En medio del clima electoral convulsionado, y hasta tóxico según algunos, que se vive en estos momentos en Estados Unidos, Washington se convierte en esta semana en sede de una nueva cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la mayor alianza militar de países de Europa y Norteamérica, que no es una cita más sino una que celebra los tres cuartos de siglo a los que llega.
Para el presidente de EE.UU., Joe Biden, se trata de una semana cargada. No solo debe lidiar con los llamados que se multiplican, incluso dentro del Partido Demócrata, para que abandone la carrera presidencial luego de su mal desempeño en el debate de hace dos semanas, sino también calmar las inquietudes de los dirigentes de más de 30 países que integran la organización sobre su capacidad de liderazgo para este y los próximos cuatro años, en caso de que triunfe en las elecciones contra Donald Trump.
Era fines del 2019 cuando el presidente francés, Emmanuel Macron, dio su diagnóstico lapidario sobre la OTAN: “Nuestra organización se encuentra atravesando por una muerte cerebral”. Casi cinco años después, el moribundo no solo recobró signos vitales sino que se ha robustecido con el ingreso de dos nuevos jales -Finlandia y Suecia en los últimos dos años- y con la firma de un contrato de US$700 millones para que sus miembros puedan producir más misiles. Y este 2024 deja por unos días su sede en Bruselas (Bélgica) para celebrar sus 75 años de creación con esta cumbre en Washington.
La alianza militar occidental creada en 1949 para responder a la amenaza soviética, una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, encontró justamente en un acto de Rusia uno de los motivos de su reciente reactivación: la invasión a Ucrania en febrero del 2022 encendió las alarmas en los países de la OTAN, aceitó de nuevo su maquinaria y hoy dos tercios de sus miembros ya vienen cumpliendo con el compromiso firmado hace 10 años de dedicar el 2% de su PBI al gasto castrense.
Esta cita en EE.UU. tiene a Ucrania como uno de los temas excluyentes: se está hablando de nuevas medidas para reforzar su defensa antiaérea, del envío de aviones F-16 y de la invitación formal a Kiev para que se una a las 32 naciones que hoy son parte de la OTAN, aunque en ello no hay consenso. Otro tema presente es la incertidumbre política que vive el país anfitrión. Recordemos que Macron dio aquel funesto pronóstico debido a la imprevisibilidad de Washington bajo la presidencia de Trump. Un escenario que puede volver el próximo año si el líder republicano gana los comicios de noviembre.