(Ilustración: Giovanni Tazza / El Comercio)
(Ilustración: Giovanni Tazza / El Comercio)
Francisco Carrión

Si hay una región del mundo donde el periodismo está especialmente herido y amenazado, esa es . El brutal crimen de hace tres meses desveló con crudeza la realidad diaria de los reporteros árabes, víctimas de despiadados aparatos de inteligencia, ataques de grupos armados, detenciones arbitrarias, censura y leyes de cibercrimen y antiterroristas cada vez más vagas para perseguir los últimos rescoldos de prensa libre.

"No hay espacio para el periodismo libre", reconoce a El Comercio Rana Sabbagh, directora de Reporteros Árabes para el Periodismo de Investigación, una red de periodistas que destapa escándalos de corrupción y violaciones de derechos humanos alrededor del mundo árabe. "Recibimos ataques de gobiernos corruptos, élites políticas y económicas, milicias y a menudo de los propios editores", detalla desde su oficina en Amán, la capital de Jordania.


El año que acaba de concluir ha sido especialmente dramático para el gremio. Sin excepción, los países del turbulento Medio Oriente aparecen situados en los puestos más bajos del índice de libertad de prensa en el mundo que elabora Reporteros sin Fronteras. Empezando por la nación más poblada del mundo árabe, Egipto.

"Todos los medios de comunicación locales dispensan obediencia ciega al régimen. Quien desafía esa lealtad es acusado, sentenciado y llevado a la cárcel", confirma a este Diario Gamal Eid, director de la Red Árabe para la Información de Derechos Humanos. "Cualquier disidencia es un blanco para el régimen", agrega. El ex jefe del ejército y actual presidente Abdelfatah al Sisi ha aplicado el puño de hierro: 38 reporteros se hallan entre rejas; el acceso a más de medio millar de páginas webs ha sido bloqueado y los medios privados han sido adquiridos por empresas vinculadas a los servicios secretos.

"Bloquean las páginas como si fueran fantasmas, sin explicar las razones", se queja Lina Attalah, fundadora y editora de MadaMasr, un medio digital en árabe e inglés alcanzado por el bloqueo. Por si fuera poco, el presidente ha creado dos órganos de control y supervisión con capacidad de multar y decretar el cierre de medios con el pretexto de luchar contra las "noticias falsas". "El clima es el más restrictivo que he conocido con una sola narrativa permitida, la estatal. Quien se desvía corre el riesgo de ser detenido", admite la veterana periodista local Shahira Amin.

En la tierra de los faraones, el ícono del infierno que vive la profesión es Mahmoud Abu Zeid, conocido como Shawkan, un fotoperiodista de 31 años que ha permanecido en prisión desde agosto del 2013. En setiembre, un tribunal lo condenó a cinco años de cárcel, los mismos que cumplió recientemente. Desde entonces, su familia aguarda una puesta en libertad aplazada por las autoridades. "Que lo dejen en paz. Ha perdido cinco años de su juventud", suplica su hermano Mohamed, exhausto tras un lustro de lucha.

(Imagen: El Comercio)
(Imagen: El Comercio)

—Prensa de guerra—

Una cacería que la represión de la primavera árabe y la guerra han exacerbado en países como Siria, un punto negro para ejercer la profesión. En el 2018, nueve periodistas perdieron la vida y más de 40 se hallan aún secuestrados, detenidos o desaparecidos en zonas bajo control gubernamental o grupos armados como el autodenominado Estado Islámico. “En Siria nunca hubo libertad de prensa, pero hoy es el país más peligroso del mundo para los reporteros, atrapados entre las partes del conflicto”, admite Sabbagh.

La última víctima es Raed Fares, director de la cadena de radio independiente Fresh asesinado en el bastión rebelde de Idlib en noviembre. “Empezamos la revolución para lograr libertad y democracia, pero [el presidente] Al Asad y el mundo entero hicieron todo lo posible para que triunfara la imagen de un régimen luchando contra el terrorismo”, lamentaba el periodista en una conversación con este Diario hace dos años.

Una situación que se repite en la vecina Iraq, donde los asesinatos de periodistas quedan impunes, o Yemen, escenario del conflicto que libran Arabia Saudí e Iran en el que los periodistas son sistemáticamente etiquetados como “traidores” y “espías” y hostigados por los bandos en liza.

—Panorama sombrío—

En las monarquías del Golfo Pérsico, regadas por los petrodólares, el periodismo libre es una quimera. En Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos o Bahréin, se han diseñado legislaciones a medida para silenciar a los reporteros en Internet, el que hasta ahora ha actuado como un refugio libre de mordazas, con la excusa de combatir el terrorismo. “Leyes contra el terrorismo o el cibercrimen están siendo usadas para restringir la libertad de expresión y golpear a periodistas o críticos”, comenta a este Diario Hiba Zayadin, investigadora de Human Rights Watch.

Un presente sombrío para un oficio vulnerable e incómodo que ha obligado a muchos –desde redactores, columnistas o presentadores– a abandonar el oficio o abrazar la diáspora. “No tengo esperanza de volver pronto a casa”, dice el cómico egipcio Basem Yusef, un símbolo de la sátira política que transgredió las líneas rojas y acabó huyendo.

Ránking mundial

La anhelada libertad de prensa

►Según el índice de libertad de prensa del 2018, realizado por la organización Reporteros sin Fronteras, los tres países que están en el fondo de la lista (de 180 naciones) son Corea del Norte, Eritrea (África) y Turkmenistán (Asia Central). Siria, en el Medio Oriente, es el siguiente en el ránking.

►De acuerdo con el mismo ránking, Noruega, Suecia y Holanda son los tres países más seguros para ejercer el periodismo en el mundo.

►En América Latina, el país con menos libertad de prensa es Cuba, seguido por México y Venezuela.

►Venezuela es el país de la región que más ha caído en el ránking al perder seis puestos en la lista. Según RSF, está en el lugar 143.

►El Perú está en el puesto 88, de una lista de 180 países.

►Costa Rica es el país latinoamericano con mejor puntuación. Está en el décimo lugar del ránking, por detrás de Nueva Zelanda y Dinamarca.

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