Si nueve personas desaparecieran en una montaña sin dejar rastro en pleno 2022, lo más probable es que se emprendiera una exhaustiva búsqueda hasta hallarlos vivos o muertos. La causa de su ausencia sería noticia nacional y las hipótesis de lo que sucedió en realidad ocuparían las primeras planas. Pero esta historia tristemente no ocurrió este año, ni siquiera en este siglo.
El 27 de enero de 1959, un grupo de diez estudiantes rusos partió en una expedición de 14 días con el objetivo de coronar la montaña Gora Otorten. Lo que ninguno se imaginaba es que tan solo uno de ellos volvería a bajar de allí con vida.
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“El incidente del paso de Dyatlov”, como se le conoció después, se convirtió en uno de los misterios con más teorías conspirativas en Rusia. Ovnis, el hombre de las nieves, un encuentro con la KGB y hasta un castigo por haber visto algo prohibido han sido algunas de las hipótesis que más se han propagado a lo largo de los años.
¿Qué fue lo que ocurrió?
Todo comenzó cuando diez jóvenes montañistas rusos -dos mujeres y ocho hombres- emprendieron la aventura dirigidos por Igor Dyatlov, un alpinista ruso profesional de 23 años que luego daría nombre al incidente.
Con temperaturas que rondaban los menos 30 grados centígrados y una ruta calificada como la más alta en peligrosidad, todos partieron hacia la aventura.
Pero como si fuera el destino, Yuri Yudin decidió dar marcha atrás debido a achaques en su estado de salud. El hombre abandonó la expedición sin imaginarse que también dejaría atrás una muerte segura.
Tras diez días de haber empezado el ascenso a la montaña, el grupo de alpinistas desapareció sin dejar rastro, por lo que se decidió alertar a un grupo de rescate para que emprendiera la búsqueda de los muchachos.
De acuerdo con National Geographic, el 26 de febrero, un mes después de haber iniciado el recorrido, los rescatistas encontraron la tienda de los expedicionarios en las laderas de la montaña Kholat Syakhl, más conocida como la Montaña de la Muerte.
Los cuerpos, por su parte, fueron hallados entre febrero y mayo en diferentes etapas de la montaña y con distintas heridas: dos estaban vestidos solo con ropa interior, tres con signos de hipotermia y los cuatro restantes con heridas graves y fracturas en el pecho y cráneo.
“Las nueve autopsias demostraban que los jóvenes habían sufrido una violencia extrema, la cual desconcertaba a forenses e investigadores”, afirmó para La Nación Laureano Clavero, autor del libro “El enigma del Paso de Dyatlov”.
El inicio de la conspiración
Según la investigación criminal soviética de 1959, la causa del fallecimiento había sido atribuida a “una fuerza natural irresistible”, explicación que no convenció a muchos.
La incertidumbre no hizo sino crecer cuando el Gobierno Ruso no presentó pruebas ni explicó con claridad lo que había ocurrido y, unos meses más tarde, archivó el caso y prohibió la entrada a la zona del suceso durante tres años. ¿Estaba el Comité para la Seguridad del Estado (KGB) involucrado? Era la pregunta que muchos se hacían.
Las teorías no se detuvieron desde ese momento. Algunos afirmaban que hubo luces naranjas en el cielo una noche que pudieron ‘abducir’ los cuerpos, otros aseguraban que las ropas tenían rastros de materia radioactiva. Fuese cual fuese la hipótesis, ni los ciudadanos ni las familias de los fallecidos parecían estar conformes con la “fuerza natural irresistible” que había asesinado a sus seres queridos.
Una explicación que sigue sin convencer
En 2019, la Fiscalía rusa de la región de Sverdlovsk reabrió el caso y descartó, para sorpresa de muchos, “cualquier posibilidad de un rastro criminal”. Aunque la muerte de los nueve jóvenes fue atribuida a una avalancha de nieve, las familias tampoco se convencieron con esta explicación.
Johan Gaume, director del Laboratorio de Simulación de Nieve y Avalanchas -SLAB- de la Escuela Politécnica Federal de Lausana, empezó a investigar este caso desde la ciencia, luego de haber recibido una llamada de un periodista de The New York Times que le pedía su opinión sobre lo ocurrido hace más de 60 años.
De acuerdo con el científico, lo que sucedió en la Montaña de la Muerte fue causado por una avalancha. No obstante, la caída de nieve se dio por un hueco que habrían abierto los mismos muchachos para asentar su carpa la noche de la tragedia.
Pero los datos no cuadran: según los informes, no hubo rastros de avalancha, la pendiente no tenía el ángulo para ocasionar una de estas y las heridas de los cuerpos no eran consistentes con las que tendría si hubieran sido arrastrados por la nieve.
Ante esto, Gaume afirma: “En nuestro estudio utilizamos datos sobre la fricción de la nieve y la topografía local para demostrar que es factible que una pequeña avalancha pudiera haberse producido en una pendiente suave, dejando apenas un rastro”.
El escritor Laureano Clavero es muy escéptico ante la teoría de la avalancha. Para él, la caída de un cohete militar perdido, disparado desde una base donde trabajaban excientíficos nazis, es la explicación más adecuada para el estado en el que estaban los cuerpos y lo lejos que aparecieron uno del otro.
“El vuelo del cohete acabaría fallando y explotando en la zona donde se encontraba el campamento del grupo de Dyatlov. Los gases producidos por la reacción del combustible habrían producido una sensación de asfixia dentro de la tienda, haciendo salir desesperadamente al grupo”, afirmó.
Lo cierto es que el caso nuevamente se ha cerrado. ¿Se tendrán que esperar otros 60 años para escuchar lo que realmente pasó?