Indonesia se queda sin Mundial… y cómo la política vuelve a empañar el deporte

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Sin embargo, organizaciones como la FIFA o el Comité Olímpico Internacional (COI) han intentado en las últimas décadas zanjar las discusiones políticas en sus torneos, para no salpicarse de escándalos. Una tarea compleja, y de la que no suelen salir bien librados, sobre todo si se analizan las polémicas elecciones de sedes deportivas.

Esta vez, la FIFA decidió sancionar a Indonesia y quitarles la sede del Mundial de Fútbol Sub 20 debido a que autoridades de ese país rechazaban la participación de la selección de Israel. A propósito de esto, consignamos otros casos actuales donde el deporte no ha podido quedar al margen de la política.

“Es una decisión devastadora que arruinó nuestros sueños y ahora estamos confundidos sobre nuestro futuro”. Hokky Caraka, el delantero de la selección de Indonesia está desolado. Sus lágrimas eran la expresión de la tristeza y frustración de sus compañeros. Su país iba a ser el anfitrión del Mundial de Fútbol Sub 20, a realizarse entre mayo y junio de este año, pero la FIFA les quitó la sede.

A mediados de marzo, el gobernador de Bali, Wayan Koster, envió un carta al Gobierno de Indonesia para pedir que se vetase la participación de la selección israelí, que ya está clasificada, al alegar que “las políticas de Israel hacia Palestina son incompatibles con las políticas de la República de Indonesia”, un país de mayoría musulmana que no tiene relaciones diplomáticas con Israel y es fiel defensor de la causa palestina.

El gobernador de Java Central, Ganjar Pranowo, hizo lo mismo, y días después hubo una pequeña marcha de protesta en Yakarta contra Israel.

Esto motivó que la FIFA suspendiera el sorteo, que debía realizarse ayer viernes, lo que fue el preámbulo de la decisión final de arrebatarles la sede.

Pese a los intentos del país para mitigar los daños -el presidente de la Federación de Fútbol de Indonesia viajó a Ginebra para dialogar con Gianni Infantino, el mandamás de la FIFA- el máximo ente rector del fútbol prefirió cortar por lo sano.

“La FIFA tiene normas que sus miembros deben obedecer. No hay que mezclar deportes y política”, se resignó el mandatario indonesio, Jokowi Widodo.

“Si bien la FIFA ha tomado cartas en el, tampoco ha castigado a Indonesia completamente. Por ejemplo, en el 2019, la Federación Internacional de Judo retiró a Irán de las competiciones internacionales porque hubo casos de judokas iraníes que simulaban lesiones para no enfrentarse a rivales israelíes. Entonces, la FIFA debería sacar a todos los miembros que no estén dispuestos a jugar contra otro asociado por razones políticas. Eso sería lo congruente. Lo que pasa es que hay otros intereses cuando se escogen las sedes, como lo que pasó con Qatar”, comenta a este Diario el historiador Jorge Illa, PhD en Política y Deporte y profesor de la UPC.

El caso de Armenia y Turquía

Este 25 de marzo se enfrentaron Armenia y Turquía, países que no tienen relaciones diplomáticas, en un partido de eliminatorias para la Eurocopa 2024. Era su primer partido después de 15 años.

El encuentro, que ganó Turquía 2-1, fue considerado de “alto riesgo” por la UEFA, y no se permitió el ingreso de hinchas turcos. Turquía no reconoce el genocidio armenio de 1915, y la frontera entre ambos países permanece cerrada desde 1993.

Esta semana, un caso que también ha propiciado quejas y lamentos tiene que ver con los deportistas rusos y bielorrusos, que han sido vetados de muchas competiciones debido a su nacionalidad, en el contexto de la invasión a Ucrania.

Con más de un año de guerra a cuestas, y con miras a los Juegos Olímpicos de París 2024, la Ejecutiva del Comité Olímpico Internacional (COI) recomendó a las federaciones internacionales de los diferentes deportes la readmisión de rusos y bielorrusos, pero bajo ciertas condiciones. Entre ellas, que compitan bajo bandera neutral, que no hayan apoyado activamente el conflicto y no pertenezcan al ejército.

Las protestas vinieron de Ucrania y el resto de países bálticos, como también de Alemania, pero también de la propia Rusia, que consideró como una “farsa” la decisión del COI, además de “sin fundamento jurídico”.

“Esto no es nuevo para Rusia”, señala Illa, quien recuerda que en los JJ.OO de invierno del 2018, en Pyeonchang, los atletas rusos participaron bajo bandera olímpica tras haber sido sancionados por el escándalo del dopaje en Sochi 2014.

Para el COI, se trata de un doble rasero, según lo ha señalado su mismo presidente, el alemán Thomas Bach, quien ha calificado de “deplorable” las críticas de los gobiernos europeos. “No corresponde a los gobiernos decidir qué deportistas pueden participar en qué competición. Sería el final del deporte tal y como lo conocemos hoy”, apuntó desde Lausana, Suiza.

Para Illa, estas recomendaciones son una estrategia del COI para quedar bien con todos: “Se prohíbe a Rusia participar como tal, pero se les permite participar bajo bandera neutral para asegurar su participación, dado que son una potencia deportiva. Así intentan no quedar mal con la comunidad internacional”. Algo que, por el momento, no están logrando.

Este tercer caso también implica a Rusia y las consecuencias de la guerra en Ucrania, pero en el fútbol. Debido a la invasión, se quedaron sin posibilidad de repechaje para Qatar 2022, la histórica ciudad de San Petersburgo se quedó sin albergar la final de la Champions League, en mayo pasado, y la UEFA decidió que ningún club ruso participe en torneos europeos en la temporada 2022-2023. No solo eso. Tampoco podrá disputar la Eurocopa del 2024, 2028 y 2032.

El año pasado, la selección que dirige Valeri Karpin recién pudo jugar un partido oficial en setiembre, y desde entonces sus rivales han sido equipos como Kirguistán, Uzbekistán, Irán e Iraq.

Ante esto, la Federación Rusa de Fútbol ya empezó a considerar salirse de la UEFA y adherirse a la Confederación Asiática (AFC).