La reciente muerte del líder de al Qaeda Ayman al Zawahiri en un ataque con drones de la CIA fue la última respuesta de Estados Unidos a los atentados contra las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001.
Políticamente, ha amplificado la desconfianza existente entre los líderes estadounidenses y el gobierno talibán en Afganistán.
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Esta muerte también expuso compromisos adoptados en el acuerdo de paz de Doha de 2020 firmado por Estados Unidos y los talibanes.
Pero está surgiendo otra historia con implicaciones más amplias: la velocidad y la naturaleza del desarrollo internacional de armas.
Tomemos como ejemplo el arma supuestamente utilizada para matar a Al Zawahiri: el misil Hellfire R9X "Ninja".
El misil Hellfire se concibió originalmente en las décadas de los 70 y 80 para destruir los tanques soviéticos.
Las rápidas mejoras desde la década de los 90 en adelante han resultado en diferentes variaciones que han impulsado sus capacidades.
Ahora se pueden lanzar desde helicópteros o drones Reaper.
Y sus múltiples cargas explosivas pueden activarse de diferentes maneras: en el momento del impacto o antes del impacto.
Luego llegó la versión Hellfire R9X "Ninja", que aunque no es nueva, ha permanecido en gran medida en las sombras durante cinco años.
Según algunas informaciones, se utilizó en 2017 en Siria para matar al líder adjunto de al Qaeda, Abu Khayr al-Masri.
El misil Ninja no depende de una ojiva explosiva para destruir o matar a su objetivo.
Utiliza la velocidad, la precisión y la energía cinética de un misil de 45 kilos disparado desde hasta 20.000 pies de altura y armado con seis palas que se despliegan en los últimos momentos antes del impacto.
"Superarmas"
El misil Ninja es el último intento, hasta el momento, de apuntar con precisión y matar a una sola persona.
Sin explosión, sin destrucción generalizada y sin muertes colaterales.
Pero la evolución de las armas también afectarán la forma en que vivimos y cómo se libran o disuaden las guerras.
Rusia ha invertido mucho en estas supuestas superarmas basándose en tecnologías más antiguas.
Su objetivo es reducir o eliminar las ventajas tecnológicas de las que disfrutan Estados Unidos o la OTAN.
Los objetivos del desarrollo de misiles hipersónicos de Rusia son muy ambiciosos.
El misil Avangard, por ejemplo, no necesitará volar fuera de la atmósfera terrestre.
En cambio, permanecerá dentro de la atmósfera superior, dándole la capacidad de maniobrar.
Tal maniobrabilidad hará que sea más difícil de detectar o de interceptar.
Con el misil balístico hipersónico DF-17 de China también se quiere evadir las defensas antimisiles estadounidenses.
La era autónoma
En menor escala, están surgiendo en el mercado de las armas los perros robot con ametralladoras montadas.
La empresa de desarrollo de armas Sword International tomó un vehículo terrestre no tripulado cuadrúpedo de Ghost Robotics, o un perro robot, y montó un rifle de asalto en él.
Fue uno de los tres perros robot que se exhibieron en una feria comercial del ejército estadounidense.
Mientras tanto, Turquía afirma que ha desarrollado cuatro tipos de drones autónomos, que pueden identificar y matar a personas.
Y todo sin la participación de un operador humano o la guía de un GPS.
Según un informe de la ONU de marzo de 2021, un sistema de armas autónomo de este tipo ya se usó en Libia contra un convoy logístico afiliado al grupo armado Khalifa Haftar.
Las armas autónomas que no necesitan guía GPS son particularmente importantes.
Si se produjera una guerra entre las principales potencias mundiales, los satélites que proporcionan navegación GPS pueden ser derribados.
Por lo tanto, cualquier sistema militar o aeronave que dependa de las señales GPS para la navegación o la selección de objetivos se volvería ineficaz.
China, Rusia, India y Estados Unidos han desarrollado armas para destruir satélites que proporcionan posicionamiento global para sistemas de navegación por satélite para automóviles y orientación para aeronaves civiles.
El verdadero escenario de pesadilla es combinar estos y muchos más sistemas de armas con inteligencia artificial.
Nuevas reglas de guerra
¿Se necesitan nuevas leyes o tratados para limitar estas armas futuristas?
En resumen, sí, pero no parece que vaya a suceder.
Estados Unidos ha pedido un acuerdo global para detener las pruebas de misiles antisatélite, pero no ha habido aceptación entre la comunidad internacional.
Lo más cercano a un acuerdo que ha habido es la firma de los Acuerdos Artemis de la NASA, que incluyen principios para promover el uso pacífico de la exploración espacial.
Pero solo se aplican a las "actividades espaciales civiles realizadas por las agencias espaciales civiles" de los países signatarios.
En otras palabras, el acuerdo no se extiende a actividades espaciales militares o campos de batalla terrestres.
Por el contrario, Estados Unidos se ha retirado del Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio.
Esto es parte de un patrón a largo plazo por el que las administraciones estadounidenses quieren retirarse de los acuerdos internacionales.
Los sistemas de armas autónomas letales son una clase especial de sistemas de armas emergentes.
Incorporan aprendizaje automático y otros tipos de IA para que puedan tomar sus propias decisiones y actuar sin intervención humana directa.
En 2014, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) reunió a expertos para identificar los problemas planteados por los sistemas de armas autónomos.
En 2020, el CICR y el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo fueron más allá y reunieron a expertos internacionales para identificar qué controles en los sistemas de armas autónomos serían necesarios.
En 2022, las discusiones continúan entre los países que la ONU reunió por primera vez en 2017.
Este grupo de expertos gubernamentales continúa debatiendo el desarrollo y el uso de sistemas de armas autónomos letales.
Sin embargo, todavía no ha habido un acuerdo internacional sobre una nueva ley o tratado para limitar su uso.
Sistemas de armas autónomos
El grupo Stop the Killer Robots (Paren los robots asesinos) ha pedido a lo largo de este período una prohibición internacional de los sistemas letales de armas autónomas.
Pero esto no solo no ha sucedido, sino que ahora mismo hay un punto muerto no declarado en las discusiones en la sede de la ONU en Ginebra sobre armas autónomas.
Australia, Israel, Rusia, Corea del Sur y Estados Unidos se han opuesto a un nuevo tratado o declaración política.
Oponiéndose a ellos en las mismas conversaciones, 125 estados miembros del Movimiento de Países No Alineados están pidiendo restricciones legalmente vinculantes sobre los sistemas de armas autónomos letales.
Dado que Rusia, China, EE.UU., el Reino Unido y Francia tienen veto del Consejo de Seguridad de la ONU, hay varios países que pueden evitar que se apruebe una ley vinculante sobre armas autónomas.
Más allá de estas conversaciones internacionales y de las organizaciones activistas, expertos independientes están proponiendo alternativas.
Por ejemplo, en 2019, el especialista en ética Deane-Peter Baker reunió al Grupo Canberra de organizaciones internacionales independientes.
El grupo elaboró un informe con principios rectores para el desarrollo y uso de sistemas letales de armas autónomas.
Estos principios no resuelven el estancamiento político entre las superpotencias.
Pero si las armas autónomas llegaron para quedarse es un intento temprano de comprender qué nuevas reglas se necesitarán.
Cuando se abrió la mítica caja de Pandora, se desataron horrores indecibles en el mundo.
Los sistemas de armas emergentes son demasiado reales.
Como a Pandora, todo lo que nos queda es esperanza.
*Peter Lee es profesor de Ética Aplicada y director de Investigación de Seguridad y Riesgo de la Universidad de Portsmout, en Reino Unido.
*Este artículo fue publicado en The Conversation y reproducido bajo la licencia Creative Commons. Haz clic aquí para leer la versiónoriginal (en inglés)