El patriarca ecuménico de Constantinopla Bartolomé I y el papa Francisco rezan por la paz en la catedral de Nuestra Señora de Arabia en Awali, al sur de la capital de Bahrein, Manama, el 4 de noviembre de 2022. (Foto de VATICAN MEDIA / AFP)
El patriarca ecuménico de Constantinopla Bartolomé I y el papa Francisco rezan por la paz en la catedral de Nuestra Señora de Arabia en Awali, al sur de la capital de Bahrein, Manama, el 4 de noviembre de 2022. (Foto de VATICAN MEDIA / AFP)
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Agencia EFE

El dedicó su segunda jornada en Baréin a intensificar la alianza con el islam, como ha hecho en sus ya más de diez viajes a países de mayoría musulmana, y en esta ocasión pidió que las religiones promuevan la paz “ante la blasfemia de la guerra”.

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El primer pontífice que visita este país del golfo Pérsico se reunió hoy con el imán de la Universidad de Al Azhar, de Egipto, Ahmed al Tayeb, con quien firmó en 2019 en Abu Dabi el documento para la Hermandad Humana, y posteriormente participó en una reunión del Consejo Musulmán de Ancianos, que promueve los valores de la tolerancia y la paz entre religiones.

Un religioso no apoya la carrera armamentística

La jornada se había iniciado con su discurso para la clausura del “Foro Occidente y Oriente para la convivencia pacífica” organizado por la familia real, desde donde volvió a pedir “negociaciones serias” para que termine la guerra en Ucrania.

“Los que son religiosos dicen firmemente no a la blasfemia de la guerra y el uso de la violencia. Porque no basta con decir que una religión es pacífica, es necesario condenar y aislar a los violentos que abusan de su nombre”, dijo el papa en uno de los espacios del palacio real Bakhir.

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Y, agregó, “tampoco basta con distanciarse de la intolerancia y el extremismo, debemos actuar en sentido contrario”, desde condenar el terrorismo hasta oponerse a “la carrera armamentística, el negocio de la guerra, el mercado de la muerte”.

El papa Francisco advirtió de que “Oriente y Occidente se asemejan cada vez más a dos mares contrapuestos” y, si se continúa “jugando con misiles y bombas”, el mundo se llenará de “cenizas y odio”, al tiempo que deseó que estas disputas “se resuelvan por el bien de todos”.

“Después de dos terribles guerras mundiales, después de una guerra fría que durante décadas tuvo al mundo en vilo, en medio de tantos conflictos desastrosos en todas partes del globo, entre voces de acusación, amenaza y condena, nos encontramos aún tambaleantes en el borde de un equilibrio frágil”, subrayó.

Los religiosos deben promover la paz con el diálogo

Después, en el patio frente a la mezquita del complejo del palacio real Sakhir en Awali, dirigió su discurso al Consejo Musulmán de Ancianos, que promueve los valores de la tolerancia y la paz entre religiones y con quienes ya se encontró en su viaje a Abu Dabi.

“Dios es fuente de paz. Que nos conceda ser, en cualquier lugar, canales de su paz”, inició el papa su discurso.

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“Ante ustedes quisiera reiterar que el Dios de la paz nunca conduce a la guerra, nunca incita al odio, nunca respalda la violencia. Y nosotros, que creemos en Él, estamos llamados a promover la paz a través de instrumentos de paz, como el encuentro, las negociaciones pacientes y el diálogo, que es el oxígeno de la convivencia común”, agregó.

Para colaborar en el camino de la paz, el papa indicó que las religiones disponen de la oración y la fraternidad.

“Estas son nuestras armas, humildes y eficaces”, dijo Francisco, que llamó a no dejarse tentar “por quienes creen en las razones de la fuerza y alimentan la violencia, la guerra y el mercado de armas, el comercio de la muerte que, con grandes sumas de dinero cada vez mayores, está transformando nuestra casa común en un gran arsenal”.

El Patriarca Ecuménico de Constantinopla Bartolomé I besa el crucifijo del Papa Francisco a su llegada a la Catedral de Nuestra Señora de Arabia en Awali, al sur de la capital de Bahréin, el 4 de noviembre de 2022. (Foto de Marco BERTORELLO / AFP)
El Patriarca Ecuménico de Constantinopla Bartolomé I besa el crucifijo del Papa Francisco a su llegada a la Catedral de Nuestra Señora de Arabia en Awali, al sur de la capital de Bahréin, el 4 de noviembre de 2022. (Foto de Marco BERTORELLO / AFP)
/ MARCO BERTORELLO

Una catedral en el desierto

El papa Francisco, que tiene que usar la silla de ruedas para moverse debido a sus problemas en la rodilla, concluyó la jornada con una visita a Nuestra Señora de Arabia, una verdadera catedral en medio del desierto de Awali, en Baréin, y la que es la mayor iglesia de todo el golfo Pérsico y un refugio para los católicos del país, cerca de 80.000 y casi todos trabajadores inmigrantes procedentes de Filipinas e India.

En esta iglesia imponente, con capacidad para 2.300 personas y construida cerca de las pequeñas casas blancas que se confunden con la arena del desierto donde viven los inmigrantes que trabajan en las refinerías de este rico país, el papa participó en un encuentro ecuménico con los representantes de las otras religiones cristianas, en el que participó el patriarca de Constantinopla, Bartolomé.

Aquí el papa lanzó un llamamiento al resto de cristianos para que, “del mismo modo que en este archipiélago no faltan conexiones estables entre las islas, sea también así entre nosotros, para no estar aislados, sino en comunión fraterna”.

La visita a esa gran catedral, construida en un terreno donado por el soberano Hamad bin Isa Al Jalifa y justo frente a la mezquita de Sakhir, perteneciente al complejo del palacio real, es uno de los motivos por los que el papa ha querido viajar hasta este país del golfo Pérsico.

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