¿El Vaticano bajo un ciberataque ruso? Aunque la Santa Sede intenta minimizar, desde ayer su sitio web oficial no está funcionando, algo que muchos sospechan que podría estar relacionado con las declaraciones que hizo el Papa en una entrevista que se publicó el lunes pasado, en la que explicó cuál es su postura sobre la guerra en Ucrania y aclaró que no mencionaba con nombre y apellido a Vladimir Putin porque no era necesario.
Esto causó fuertes reacciones en Moscú, donde hoy incluso el canciller ruso, Sergei Lavrov, se sumó al coro de críticas al Pontífice, acusado de discriminar a las minorías étnicas de la Federación Rusa por haber mencionado especialmente a los chechenos y buriatos como responsables de las crueldades que se cometen en Ucrania.
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En una conferencia de prensa, Lavrov tocó el asunto refiriéndose a la oferta de mediación del Vaticano: “Dice querer mediar, pero recientemente ha hecho declaraciones no cristianas sobre las crueldades cometidas especialmente por miembros de dos nacionalidades de Rusia, es decir, los chechenos y los buriatos”, dijo el canciller ruso, que fue más allá. “El Vaticano dijo que esto no se repetirá y que probablemente hubo un malentendido, pero esto no ayuda a aumentar la autoridad del Estado Pontificio”, acusó.
El lunes pasado, el día en que se publicó la entrevista en la revista jesuita estadounidense America Magazine, la primera en reaccionar había sido la segunda de Lavrov, Maria Zajarova. La funcionaria dijo: “Esto ya no es rusofobia, sino perversión de la verdad de un nivel nunca visto”.
Más allá de la referencia a los chechenos y buriatos del Papa, todo el mundo sabe que lo que más molestó en Moscú fue que el jefe máximo de la Iglesia Católica por primera vez dijo explícitamente que “quien invade es el Estado ruso”.
“Cuando hablo de Ucrania, hablo de pueblo mártir, de un pueblo martirizado. Si hay un pueblo martirizado hay alguien que lo martiriza. Cuando hablo de Ucrania, hablo de la crueldad porque tengo mucha información de la crueldad de las tropas que vienen. Generalmente los más crueles son quizás los pueblos que son de Rusia, pero no son de la tradición rusa, como los chechenos, los buriatos, etcétera”, dijo el Papa. “Ciertamente quien invade es el Estado ruso. Eso es muy claro. A veces trato de no especificar para no ofender y más bien condenar en general, aunque se sabe bien a quién estoy condenando. No es necesario que ponga el nombre y el apellido”, agregó.
Hackeo
Estas palabras enfurecieron a Moscú. Y cuando ayer comenzó a no funcionar y estar inaccesible el sitio oficial del Vaticano, el primero en acusar a hackers rusos de un ataque informático fue el embajador de Ucrania ante la Santa Sede, Andrii Yurash.
En un tuit, el embajador ucraniano acusó a “terroristas” rusos de haber alcanzado y tornado inaccesibles varias páginas online de diferentes estructuras de la curia romana, en respuesta a las “importantes declaraciones del Papa”.
“Los hackers una vez más demuestran el rostro verdadero de la política rusa, directamente definida por el Parlamento Europeo como terrorista”, denunció, adjuntando fotos de hackers rusos buscados por el FBI.
En el Vaticano, donde nadie quiere alimentar un incidente diplomático, sino todo lo contrario, intentan minimizar. Y prefieren no hablar de ciberataque, ni de hackers. Si al principio ayer explicaron que los problemas se debían a “actividades de mantenimiento”, más tarde admitieron que estaban haciendo “verificaciones técnicas debido a intentos anómalos de acceso al sitio”.
No hace falta ser experto para deducir que estos “intentos anómalos de acceso al sitio” deben haber sido enormes para provocar un colapso del sitio oficial que hoy seguía irresuelto después de 24 horas.
No es la primera vez que hay un ciberataque contra el Vaticano. En 2020, según detectó la empresa estadounidense Recorded Future, algunos hackers chinos lograron introducirse en el sistema informático vaticano con un malaware. El objetivo habría sido encontrar información en la Secretaría de Estado en momentos en que se estaban dando contactos entre Pekín y Roma para renovar el acuerdo sobre la designación de obispos. Aunque, como recordó La Repubblica, esas acusaciones fueron luego desmentidas por un vocero del gobierno chino.
Por Elisabetta Piqué