Nobel de la Paz 2022: ¿La elección puede ser leída como un mensaje contra Putin?

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El mensaje parece ser evidente (por segundo año consecutivo se premia la “lucha de la sociedad rusa por la libertad” -el año pasado ganó Dmitri Murátov director del periódico perseguido Novaya Gazeta-) y se sucede en un contexto curioso (este viernes 7 también es el cumpleaños de Vladimir Putin). Ya lo dijo en Twitter Kailash Satyarthi, condecorado en la versión del 2014: “Espero que el presidente de Rusia entienda su significado y capte el mensaje”.

Es más que seguro que ni Putin ni Alexander Lukashenko, mandatario de Bielorrusia -país que, junto a Moscú, participa en la invasión de Ucrania-, están felices con la elección. Porque, tal como sostiene el internacionalista Carlos Novoa, “no es que haya una falla en la designación de los ganadores” sino que la guerra que ellos sostienen “tiene dimensiones de corte ideológico”.

La respuesta bielorrusa no demoró en llegar. Para el Gobierno, la designación de Bialiatski, fundamental para el nacimiento del movimiento democrático en su país y quien actualmente vive tras las rejas, molestaría al mismísimo Alfred Nobel. Anatoly Glaz, vocero de la cancillería, tuiteó: “En los últimos años una serie de decisiones fundamentales (y estamos hablando del Premio de la Paz) del Comité Nobel han sido tan politizadas que, lo siento, Nobel se hubiera hartado de revolcarse en la tumba”.

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Desde el otro lado, Oleksandra Matviichuk, jefa de la ganadora Centro por las Libertades Civiles, también tomó la palabra. En Facebook, ella escribió que era “necesario crear un tribunal internacional y llevar ante la justicia a Putin, Lukashenko y a otros criminales de guerra”.

Para calmar las aguas y adelantándose a los dimes y diretes, la presidenta del Comité Nobel de la Paz, Berit Reiss-Andersen, declaró que el premio ni estaba dirigido a Putin ni tenía que ver con su cumpleaños. “Siempre damos el premio a alguien por algo, no contra nadie. Pero su Gobierno y el de Bielorrusia representan a regímenes autoritarios que suprimen los derechos humanos”, agregó.

Novoa recuerda que, en efecto, este galardón solo apunta destacar a los que defienden los DD.HH., aunque por su naturaleza, es inevitable que cause controversias. “Las hemos visto con gobiernos de derecha que se enfrentaron a oposiciones de izquierda, cuyos exponentes fueron premiados. También ganaron el premio Yasser Arafat, Bill Clinton, Isaac Rabin, porque no se trata de ideologías sino del mensaje”.

El analista agrega: “El comité siempre busca tomar distancia, pero, así como el Nobel de Literatura, este tiene un sentido de reconocimiento de la trayectoria y también más político”.

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La inevitable política

“El Premio Nobel de la Paz celebra aquellas iniciativas de personas o instituciones a favor de la paz, pero es muy difícil definir qué es exactamente eso y, luego, juzgarlo”. Para Juan Negri, director de la carrera de Ciencia Política de la Universidad Torcuato Di Tella de Buenos Aires, ese es el quid del asunto. Por eso es que a veces los recipientes son cuestionados por “no merecerlo”, y también hay quienes opinan que hubo gente que lo mereció y no lo ganó. “Como Mahatma Gandhi”, dice.

“Sin duda, muchas veces la Academia sueca manda mensajes políticos, anticipa cuáles son sus preferencias y también busca avanzar en lo referente a la política exterior de su país. No creo que sea así todo el tiempo, pero es inevitable que, como toda evaluación, se inmiscuyan las consideraciones políticas”.

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Un buen ejemplo fue la elección de Barack Obama, galardonado en el 2009. Para Negri se trató de una celebración por anticipado: había llegado a la presidencia de Estados Unidos alguien que “buscaba ampliar los márgenes de la diplomacia” y se caracterizaba por un mensaje pacifista sobre las guerras en Afganistán e Iraq. “El objetivo era, más que premiar un hecho, premiar la promesa, la expectativa sobre el hecho, y esa ha sido muchas veces la crítica que se le hace al Nobel de la Paz. Parece que a veces busca motivar o indicar un camino”.

En ese sentido, para el especialista es clara la motivación de la elección de este año: “Dar una señal, tomar posición sobre la guerra en Ucrania. Definitivamente es un mensaje político. Están premiando a los que se oponen al conflicto”.

Eso sí, dice Negri, desde Suecia se evitó el camino más controversial. Premiar al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky -quien se voceaba como candidato fuerte-, hubiera sido bastante evidente. “Los encargados fueron prudentes sin dejar de mandar un mensaje fuerte antiputin”, sostiene. Y concluye: “Pero sería un error suponer que este premio puede terminar con la guerra. De hecho, no creo que lo hayan otorgado con esa intención”.