Este miércoles 14 se iniciará el VII Congreso para Líderes de las Religiones Mundiales y Tradicionales en Kazajistán, adonde acudirá el papa Francisco. Hasta hace poco, la presencia del líder de la iglesia rusa ortodoxa, Kirill, también estaba asegurada y se esperaba una reunión entre ambos para discutir sobre la guerra entre Rusia y Ucrania. Sin embargo, el patriarca de Moscú canceló su viaje. ¿Sería válido pensar que fue una decisión política?
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Walter Sánchez Silva Saldarriaga, periodista de la agencia católica ACI Prensa, responde: “Este tipo de encuentros tienen como objetivo, primero, el diálogo religioso, por lo que convoca a gente de distintas confesiones. Lo que se busca son esfuerzos que apunten al bien común y la paz”. También es cierto, agrega, que si bien no suele haber un trasfondo político, hay casualidades. El Papa, por ejemplo, coincidirá con Xi Jinping, presidente de China, país que “históricamente ha perseguido a los católicos”. ¿Una oportunidad para pedirle que se respeten sus derechos? Con esa misma lógica y en el contexto actual, la ausencia de Kirill se acentúa.
“¿Canceló para evitar hablar del conflicto bélico? Es posible porque desde que este empezó, el papa Francisco ha hecho de todo para que se depongan las armas, se acabe la muerte y el éxodo de los refugiados. Recuerda que, en abril y coincidiendo con la pascua de los ortodoxos, le escribió una carta a Kirill para trabajar juntos por la paz en Ucrania”.
Hay que tener en cuenta, añade Sánchez Silva, que las relaciones entre los representantes de ambas iglesias jamás fueron sencillas. “No es que los católicos no hayan querido acercarse, sino que hay sectores ortodoxos que no están abiertos al diálogo. Juan Pablo II intentó encontrarse con Alexis II, el anterior patriarca, pero no fue posible. Benedicto XVI hizo lo mismo y tampoco. Tres años después de que Francisco asumiera, recién se reunió con Kirill en el aeropuerto de La Habana por dos horas y hablaron sobre asuntos generales. Este pudo haber sido el momento ideal para otro tipo de diálogo”.
Según el diario español “El Correo”, “antes de ser patriarca, Kirill se entrevistó en dos ocasiones en Roma” con Benedicto.
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Fe y política
“Cuando hablamos de este tipo de dignatarios religiosos, las presencias o ausencias reflejan sus posiciones políticas. Finalmente, estos eventos son actos diplomáticos”. Para Juan Fonseca, historiador y especialista en la Iglesia Católica, la cancelación de Kirill es su forma de expresar disconformidad con el papa Francisco. Además, le ahorrará soportar la presión para que se reúnan.
Pero Kirill es un actor político aliado del presidente de Rusia, Vladimir Putin -dijo que su llegada al poder fue un “milagro”-. Y así argumenta a favor de la agresión rusa: “No queremos pelear con nadie. Rusia nunca ha atacado a nadie. Es sorprendente que un país grande y poderoso nunca haya atacado a nadie, sólo ha defendido sus fronteras”.
Fonseca comenta: “Así como el Kremlin, él no puede avalar explícitamente el conflicto, así que plantea un discurso nacionalista que muestra la guerra como un instrumento. Además, como la Iglesia Ortodoxa es uno de los elementos esenciales de la identidad nacional rusa, se pueden construir discursos morales que unan y energicen el espíritu del pueblo”.
También conocido como el Cisma de los Latinos. Según Google Arts & Culture, fue el final de un "distanciamiento progresivo teológico y político", la ruptura de la "unidad de lo que era la Iglesia estatal del Imperio romano". Luego de ello, el cristianismo calcedonio se dividió entre la Iglesia Católica y la ortodoxa, representantes de Occidente y Oriente, respectivamente.
ACI Prensa anota que, para entender esta separación, hay que regresar al s. IX, "cuando el emperador Miguel III depuso y exilió a Ignacio, el entonces patriarca de Constantinopla, y lo reemplazó por un hombre llamado Focio". Lo que siguió fue la lucha por el poder. Focio no fue bien recibido y la tensión entre el clero de Constantinopla y el papa Nicolás I llegó a su clímax cuando el sumo pontífice pidió la vuelta de Ignacio y amenazó al intruso con la excomunión. En respuesta, Focio negó su autoridad y "así se inició el proceso de lo que sería luego el cisma de Oriente que ocurrió en el año 1054".
El Sumo Pontífice es testigo de la situación y no ha guardado silencio. En una entrevista al Corriere della Sera, contó que conversó con Kirill vía Zoom el 16 de marzo. Durante los primeros 20 minutos de la junta -que duró el doble-, el ruso le “leyó, con una tarjeta en la mano, todas las justificaciones para la guerra”. Él se quedó atónito y, cuando el patriarca terminó, el papa le dijo: “Hermano, no somos clérigos del Estado. No podemos usar el lenguaje de la política sino el de Jesús”. “El patriarca no puede transformarse en monaguillo de Putin”, afirmó al diario italiano.
De allí que Fonseca entienda que la guerra, al menos por ahora, no va a cesar y que, en todo caso, Rusia está determinada a llegar hasta las últimas consecuencias. “Kirill, finalmente, está jugando un papel fundamental como legitimador de la guerra”, dice.
Y concluye: “Reunirse con Francisco hubiera sido un buen gesto, un llamada a la distensión, en especial para el lado ruso. Justamente por eso podría asumirse que Moscú la impidió. Hubiera sido una sorpresa si se concretaba”.
Por el momento y debido a sus posturas sobre la guerra, ciertas iglesias ortodoxas optan por desvincularse de la rusa. La de Ámsterdam, por ejemplo, anunció en marzo que “rompía lazos” con Kirill.