Los funerales se multiplican por estos días en el enclave sirio de Afrin. Turquía lanzó el 20 de enero una serie de ataques contra las YPG, el brazo armado del Partido de la Unidad Democrática kurdo. (Foto: AFP)
Los funerales se multiplican por estos días en el enclave sirio de Afrin. Turquía lanzó el 20 de enero una serie de ataques contra las YPG, el brazo armado del Partido de la Unidad Democrática kurdo. (Foto: AFP)
Francisco Carrión

Las dos semanas de ofensiva turca sobre el enclave sirio de Afrin son la crónica del enésimo revés . La incursión ha dejado decenas de muertos, cientos de heridos y un éxodo de miles de almas.


Como ya sucediera el pasado año en la vecina Iraq, los kurdos han recorrido en cuestión de días la traumática ruta que separa el reconocimiento del olvido internacional: su papel clave en la derrota del califato del Estado Islámico (EI) se ha desvanecido bajo los intereses de Estados Unidos y Turquía, ambos países miembro de la OTAN.

“Después de la traición rusa, el silencio estadounidense y el acuerdo entre Siria, Irán y Turquía, no nos queda más opción que la resistencia”, declara a El Comercio Ibrahim Ibrahim, portavoz de Rojava (como los kurdos denominan las partes bajo su control en Siria). “Estados Unidos siempre decía que era aliado del pueblo kurdo, pero nos ha dejado solos ante la ofensiva turca. Es como si todo el mundo hubiera acordado erradicar a los 500.000 kurdos de Siria”, agrega.

En efecto, los kurdos recuperaron repentinamente protagonismo cuando el fantasma del EI se deslizó por la geografía de Siria e Iraq. El avance de los yihadistas los convirtió en un actor clave para derrotarlos.

En Siria, los kurdos habían sido hasta hoy uno de los grandes beneficiados de la guerra civil que desangra el país desde el 2011. Dos años después del inicio de la contienda, el Partido de la Unidad Democrática (PYD) proclamó una región autónoma en los territorios del noreste del país que ha ido controlando.

Entretanto, las Unidades de Defensa Popular (YPG) –su brazo armado– se convertían en el principal aliado de EE.UU. en suelo sirio. Las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), una alianza integrada por YPG y árabes con apoyo de las fuerzas especiales estadounidenses, fueron acorralando a la organización yihadista que dirige Abu Bakr al Bagdadi.

Un pueblo prescindible

En el 2015 le arrebataron al califato Kobane, en la frontera turca, tras cuatro meses de feroces escaramuzas. En octubre del año pasado expulsaron al EI de Raqqa, que fuera su bastión tras una dura batalla calle a calle.

“La geografía y las grandes potencias políticas impiden que los kurdos puedan determinar por sí solos su destino no solo en Siria sino en toda la región. A pesar de haber combatido el extremismo durante los últimos cuatro años, parece que los kurdos son prescindibles”, señala a este Diario Yerevan Said, investigador del Middle East Research Institute.

La orfandad de los kurdo-sirios es un ‘déjà vu’ para sus hermanos iraquíes. En setiembre del 2017 la celebración del referéndum de independencia de la región autónoma del Kurdistán iraquí –considerado ilegal por Bagdad y rechazado por la comunidad internacional– condujo a su territorio a un bloqueo que aún pervive.

Una campaña del ejército iraquí obligó a los peshmerga (tropas del Kurdistán iraquí) a replegarse a las posiciones previas a la irrupción del EI en el verano del 2014, perdiendo los cotizados pozos petrolíferos de Kirkuk, cuyo control y producción de 600.000 barriles de crudo al día habían cimentado las utopías de Erbil, la capital del Kurdistán iraquí.

El final del sueño

“Este es el final de cualquier sueño de independencia. Es completamente inviable sin Kirkuk y retomar la ciudad tendría un costo muy elevado, casi imposible”, explica a este Diario el analista kurdo Kamal Chomani. “Los peshmerga no son un ejército unificado. Carecen de unidad ideológica y de tecnología y armamento avanzados. Pudieron combatir bajo el paraguas de la coalición internacional pero ahora están solos”.

El abrupto fin del idilio kurdo en Siria e Iraq –su situación es aun más dramática en Irán y Turquía– ha desvelado las divisiones internas que han debilitado su posición en la escena mundial. “La nueva oleada de nacionalismo kurdo ha sido controlada y debilitada por los líderes de las facciones kurdas, que no han podido dejar a un lado sus propios egos y las rivalidades en aras de la causa”, apunta Said.

Las luchas intestinas

Todas las fichas en juego forman un rompecabezas que ha frustrado cualquier atisbo de unidad kurda. Desde julio del 2015, tras el fin de dos años de tregua, el Gobierno Turco de Recep Tayyip Erdogan bombardea las posiciones del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) en el norte de Iraq, que ha replicado con una cadena de atentados en suelo turco.

Lejos de apaciguarse, el conflicto con una organización catalogada como terrorista por la Unión Europea y EE.UU. se ha extendido a Siria, donde actúa la organización hermana del PKK, las YPG. Mientras, Ankara hace negocios y mima sus lazos con el Kurdistán iraquí, un aliado de Washington donde los “camaradas” del PKK y YPG no son bienvenidos. Las dificultades para cruzar la frontera entre Siria e Iraq lo certifican.

“No tenemos relación alguna con el PKK. Tenemos claro que, como kurdos iraquíes, nuestra arena es el Kurdistán iraquí. Para los kurdos de otras zonas, su lugar de actuación debe ser también su territorio”, declara a este Diario Falah Mustafa, ministro de Exteriores del Kurdistán iraquí.

La paz política ni siquiera reina en la región autónoma iraquí, hasta ahora el más próspero de los territorios kurdos. Un encarnizado litigio entre sus partidos políticos por el poder abona una crisis que desvanece las últimas páginas del sueño kurdo que alentó la lucha contra el Estado Islámico.

POBLACIÓN sIMILAR Al​PERÚ

- Los kurdos son la minoría étnica sin Estado propio más importante de todo el Medio Oriente y más grande del mundo entero.
- Cerca de 30 millones de kurdos –según los cálculos más conservadores– habitan en un territorio que hoy está repartido entre Turquía, Siria, Iraq e Irán.
- Aproximadamente, un 45 % de este total vive en Turquía, un 25 % en Irán, otro 25 % en Irak y el 5% restante en Siria.
- Existe también una importante diáspora kurda en Europa Occidental, sobre todo en países como Alemania, Reino Unido y Suecia.

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