Ciudad del Vaticano. "Había que esperar a tener al primer papa latinoamericano para contar con el primer mártir contemporáneo de América Latina", asegura el postulador Vincenzo Paglia, quien más ha luchado por la beatificación del arzobispo de San Salvador Oscar Arnulfo Romero, que se producirá el 23 de mayo.
Romero fue asesinado el 24 de marzo de 1980 por el disparo de un sicario, se cree que ordenado por un escuadrón de la muerte de la extrema derecha, cuando oficiaba misa en la capilla de un hospital para enfermos de cáncer, en los días previos al estallido del conflicto armado salvadoreño (1980-1992).
Aunque el arzobispo fue desde ese día venerado en El Salvador y en toda Latinoamérica, en el Vaticano había demasiadas reticencias para beatificar a Romero, por su personalidad controvertida y cercana a la llamada Teología de la Liberación, pero también por algunos aspectos doctrinales que no consideraban su muerte "un martirio".
En marzo de 1994 se abrió el proceso de beatificación del prelado y tras concluirse su fase diocesana, que redacta el informe sobre la vida, en 1997 pasó a la Congregación de la Doctrina de la Fe para que diese su autorización.
El proceso vivió una fase de estancamiento y solo en el 2005 la Congregación para la Causa de los Santos dio el visto bueno para que continuase la investigación.
Con la llegada del papa Francisco en marzo del 2013 se ha reactivado el procedimiento de beatificación de Romero y como el mismo Paglia reconocía a EFE, Jorge Bergoglio fue "un rayo" a la hora de acelerar el proceso.
El postulador matiza siempre que "un primer empujón" al proceso lo dio Benedicto XVI, quien en diciembre del 2012, poco antes de su renuncia, dio vía libre para que continuase" y asegura que también Juan Pablo II "aceptó" a Romero.
Pero, para Paglia ha sido crucial la llegada de Francisco, no solo por ser el primer pontífice latinoamericano, sino "porque entre lo que Romero predicaba y el magisterio del Papa hay una gran similitud que se engloba en pensar en una Iglesia pobre para los pobres".
Además, Latinoamérica ha sido donde más "cuajó" el mensaje de Romero de que la Iglesia debe tener como prioridad el amor por los pobres y así quedó reflejado en las reuniones que tuvieron los obispos latinoamericanos en Medellín (Colombia), Puebla (México) o la última de Aparecida (Brasil).
Reuniones de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM) en las que participó Bergoglio como arzobispo de Buenos Aires.
"Hay como una especie de relación estrecha, de consonancia, entre el Papa y Romero, y es que Francisco necesitaba también en el paraíso a alguien que le animase, y ese es Romero", bromeó Paglia.
El postulador revela una anécdota sobre cómo la beatificación de Romero era uno de los primeros pensamientos de Bergoglio.
El mismo día en el que Francisco inició su pontificado y regresaba a su residencia en Santa Marta al final de la misa hizo parar el coche para saludar a Paglia y al hablar de Romero le apremió: "Tenemos que ir deprisa".
A nivel técnico, el Papa aprobó el decreto en el que se reconocía el "martirio" de Romero "in odium fidei", es decir, que fue asesinado por "odio a la fe" y por el que no necesitará un milagro para ser beatificado.
El teólogo peruano Gustavo Gutiérrez explicaba recientemente en una rueda de prensa en el Vaticano, cómo por primera vez se ha "ampliado" el concepto de "martirio" al pasar de considerar que Romero fue asesinado por el amor que manifestaba a su pueblo y no por cuestiones religiosas.
Este nuevo concepto de martirio también abrirá las puertas hacia los altares a otros "mártires" latinoamericanos como el jesuita Rutilio Grande, asesinado en 1977, o del brasileño Helder Cámara, uno de los pioneros de la Teología de la Liberación.
También el cardenal hondureño Óscar Rodríguez Maradiaga afirmó que "América Latina está muy agradecida por la beatificación del arzobispo de San Salvador, Óscar Arnulfo Romero", pues es una guía para seguir ocupándose de los más pobres.
Fuente: EFE