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Desde que el ejército ruso atacó hace casi cuatro meses, miles de civiles han muerto, pueblos enteros han quedado reducidos a escombro y millones de personas han huido de sus hogares.

Sin embargo, este jueves, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, me miró a los ojos y me dijo que las cosas no son lo que parecen.

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“No invadimos Ucrania”, afirmó.

"Declaramos una operación militar especial porque no teníamos absolutamente ninguna otra forma de explicarle a Occidente que arrastrar a Ucrania a la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) era un acto criminal", agregó.

Ucrania no es miembro de dicha alianza militar y, aunque ha expresado su voluntad de unirse a ella desde hace años, las posibilidades son remotas.

La "desnazificación"

Desde que Rusia invadió Ucrania el 24 de febrero, Lavrov solo ha concedido unas pocas entrevistas a los medios occidentales.

Durante esta conversación con la BBC, repitió la línea oficial del Kremlin de que había nazis en Ucrania. Los funcionarios rusos a menudo afirman que su ejército está "desnazificando" al país.

El ministro causó revuelo recientemente cuando trató de justificar que su gobierno llame "nazi" al presidente de Ucrania, que es judío, al hacer la ridícula afirmación de que Adolf Hitler tenía "sangre judía".

Le cité un informe oficial de Naciones Unidas sobre la aldea ucraniana de Yahidne en la región de Chernihiv, que afirma que "las fuerzas armadas rusas obligaron a 360 residentes, incluidos 74 niños y cinco personas con discapacidad, a permanecer durante 28 días en el sótano de una escuela… No había servicios sanitarios, agua… Murieron 10 personas mayores".

REUTERS
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"¿Eso es luchar contra los nazis?", le pregunté.

"Es una gran lástima", dijo Lavrov, "pero los diplomáticos internacionales, incluido el alto comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, el secretario general de Naciones Unidas y otros representantes de Naciones Unidas están siendo presionados por Occidente. Y muy a menudo están siendo utilizado para amplificar las noticias falsas difundidas por Occidente".

"Rusia no está relucientemente limpia. Rusia es lo que es. Y no nos avergonzamos de mostrar quiénes somos", agregó.

Larga carrera

Lavrov, de 72 años, ha representado a Rusia en el escenario internacional durante los últimos 18 años, pero ahora tanto él como su hija enfrentan sanciones de Occidente.

Estados Unidos lo ha tachado de seguir una narrativa falsa que pone a Ucrania como agresor y le atribuye responsabilidad directa de la invasión por ser miembro del Consejo de Seguridad de Rusia.

Luego pasé a hablarle de las relaciones de Rusia con Reino Unido. Está en la lista oficial de Rusia de países hostiles, y sugerí que decir que las relaciones eran malas era quedarse corto.

Cuando le pregunté cómo veía ahora al gobierno británico, dijo que este está "sacrificando una vez más los intereses de su pueblo en aras de las ambiciones políticas".

Le pregunté acerca de dos británicos recientemente sentenciados a muerte por separatistas rusos en el este de Ucrania, ocupado por fuerzas prorrusas.

Cuando señalé que, a los ojos de Occidente, era Rusia la responsable del destino de ambos, respondió: "No estoy interesado en absoluto en que ven los ojos de Occidente. Solo estoy interesado en el derecho internacional. Según el derecho internacional, los mercenarios no son reconocidos como combatientes".

Le apunté que los hombres habían servido en las fuerzas armadas ucranianas y no eran mercenarios.

Lavrov respondió que eso debería decidirlo un tribunal.

Sergei Lavrov (R)
Sergei Lavrov (R)

Luego acusó a la BBC de no mostrar la verdad sobre lo que, en su criterio, le sucedía a los civiles en las áreas controladas por los separatistas del este de Ucrania, como "cuando las tropas de Kiev bombardearon a los civiles durante ocho años".

Rusia alega, sin evidencia, que las tropas ucranianas estaban cometiendo un "genocidio" contra su propio pueblo en la región separatista.

Destaqué que en el transcurso de seis años, la BBC se había puesto en contacto muchas veces con los líderes de las áreas controladas por los separatistas para pedir permiso para ir a ver qué estaba pasando. Nos negaron la entrada cada vez.

Le recordé a Lavrov que en 2021 ocho civiles murieron en las áreas controladas por los rebeldes, según datos de los autoproclamados "funcionarios" prorrusos. De acuerdo a la misma fuente, solo siete murieron como resultado de los combates el año anterior.

Si bien cada muerte es una tragedia, le dije al ministro, eso no constituía un genocidio.

Sugerí que si realmente hubiera ocurrido un genocidio, entonces los separatistas de Lugansk y Donetsk habrían estado interesados en que fuéramos allí.

¿Por qué no nos dejaron entrar?, pregunté.

“No lo sé”, dijo Lavrov.

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