Casi dos semanas después de las históricas protestas en Cuba, el gobierno de Miguel Díaz-Canel sigue respondiendo al descontento y hartazgo ciudadanos con censura y represión. Pese a ello, la periodista cubana Camila Acosta asegura que cada vez más personas deciden alzar su voz más allá del miedo. “La persecución solo ha aumentado el deseo de libertad”, dice desde La Habana.
Acosta, corresponsal del diario español “ABC”, conoce bien la estrategia oficialista en curso. La reportera pasó cuatro días en prisión tras informar sobre las protestas. Aunque salió de la cárcel, se encuentra en un régimen de arresto domiciliario, sin las herramientas para trabajar.
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“Me quitaron todos mis equipos de trabajo. El mismo día que me detuvieron hicieron un registro en mi vivienda y me quitaron la laptop, mis teléfonos, dinero. En cuanto logre hacerme al menos de una computadora volveré a trabajar”, señala Acosta, quien conversó con El Comercio sobre la situación actual en Cuba y lo que se espera en adelante.
—Doce cubanos han sido condenados a prisión sin defensa en juicio sumario por su participación en las protestas que estallaron el 11 de julio. ¿Cómo definiría la estrategia que el régimen está llevando a cabo?
La estrategia del régimen cubano es infundir el terror. Esos juicios sumarios, esos encarcelamientos son utilizados para que el resto de los cubanos vean de lo que ellos son capaces y no se lancen más a las calles, para que tengan miedo de hacerlo. De eso se trata.
—¿Cuál ha sido la reacción de la ciudadanía a estas condenas?
El pueblo cubano en general está muy indignado. Toda la represión y todos los encarcelamientos han aumentado las ansias de libertad. Yo creo que ha tenido un efecto contraproducente para el régimen porque el 11 de julio, independientemente de toda la represión que ha seguido y de todo el temor que han estado infundiendo, se inició un camino que ya no tiene vuelta atrás.
—¿Cómo ha contenido el régimen este descontento expresado en las protestas?
El régimen ha contenido las protestas con represión, con golpizas. Las calles cubanas están completamente militarizadas, tanto con uniformados como con agentes vestidos de civil que están armados con armas de fuego y armas blancas. Tienen además palos y piedras para que si alguien llega a grabar entonces alguien diga que es el pueblo el que está enfrentándose.
Las llamadas brigadas de respuesta rápida son grupos de paramilitares creados y financiador por el régimen cubano para golpear y frenar cualquier intento de estallido social. Así es como ha contenido el régimen las protestas además de infundir el terror, de detener a cientos de personas, de mantenerlos incomunicados, también con desinformación y cortes de Internet.
—¿Se temen más detenciones?
Sí, todavía están arrestando personas. De hecho, a algunas personas las están citando por sus publicaciones en redes sociales, es decir, por haber compartido videos o críticas respecto a la respuesta de las autoridades cubanas a las manifestaciones.
—Los cortes de Internet dificultan que se conozca con exactitud lo que está pasando. ¿Cuál es la situación actual en la isla?
El régimen cubano cortó internet para mantener la incomunicación porque sabe que las protestas se extendieron por todo el país debido a que la gente estaba siguiendo lo sucedido en San Antonio de los Baños, que fue el primer poblado que se tiró a las calles. Por eso, también para que la gente no transmitiera en vivo, para que no se subieran los videos, para que no se supiera si seguían las protestas en otros poblados y así la gente no continuara en las calles.
El régimen ha seguido arrestando personas, las ha sacado incluso de sus centros de trabajo, de sus casas por sospechas de que hubiesen participado en las manifestaciones, por denuncias de ‘chivatones’ (agentes encubiertos) que están informando a quiénes vieron en las manifestaciones, ya sea que hubiesen estado parados mirando o participando.
—¿Aún hay desaparecidos?
Hay muchas personas que siguen detenidas. No se conoce el número exacto, pero se trata de varios cientos. Algunas organizaciones están tratando de llevar estos datos, hay incluso menores de edad. Y el régimen cubano está manipulando todas las informaciones, mintiendo. Algunos familiares han hecho las denuncias, otros tienen miedo de hacerlo. Yo creo que, dentro y fuera de Cuba, el que no quiera ver lo que está sucediendo y reconocerlo pues simplemente está siendo cómplice del régimen. Los videos que circulan por las redes hablan por sí solos.
—¿Ha seguido la ofensiva contra la prensa independiente? ¿Qué dificultades enfrenta en este momento?
El Instituto Cubano de Libertad de Expresión y Prensa (ICLEP) calcula que más de 40 periodistas fueron arrestados el 11 de julio y en los días siguientes. Algunos han sido liberados, pero todos bajo medida de reclusión domiciliar, como es mi caso. Otros permanecen arrestados, entre ellos Orelvis Cabrera, reportero de Cubanet en Matanzas, a quien la fiscalía le dictó una medida de prisión preventiva y está a la espera del juicio.
El régimen está tratando de mantener a la prensa en sus casas para que los periodistas no salgan a la calle, no entrevisten y no lleguen a las historias de la gente del pueblo, de la gente común y corriente.
—Ha vivido el trato que le da el régimen a los detenidos. ¿Cómo fue pasar cuatro días encarcelada?
A mí no me maltrataron físicamente, pero sí psicológicamente desde el mismo momento en que me metieron en una celda injustísimamente, con las pésimas condiciones que tiene una celda en Cuba. Calor extremo, mosquitos, condiciones de hacinamiento, poca ventilación, no se seguían los requisitos de aislamiento. Recuerdo que en un momento protesté por el tema del COVID-19, porque estaban entrando y sacando a varias detenidas sin siquiera hacerles la prueba del virus. Tenía dos interrogatorios diarios de más de una hora cada uno.
Pero con los presos que tienen más visibilidad ellos se cuidan de no cometer maltratos físicos que dejen marca, aunque sí tratan de disminuirnos o amedrentarnos psicológicamente.
—¿Cómo es el trato para el resto?
Con los detenidos comunes sí son más agresivos, yo vi algunas mujeres con moretones porque fueron golpeadas durante su detención. Los tratan como si fueran los peores delincuentes, como animales. Es terrible. Había mujeres que llevaban dos o tres días detenidas y todavía no las habían procesado, nadie las había interrogado, tampoco habían podido comunicarse con sus familiares. Estaban preocupadas, no podían asearse. A las que nuestras familias nos habían logrado pasar al menos jabón se los prestábamos para que ellas se pudieran bañar.
—¿Qué se espera que venga ahora para la isla? ¿Seguirá la presión ciudadana?
El 11 de julio empezó un camino que difícilmente tenga retroceso, independientemente de la represión. Ya no son solamente esos jóvenes que salieron a las calles, ahora son sus familias, sus madres, sus padres, sus hermanos quienes se están sumando a este descontento y están exigiendo su liberación. En ese sentido, yo creo que la represión ha sido contraproducente porque cada vez hay más personas que deciden alzar su voz independientemente del miedo.
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