El vaticano calcula que unas 300.000 personas asistieron a la misa del papa Francisco en el santuario cristiano más importante de Uganda, lejos de los 2 millones previstos por las autoridades. El vocero vaticano, reverendo Federico Lombardi, dio a conocer la cifra el sábado.
El papa Francisco presentó sus respetos a los cristianos ugandeses que fueron quemados vivos hace un siglo por negarse a renunciar a su fe y pidió a los fieles de hoy en día que sigan con su fervor religioso y expandan sus creencias tanto en su país como en el extranjero.
Francisco rezó en santuarios dedicados a los 45 mártires — 23 anglicanos y 22 católicos — que fueron asesinados entre 1885 y 1887 por orden de un rey local deseoso de frenar la influencia del cristianismo en sus dominios del centro del país. Según los historiadores, los cristianos murieron también porque se negaron a acceder a las peticiones sexuales del monarca, alegando que la iglesia está en contra de la homosexualidad.
En Namugongo, a las afueras de la capital ugandesa, Kampala, donde murieron quemados vivos la mayoría de los mártires, el pontífice visitó primero el santuario dedicado a los anglicanos, arrodillándose ante parte del árbol en el que fueron torturados antes de su ejecución. Más tarde ofició una misa en su honor en el templo católico para celebrar el 50 aniversario de su canonización.
Estaba previsto que a la ceremonia asistieran el presidente de Uganda, Yoweri Museveni, el de Sudán del Sur, Salva Kiir Mayardit, así como el descendiente del rey que mandó matar a los mártires.
"No se honra este legado con un recuerdo ocasional o por tenerlo consagrado en un museo como una joya preciosa. Más bien los honramos a ellos y a todos los santos cuando llevamos su testimonio de Cristo en nuestras casas y vecindarios, en nuestros lugares de trabajo y en la sociedad civil, tanto si nunca salimos de casa como si podemos ir al último rincón del mundo", dijo Francisco durante su homilía.
El pontífice argentino sabe bien de lo que habla. Cuando se unió a la Compañía de Jesús en su juventud, quería ser misionero en Japón. Pero su superior le pidió que se quedase en el país por razones de salud, y más tarde ejerció su labor evangelizadora en barrios pobres de Buenos Aires, una condición que está en la base de su papado.
Durante sus dos días en Uganda, está previsto que el pontífice haga hincapié en algunos de los temas que ya recalcó en la primera etapa de su visita, en Kenia: La corrupción, la pobreza y dar esperanza y aliento a los jóvenes cristianos. Tras la misa del sábado, Francisco se reunirá con jóvenes, visitará una obra benéfica y se reunirá con curas, seminaristas y monjas de la zona.
Algunos de los peregrinos pasaron la noche en el lugar de la misa para honrar a los mártires y ver al Papa, desafiando a la lluvia y durmiendo sobre colchonetas en una tierra que el agua se convirtió en barro de color chocolate.
"Son muy importantes porque sacrificaron su vida por su religión", dijo Beneh Ssanyu, de 27 años, que mostró el barro incrustado en sus sandalias y pantalones — una prueba de que llegó al lugar a la 1 del mediodía del viernes para lograr un puesto en la primera fila.
Las medidas de seguridad en el santuario eran estrictas y quienes accedían a la zona principal tenían que pasar por arcos detectores de metales, mientras barcos de la policía controlaban el foso de seguridad en torno al altar donde Francisco celebró la misa.
En sus viajes al extranjero, Francisco suele honrar a los mártires locales con la esperanza de inspirar a nuevas generaciones de misioneros. Durante su visita a Corea del Sur, por ejemplo, beatificó a 124 misioneros que ayudaron a llevar la fe a la península coreana. Además, hace continuas referencias a los mártires de hoy en día, los cristianos en Oriente Medio y África que son víctimas de insurgentes islamistas.
Francisco iniciará el domingo la última etapa de su viaje trasladándose a República Centroafricana.
Fuente: AP