino recuerda que Putin “desplegó su fuerza aérea en Siria a partir del 2015 para evitar el colapso del régimen del presidente Bashar Al Assad, un antiguo aliado de Teherán”.
Pero el Kremlin siempre deberá mantener cierta distancia. Banús propone dos razones. La primera es la reacción de Israel, que vive en constante tensión por la amenaza iraní. “Ellos, por primera vez en la guerra, están ayudando a Ucrania. Después de mantenerse neutrales y tratar de ayudar en las negociaciones por la paz, ahora parece que se involucran discretamente y comparten información de los servicios secretos para ayudarlos a defenderse”.
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Lo segundo es la cuestión nuclear. “Irán no permite los controles y no sé si a Rusia le convenga tener como socio a un país con muy mala fama y que simboliza un conflicto permanente. El Kremlin no ha dicho nada al respecto, pero puede que no les interese ir de la mano con ellos”.
Mientras tanto, según Reuters, Irán prometió seguir enviando armamento a Rusia. Uno de los diplomáticos con los que conversó la agencia sostuvo: “Los rusos habían pedido más aviones no tripulados y los misiles balísticos iraníes de mayor precisión, en particular la familia de misiles Fateh y Zolfaghar”.
“Dónde se están usando no es cuestión del vendedor. No tomamos partido en la crisis de Ucrania como Occidente. Queremos que se ponga fin a la crisis por medios diplomáticos”, agregó la fuente.