Hubo quienes intentaron esconderse de las fuerzas rebeldes que ellos mismos crearon, y quienes hicieron hasta lo imposible para no ser juzgados de lesa humanidad. Pero ninguno de ellos pudo evitar enfrentarse a su pasado: los genocidas, tarde o temprano, pagan las consecuencias.
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Los desenlaces son diversos. A veces es un ataque al corazón en prisión o mientras son rehenes de las guerrillas, otras los golpes y la sodomización, la horca o un sencillo disparo a la cien durante un operativo militar.
Y ahora que se confirmó que el terrorista y líder de Sendero Luminoso Abimael Guzmán ha fallecido, recordamos a algunos de los últimos asesinos y dictadores, sus crímenes y lo que sucedió con sus cuerpos.
1. Pol Pot
El líder de los Jemeres Rojos mató a un tercio de la población de Camboya. Pero no fue solo un genocida: también quemó bibliotecas, prohibió medicinas, y, en su locura, hasta se empeñó en matar a todos los que usaban lentes.
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Sus acciones se contradecían con su imagen. La periodista del “New York Times” que lo entrevistó en 1978, lo describió como un “hombre elegante, con rostro agradable, no alegre, pero atractivo” y dueño de “una sonrisa que inspiraba simpatía”.
Detrás de eso se escondía un hombre que soñaba con crear una utopía alejada del capitalismo, por lo que lideró a la guerrilla maoísta Jemeres Rojos, quienes vestían “camisa y pantalón negros y un pañuelo a cuadros negros y rojos”.
El 15 de abril de 1998 terminó su vida. Con 73 años, acabó como prisionero de los mismos Jemeres en “un remoto lugar de la selva de Camboya”. La causa de muerte: una crisis cardiaca. Su cuerpo fue incinerado durante varios días.
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Para probar su muerte, los Jemeres convocaron a la prensa, quien constató que, adentro una choza y sobre una cama, yacía el cuerpo de un anciano vestido con “camisa blanca, pantalones cortos y descalzo”, en tanto que, en la cabecera, habían “dos pequeños ramos de flores”.
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2. Saddam Hussein
El hombre que por 25 años gobernó Irak con mano de hierro, murió ahorcado. Pero antes, tuvo que enfrentarse a varios juicios: uno de ellos fue por el genocidio de 182 mil kurdos entre 1987 y 1988.
El otro: por haber ordenado la matanza de 148 chiíes en Dujail, en represalia por haber intentado asesinarlo.
Con esos crímenes en su espalda, el 30 de diciembre del 2006, a los 69 años, se ejecutó la sentencia de muerte por crímenes de lesa humanidad. En sus últimos minutos de vida y frente a la horca, él no pudo completar la frase: “Soy testigo de que no hay más dios que Alá y que Mahoma...”.
El caso es que, muchos años después, se desconoce el paradero de su cuerpo. Según “Clarín”, fue sepultado en un mausoleo junto a su familia, un edificio que convocaba a ciertos peregrinos. Pero ese edificio fue destruido, aparentemente por “la aviación iraquí”. Actualmente, hay quienes creen que sigue allí, mientras que otros que se lo llevaron hacia Jordania.
3. Slobodan Milosevic
Según “El Mundo”, fue el primer expresidente en ser juzgado por un tribunal internacional, en lo que fue el caso más importante de crímenes de guerra en el Viejo Continente después de los Juicios de Núremberg.
A Milosevic se le acusó de genocidio y de estar involucrado en los conflictos de “Bosnia (1992-1995), Croacia (1991-1995) y Kosovo (1998-1999)”.
¿Cuál era su misión? Sumar todos los Estados “de la antigua Yugoslavia” y crear una Gran Serbia.
Pero Milosevic se adelantó a los resultados de sus juicios: el 11 de marzo del 2006, a sus 64 años, fue hallado muerto en su celda del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, en La Haya.
Al día siguiente, se descartó el suicidio puesto que los resultados preliminares de la autopsia indicaron que fue un infarto. Milosevic, como se sabía, sufría de hipertensión crónica y de problemas cardiacos.
4. Muammar Gaddafi
Primero fue un héroe -en 1969 lideró el golpe que terminó con el reinado de Idris I- y, más tarde, un terrorista acostumbrado a los lujos y extravagancias. Se recuerda, por ejemplo, la celebración de los 40 años del golpe, fiesta que costó 400 millones de dólares e incluyó “camellos, aviones, bandas militares y 400 bailarines”.
“En 42 años, el dictador fue responsable de torturas y asesinatos de opositores, la explosión del avión lleno de pasajeros en Lockerbie, el apoyo a grupos como el IRA, las FARC o ETA”, escribe el portal ABC.
Así dejó de ser el ‘Che Guevara Árabe’ para convertirse en “el perro loco de Oriente Medio”.
ABC añade: “Llegó un momento ene l que cualquier grupo armado era capaz de exprimir a Gadafi con tal de declararse antimperialista”.
El término de su reinado se dio como resultado de la Primavera Árabe y del caos generado por fuerzas rebeldes, quienes, finalmente, lo asesinaron.
En un intento de huida, el convoy militar en el que se movía Gaddafi fue bombardeado, y, más tarde, el dictador fue capturado. Según se supo, murió bajo custodia y como resultado directo de un balazo en los intestinos, aunque ya estaba herido en otras partes del cuerpo.
La BBC recuerda uno de los videos que publicó Al Jazeera en el que se ve a los rebeldes “arrastrando el cuerpo sin vida del coronal e incluso pateándolo”.
Y no solo eso: en vida también lo habrían sodomizado.
Durante un tiempo, su cuerpo se expuso en “una cámara frigorífica” en Misrata, Libia, y más adelante, fue llevado al desierto a sepultarlo.
5. Osama Bin Laden
Al líder y fundador de Al Qaeda se le recuerda por idear el atentado terrorista en contra de las Torres Gemelas en el 2001, pero ya era un famoso terrorista y señor de la guerra que apareció en los radares de Estados Unidos en febrero de 1993, cuando una bomba explotó en el World Trade Center.
Para 1996, EE.UU. lo acusó de haber matado a 18 militares suyos en Somalia. A ellos se le sumó la orquestación de los bombardeos a las embajadas en Kenia y Tanzania en 1998.
Así se fueron sumando asesinatos y ataques, que llegaron a un punto límite en el 2001. Pero todavía habría que esperar hasta el 2 de mayo del 2011 para que Estados Unidos lo asesinara.
En una operación que duró 40 minutos, Bin Laden falleció por un tiro en la cabeza.
Su cuerpo fue enterrado en el mar el 2 de mayo del 2011.
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