El sofisticado ataque contra Hezbolá que hizo explotar beepers y walkie talkies en Líbano ha vuelto a avivar los temores de una escalada regional en un Medio Oriente ya remecido por la guerra en la franja de Gaza. El cuidadoso operativo fue atribuido a Israel por la milicia chiíta proiraní, cuyo jefe máximo acusó al país hebreo de haber cruzado “todos los límites y líneas rojas”.
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En una declaración televisada, Hasan Nasralá, reconoció este jueves 19 que las explosiones de cientos o miles de estos dispositivos en forma simultánea constituyen un “duro golpe” que podría considerarse como “una declaración de guerra”. El cabecilla de Hezbolá fue más allá y prometió que Israel enfrentará “duras represalias y un justo castigo, tanto donde lo espera como donde no lo espera”.
El ataque, lanzado el martes y el miércoles, mató a 37 personas e hirió a unas 3.000 en bastiones de Hezbolá, según el ministerio libanés de Salud. La operación tomó por sorpresa a la milicia proiraní, que intercambia misiles con Israel desde el inicio de la guerra contra el grupo palestino Hamás hace casi un año.
Las preocupaciones por un conflicto mayor no son gratuitas. Hezbolá, que apoya abiertamente a Hamás y tiene como principal enemigo a Israel, es el grupo paramilitar más importante de Medio Oriente y la principal arma geopolítica de Irán en la región.
Nasralá enfatizó que el combate de Hezbolá contra Israel “no terminará hasta el fin de la agresión en Gaza”, a pesar de “toda esta sangre derramada”.
Aunque Israel no ha asumido la autoría de los estallidos de dispositivos en Líbano y Siria, el ministro israelí de Defensa, Yoav Gallant, dijo que su país está “al inicio de una nueva fase en la guerra” y afirmó que el “centro de gravedad” del conflicto contra Hamás en Gaza se estaba desplazando “hacia el norte”, a la frontera con Líbano.
“Por motivos obvios Israel nunca reconoce las operaciones de inteligencia que desarrolla, pero es claro que ha sido Israel”, dice a El Comercio Román Ortiz, analista especializado en seguridad internacional, quien, además del componente tecnológico de la operación, destaca el rol de la inteligencia humana como un aspecto fundamental. “Infiltrar la cadena logística de Hezbolá fue principalmente un esfuerzo de inteligencia humana. De alguna manera, el arte de esta operación consiste fundamentalmente en que la inteligencia israelí ha podido combinar todos esos elementos. En ese sentido, Israel tiene una capacidad única”, añade.
Como para agitar aún más las aguas, durante la declaración de Hasan Nasralá, aviones israelíes sobrevolaron Beirut rompiendo la barrera del sonido. Y no solo eso, cazas israelíes lanzaron este jueves dos olas de bombardeos contra varias zonas del sur y sureste de Líbano.
Además, según medios estadounidenses, Israel advirtió el martes por teléfono al secretario de Defensa estadounidense, Lloyd Austin, que se iba a llevar a cabo una operación militar en Líbano, pero no dio detalles.
Una respuesta que no se espera pronto
Un punto clave del alcance del ataque radica en que el planeamiento sin duda no ha sido reciente. En febrero de este año, el jefe de Hezbolá dijo públicamente que la organización tenía que abandonar el uso de teléfonos celulares porque sus mandos podrían ser localizados a través de esos aparatos y que tenían que cambiar de medios de comunicación. Esto nos lleva a un segundo aspecto trascendental: Israel tenía conocimiento de los pasos que daba Hezbolá y logró una infiltración importante en el sistema de seguridad y en la cadena de producción que manejaba ese movimiento.
“Parece claro que esa decisión creó una oportunidad que la infiltración que había hecho previamente Israel permitió aprovechar. ¿Cuánto tardó la preparación del ataque? La infiltración, años; la ejecución, seis u ocho meses, probablemente”, dice Ortiz.
Los ojos están puestos ahora en Hezbolá y en la respuesta que ya ha prometido tras el ataque. Sin embargo, resulta evidente que el carácter masivo del ataque ha puesto a la milicia chiíta en aprietos logísticos pues no solo debe atender a miles de heridos, sino que debe replantear sus canales de comunicación.
“Por el lado de Hezbolá y de Irán, yo creo que la cadena de mando de Hezbolá está completamente rota. El ataque con los beepers no sólo rompió las comunicaciones, sino que los heridos son todos cuadros de mandos de Hezbolá. Los beepers en Hezbolá no los llevaban los militantes de masa, sino los mandos. Es difícil que Hezbolá pueda montar una campaña de respuesta en el corto plazo”, señala Ortiz.
En la misma línea, el analista internacional Carlos Novoa considera que es muy difícil predecir si habrá una escalada mayor. “Depende de cuánto se pueda reagrupar Hezbolá. Pero Hezbolá no tiene solo una cabeza y en eso es distinto a Hamás, que tiene una jerarquía más vertical. En el caso de Hezbolá es algo más horizontal en el sentido de que la agrupación está en todo el país y tiene distintos puntos de mando. Yo creo que es evidente que Hezbolá, siempre con el apoyo de Irán, va a buscar dar un golpe fuerte dentro de Israel. Pero no creo que sea tan rápido porque tiene que reagruparse y buscar mejorar sus temas de inteligencia y eso toma su tiempo, pero de que va a haber una respuesta va a haber una respuesta”, apunta.
Paños fríos
En cuanto al rol que puedan adoptar los aliados de Israel y Hezbolá, los expertos coinciden en que lo más probable es que busquen evitar una escalada. De hecho, ambos lados han evitado elevar el tono en lo que va de la guerra en Gaza, al menos hasta ahora.
El presidente estadounidense, Joe Biden, consideró que una solución diplomática de ese conflicto es “factible” y que hay que “ser optimistas y que una resolución diplomática es la mejor opción”, afirmó la portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre.
El presidente francés, Emmanuel Macron, aseguró que “existe un camino diplomático en Líbano” y que “la guerra no es inevitable”, en un video dirigido a los libaneses publicado en las redes sociales.
En tanto, la tensión llevó al primer ministro libanés, Najib Mikati, a instar a la ONU a adoptar “una postura firme para detener la agresión israelí contra Líbano y la guerra tecnológica que está librando”.
Novoa apunta que Israel es un país que se puede defender solo, pero sin ayuda internacional, sobre todo de Estados Unidos y parte de la Unión Europea, no podría contener todo.
“Los países involucrados seguirán buscando un tipo de acuerdo con Hamás que permita recuperar a los rehenes israelíes que siguen en Gaza y mejorar en algo la precaria situación en el enclave palestino. Entonces los esfuerzos van por ahí. No podemos descartar una escalada de la violencia, pero creo que las potencias internacionales que monitorean la situación en Medio Oriente tratan de evitar otra escalada”, afirma.