Durante un acto del Partido Demócrata celebrado la noche del jueves en Nueva York, el presidente estadounidense Joe Biden aseguró a los presentes que Vladimir Putin “no bromea” en sus amenazas de utilizar armas nucleares en el marco de la invasión a Ucrania, lo que está poniendo al mundo al borde de un “Armagedón nuclear”.
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Según el mismo mandatario, la humanidad no habría estado ante un peligro tan grande en los últimos 70 años.
Los comentarios de Biden llegan pocos días después de que su homólogo ruso aseurara estar dispuesto a “utilizar todos los medios a nuestra disposición” ante una amenaza contra su país. En el mismo discurso, brindado en el marco de la anexión de cuatro regiones ucranianas mediante referéndums calificados como una “farsa” por Occidente, Putin advirtió a “aquellos que intentan chantajearnos con armas nucleares” que “deben saber que los vientos pueden soplar también en su dirección”.
Desde el inicio de la invasión rusa, el tema nuclear ha sido una de las mayores preocupaciones por los evidentes efectos destructivos que tendrían sobre la humanidad. Al anunciar su denominada “operación militar especial”, Putin puso en alerta a sus fuerzas de disuasión nuclear y el temor se ha mantenido hasta la fecha, con el despliegue del submarino K-329 Bélgorod, equipado del misil nuclear Poseidón, en el mar Blanco, al noroeste de Rusia.
Y aunque los Servicios de Inteligencia occidentales no registran en este momento evidencia sobre un inminente ataque nuclear, una escalada de este tipo podría desencadenarse con velocidad, incluso en cuestión de horas.
En ese sentido, Biden aseguró no existiría “la posibilidad de usar fácilmente un arma táctica nuclear y no terminar con un Armagedón”.
Tal como mencionó el líder demócrata, el mundo no experimentaba temores de este tipo desde la Guerra Fría, puntualmente desde la famosa Crisis de los Misiles en Cuba.
LA CRISIS DE LOS MISILES
En julio de 1962, el entonces primer ministro soviético Nikita Kruschev llegó a La Habana para participar de una reunión secreta con el dictador cubano Fidel Castro.
La fallida invasión de la Bahía de Cochinos, en la que disidentes cubanos intentaron derrocar al régimen de Castro apoyados por la Administración de John F. Kennedy en 1961, y el despliegue de misiles SM-78 Jupiter estadounidenses en bases de la OTAN ubicadas en Italia y Turquía durante el gobierno de Dwight D. Eisenhower, fueron motivos suficientes para que soviéticos y castristas acuerden una alianza de protección, según consta en el Archivo Histórico del Departamento de Estado.
El trato era simple, la Unión Soviética llevaría misiles nucleares a la isla y de esa forma evitarían cualquier nuevo intento de invasión a Cuba, la cuál ya se venía planeando en Washington con la denominada Operación Mangosta, o el disparo de alguno de los misiles estadounidenses desplegados en Europa, los cuáles tenían una capacidad de destrucción 100 veces mayor al de la bomba atómica lanzada sobre Hiroshima.
Casi de inmediato, los soviéticos comenzaron a construir los silos para albergar misiles R-12 Dvina, con un rango que ponía en riesgo a ciudades como Nueva York o Washington DC. La Inteligencia estadounidense, sin embargo, recolectó información que encendió las primeras alarmas en la Casa Blanca.
El 4 de septiembre, Kennedy advirtió públicamente sobre la introducción de armas en Cuba. El vuelo realizado el 14 de octubre por un avión espía estadounidense modelo U-2 sobre la isla revelaría, sin embargo, que la construcción de los silos nucleares habían continuado y se encontraban casi listos para estar operativos.
AL BORDE DEL DESASTRE
Con las imágenes procesadas y presentadas en la Casa Blanca, Kennedy convocó a sus principales asesores. Los consejeros militares insistieron en bombardear las instalaciones, destruyendo los misiles que ya habían llegado hasta ahí, y proceder con una invasión a la isla.
Otro grupo, mientras tanto, sugirieron limitarse a advertirle a Cuba y la Unión Soviética sobre lo que sucedía.
Kennedy terminó optando por poner en “cuarentena” al espacio naval cubano. El Archivo Histórico del Departamento de Estado resalta que este término fue empleado en reemplazo a “bloqueo” que suponía aceptar la existencia de un estado de guerra.
Al anuncio le seguirían 13 días en los que la crisis estuvo a punto de explotar. Durante esas jornadas, además, Kennedy y Kruschev intercambiaron una serie de cartas que resultaron decisivas para evitar el conflicto nuclear.
En la primera misiva, el presidente estadounidense le aseguraba a su par soviético que no permitiría el envío de armas ofensivas a Cuba y exigía que desmantelen las instalaciones ya levantadas en la isla.
Kruschev respondió dos días después, calificando como “acto de agresión” el bloqueo al espacio naval cubano. El líder soviético aseguraba que los barcos continuarían su camino hacia la isla, pero algunos de ellos terminaron dando la vuelta para regresar a la Unión Soviética.
Otros tantos consiguieron pasar luego de ser detenidos por autoridades estadounidenses y comprobar que no llevaban material bélico.
Para el 26 de octubre, Estados Unidos ya se encontraba en DEFCON 2, que según el Departamento de Estado se activa ante el riesgo inminente de conflicto. Kennedy, sin embargo, insistió en continuar por la vía diplomática.
John Scali, un corresponsal de la cadena ABC News, fue contactado esa tarde por un agente soviético, quien le dijo que su país podría negociar el retiro de misiles de Cuba si Estados Unidos se comprometía a no invadir la isla. Horas más tarde, una nueva carta de Kruschev llegaba a la Casa Blanca.
Siempre en base al registro del Departamento de Estado, la misiva del líder soviético fue “largo y emotivo”, planteaba además las consecuencias de “la catástrofe de la guerra termonuclear” y presentaba una salida similar a la que se le había informado a Scali.
Pese al derribo de un avión espía U-2 en Cuba al día siguiente y la llegada de una nueva carta de Kruschev que condicionaba su decisión al retiro de los misiles estadounidenses de Europa, Kennedy decidió continuar con el diálogo.
El 28 de octubre, el líder soviético declaró públicamente que los misiles serían desmantelados y retirados de Cuba. Información desclasificada años más tarde revelaría que Estados Unidos accedió a retirar sus armas instaladas en Turquía, lo que se materializó en abril de 1963, pero pidió que esto no forme parte de ninguna declaración pública.
EL RELOJ DEL APOCALIPSIS
En 1962, año durante el que transcurrió la Crisis de los Misiles, el reloj del Apocalipsis marcó las 11:53 p.m.
Creado en 1947 por el Boletín de Científicos Atómicos, se trata de una analogía que representa el peligro en el que se encuentra la humanidad de alcanzar un escenario de destrucción total y catastrófica, que vendría a ser la medianoche.
Inicialmente concebido para ajustarse con base en la amenaza de una guerra nuclear global, el reloj del Apocalipsis incluye actualmente otros peligros como el cambio climático.
La última modificación del reloj se produjo en el 2020, cuando este marcó las 11:58:20 p.m., convirtiéndolo hasta la fecha en el momento más cercano a la autodestrucción de la humanidad.
“La humanidad continúa afrontando dos peligros existenciales simultáneos: la guerra nuclear y el cambio climático, que se ven agravados por un multiplicador de amenazas, una guerra de información cibernética, que socava la capacidad de respuesta de la sociedad”, advirtió entonces el Boletín de Científicos Atómicos.
Cabe resaltar que pese al conflicto desatado en Ucrania, el reloj del Apocalipsis no ha sido modificado por el momento.
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