La promesa de Xi Jinping de impulsar un alto al fuego en la guerra en Ucrania parece haber caído en saco roto. Poco después de que el presidente chino visitara Moscú por primera vez tras el inicio del conflicto Rusia lanzó una ráfaga de ataques con drones y reforzó el despliegue de sus fuerzas en territorio rival. Los bombardeos se cobraron la vida de al menos siete personas en los alrededores de Kiev.
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En total, un enjambre de 21 drones Shahed-136 de fabricación iraní fueron lanzados por Rusia contra las provincias de Kiev, Zhytomyr y Khmelnytsky, ambas al oeste de la capital ucraniana. El ejército ucraniano logró interceptar 16.
El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, condenó el lanzamiento de “más de 20 drones asesinos iraníes” y de varios misiles contra varias regiones del país y horas más tarde denunció un ataque contra objetivos civiles en la ciudad de Zaporiyia, más de 500 kilómetros al sureste de Kiev, donde las fuerzas rusas atacaron un edificio de viviendas matando a al menos una persona.
Los ataques adquieren significado especial si se considera que se realizaron el día en que terminaron importantes visitas internacionales a Kiev y Moscú.
El primer ministro japonés, Fumio Kishida, que es el actual presidente del Grupo de los Siete, dejó Ucrania este miércoles tras realizar una visita sorpresa a Kiev el martes para mostrar su apoyo y su “inquebrantable solidaridad” con el gobierno del presidente Volodimir Zelenski.
Pero la visita que acaparó la atención fue la que hizo Xi Jinping a Moscú. El presidente ruso, Vladimir Putin, asfixiado por las sanciones occidentales y la orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional, recibió con toda la pompa al líder chino, cuyo apoyo político resulta clave para Moscú.
En Moscú, Xi abogó por el cese de las tensiones y la reanudación de las negociaciones de paz entre Moscú y Kiev y defendió su propio plan para lograrlo, el mismo que es criticado por Occidente pues no considera la retirada de las tropas rusas ni condenar la anexión ilegal de cuatro regiones ucranianas.
Aunque Putin afirmó que varios puntos de la propuesta china “pueden servir de base para el arreglo del conflicto”, no mostró intención de poner fin a la guerra que él mismo inició hace más de un año.
Un aliado necesario para Moscú
Putin también quiere un apoyo más tangible de Beijing que se traduce en armas. Occidente, que sigue atento la jugada china, ha advertido durante semanas que el gobierno de Xi está considerando pedidos rusos de armas para la guerra.
Pese a ello, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, afirmó que Beijing aún no ha “cruzado la línea” de entregar armas letales a Rusia en medio del conflicto en Ucrania.
Moscú busca el apoyo de Beijing en momentos en que su campaña en terreno en Ucrania aún no logra los objetivos deseados por el Kremlin.
De hecho, Zelenski viajó este miércoles al frente de Bakhmut para dar ánimo a los defensores de la ciudad, donde se producen los combates más duros de todo el frente desde hace siete meses. Según Kiev y algunos análisis de defensa, las fuerzas rusas están perdiendo empuje en la zona por su intento de reforzar otras zonas en el Donbás, como Avdíivka, foco de cruentos combates.
Contra el enemigo común
Durante la visita de Xi a Moscú, el mandatario chino y su par ruso rechazaron categóricamente la hegemonía occidental en todos los temas internacionales.
En línea con el aumento de la tensión, el ministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, acusó a Occidente de obstaculizar la aprobación de una convención internacional que prohíba el uso de proyectiles con uranio empobrecido, que pueden causar daños ecológicos en caso de ser usados.
Lavrov alertó del peligro ecológico de estos proyectiles y enfatizó que Rusia reaccionará ante el eventual envío de este tipo de armamento a Ucrania.
Mientras Xi y Putin han enviado un claro mensaje de acercamiento, aún se desconoce si, como parte de su anunciado intento de buscar un cese al fuego, el mandatario ruso llamará a Zelenski, algo que espera Kiev y le han pedido Estados Unidos, la Unión Europea y la OTAN a Beijing.
Roberto Heimovits
Analista internacional
Ha habido dos niveles en la visita de Xi Jinping a Rusia. El primero es el referente al apoyo a Moscú en la guerra en Ucrania y el segundo a las relaciones entre China y Rusia. En cuanto al conflicto, la propuesta de Xi es inaceptable para Ucrania y sus aliados porque suponía congelar la conquista territorial de Rusia en Ucrania, lo que significaba que Rusia no se tenía que retirar del territorio ocupado para lograr la paz.
Putin habrá esperado conseguir más armamento de China porque las sanciones de Occidente comienzan a afectar cada vez más a la industria rusa de armamento, pero, y aquí viene el juego global, a China en este momento difícilmente le conviene darle armas a Rusia porque ya las relaciones entre Beijing y Occidente pasan por un momento bastante malo y si le da armas a Moscú estas relaciones podrían tener un deterioro mucho mayor de forma bastante rápida, lo que afectaría la economía china.
Putin está tratando de dar el mensaje de que aún si China no le da armamento igual puede seguir con la guerra sin problemas. Los últimos ataques son una demostración de fuerza, pero no sé qué tan contundentes sean porque Ucrania también está logrando avances con sus nuevas armas y drones y ha atacado objetivos rusos.
Otro resultado de la visita es que China ha reafirmado su oposición a cualquier uso de armas nucleares por parte de Rusia, algo que no les conviene a los rusos tampoco. Por ello, creo que la visita de Xi Jinping a Rusia no servirá de mucho para acabar con el conflicto.