La tensa relación entre Estados Unidos y Cuba ha tenido como punto en común enrevesadas historias de espionaje que a veces parecen superar la ficción. La última de ellas la protagoniza Víctor Manuel Rocha, exembajador estadounidense en Bolivia que se presentaba como un hombre de derecha y que esta semana fue acusado por Washington de trabajar como agente encubierto del gobierno de Cuba durante al menos 40 años.
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Rocha, ciudadano estadounidense nacido en Colombia, fue arrestado el 1 de diciembre en su casa de Miami después de que confesara el año pasado sus actividades a un agente encubierto del FBI que se hizo pasar por otro espía cubano que dijo llamarse “Miguel”.
Fue a “Miguel” que el exdiplomático de 73 años confesó que su mayor preocupación cuando trabajaba para el Departamento de Estado fue “fortalecer la Revolución” cubana. Se refería a Fidel Casto como “comandante” y a sus contactos cubanos como “compañeros”, según revelan las conversaciones grabadas en secreto.
También se refirió varias veces a Estados Unidos como “el enemigo” y reconoció, orgulloso, que había ayudado en secreto a la “misión clandestina de recopilación de inteligencia de Cuba contra Estados Unidos”. Un trabajo secreto que realizó desde alrededor de 1981 hasta ahora y que los fiscales han descrito como una de las traiciones más descaradas y prolongadas en la historia del servicio exterior de Estados Unidos.
En público, Rocha se refería a Cuba como “la isla” y era descrito por sus amigos como un admirador de Donald Trump. Apoyado en una especie de doble vida, manejó durante más de dos décadas asuntos relacionados con Latinoamérica en diversos cargos en el Departamento de Estado bajo los gobiernos de Bill Clinton y George W. Bush, incluido un período como embajador en Bolivia del 2000 al 2002, señala el diario “The New York Times”.
Además, ocupó varios puestos en las embajadas de Estados Unidos en República Dominicana, Honduras, México y Argentina y se desempeñó como asesor del comando militar de Estados Unidos que incluye la región de Cuba del 2006 al 2012.
El exdiplomático se enfrenta ahora a un espinoso camino. Tras ser acusado de actuar de forma secreta como “agente del Gobierno de la República de Cuba”, Rocha fronta 15 cargos criminales en una corte del sur de Florida, que podrían significar una pena máxima de 60 años de cárcel si es hallado culpable. El juicio será a partir del 29 de enero próximo.
"Esta acción expone una de las infiltraciones de mayor alcance y duración en el gobierno de EE.UU. por parte de un agente extranjero (…) Es un delito que será castigado con toda la fuerza del Departamento de Justicia".
Merrick B. Garland, fiscal general
Rocha compareció el lunes ante un tribunal federal de Miami. No hizo ninguna declaración y simplemente se echó a llorar en la corte mientras su familia abandonaba la sala.
Otros agentes
El de Rocha es el más reciente de una larga lista de casos de espionaje que han tensado aún más las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, cuya enemistad supera el medio siglo.
Otro de los casos más sonados estalló en el 2001, cuando Ana Belén Montes, una analista de inteligencia militar de Estados Unidos, fue detenida por espionaje tras admitir que llevaba casi una década recopilando información clasificada para Cuba.
Tras ser condenada por espiar para Cuba, Montes fue puesta en libertad en enero luego de cumplir una larga sentencia en prisión.
Quienes también pisaron la cárcel fueron Carlos Álvarez, un profesor de psicología de la Universidad Internacional de Florida y su esposa, Elsa Alvarez, trabajadora social en una escuela. Ambos acusados en el 2006 de trabajar como agentes durante 30 años y alimentar a La Habana con información sobre agentes estadounidenses y grupos de exiliados anticastristas.
La lista de los acusados de espiar a Estados Unidos para Cuba es bastante amplia e incluye a más parejas de esposos que trabajaron juntos, infiltrados en bases militares, exfuncionarios de inmigración.
El caso Gross
Cuba también ha acusado a Estados Unidos de usar agentes para obtener información de la isla. El caso más emblemático es probablemente el de Alan Gross, un contratista estadounidense de la agencia de ayuda para el desarrollo (USAID) que fue condenado en el 2009 a 15 años de prisión en la isla por espionaje por haber introducido en la isla equipo de transmisión satelital.
Tras pasar cinco años en prisión, Gross fue liberado en el 2014 como parte del deshielo entre los dos países, bajo el gobierno de Barack Obama.
Andy Gómez
Analista político y exdecano de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad de Miami
Se estima que hay más de 500 espías cubanos en Estados Unidos. Eso es parte de la política internacional de todos los países y ha sido una constante entre EE.UU. y Cuba. Según Washington, el caso de Manuel Rocha puede ser más complicado que el de Ana Belén Montes, no solo por los años que estuvo sirviendo de espía, sino por el acceso que él tenía a diferentes instituciones dentro del gobierno de EE.UU.
Esto enfría un poco más las relaciones entre EE.UU. y Cuba. La Habana sigue pidiendo que Washington le levante el embargo, pero eso no va a pasar. Creo que EE.UU. va a esperar a ver el daño que pudo haber hecho la información que Rocha ha entregado. Rocha tenía acceso incluso a planificaciones militares y a otras áreas a un nivel alto.
En comunidad en el sur de Florida ha caído un peso muy grande porque todos aquí lo teníamos como un hombre de derecha y todo era un papel que estaba jugando. Es increíble que haya vivido así por 40 años.
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