En el fútbol es costumbre atacar al rival. Fuera de la cancha, cada vez es más frecuente que los hinchas elijan burlarse del origen de algunos jugadores, en muchos casos con connotaciones racistas. “Su vieja es nigeriana, su viejo camerunés, pero en el documento, nacionalidad francés”, dice el insultante cántico que varios aficionados argentinos entonaron la semana pasada en la transmisión en vivo de un canal de televisión y que fue criticado fuertemente por los medios galos. El propósito era burlarse de las raíces africanas de algunos jugadores franceses que asisten a Qatar 2022, entre ellos las del astro Kylian Mbappé.
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Mbappé, parisino de padres africanos, ha sufrido por años ataques racistas en su propio país, los cuales lo hicieron considerar no volver a jugar en la selección francesa. “Dije: ‘No puedo jugar para la gente que piensa que soy un mono. No voy a jugar”, reveló a “Sports Illustrated”, aunque luego reculó. “Rendirse no era un buen mensaje. Esta es la nueva Francia […]. Por eso no renuncié a la selección”.
Pero si los ataques racistas alcanzan a una estrella oriunda del país que representa futbolísticamente, quienes nacieron en una nación distinta pueden ser objetivos más habituales. Hace unos días, el centrocampista de la selección francesa Eduardo Camavinga, nacido en Angola, fue culpado por varios hinchas galos de la lesión que dejó sin Mundial a Christopher Nkunku. “Regresa a África” fue una de las frases que más se leyeron contra él.
Camavinga es uno de los 137 jugadores de Qatar 2022 que jugarán por países distintos a los que nacieron, lo que evidencia cuán multiculturales y diversas son las selecciones de fútbol en estos días. En concreto, 28 de los 32 equipos tienen futbolistas nacionalizados.
Las cuatro naciones que conforman las excepciones son: Argentina, Brasil, Corea del Sur y Arabia Saudí, que tienen la totalidad de sus jugadores nacidos en su país.
El torneo más mundial
Si bien las selecciones que tienen más jugadores nacidos en otro país son Marruecos, Túnez, Senegal, Qatar, Gales, Australia y Camerún [ver gráfico], resulta interesante que la nación que más futbolistas exporta sea Francia, con 36 deportistas repartidos en equipos de África, Asia y Europa.
Para el periodista Bruno Rivas, autor del libro “Guía política del Mundial de Fútbol Rusia 2018″, el que muchos equipos tengan jugadores cuyas familias no son de esos países se explica por un proceso de globalización, que se puede reconocer desde los inicios de la repoblación del mundo.
“En el caso de las selecciones, esto queda mucho más en evidencia porque vamos a encontrar, por ejemplo, una selección francesa que es multicolor, multirracial, en el sentido de que Francia ahora es consecuencia también del movimiento de migraciones del África y de países árabes, de gente que buscó en su momento mejores condiciones de vida y ahora tenemos como consecuencia jugadores como Mbappé o Varané”, dice a El Comercio.
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Jorge Illa, doctor con una tesis de deporte y política y catedrático de la UPC, señala que la presencia de este tipo de seleccionados no es una gran novedad, aunque tal vez es más llamativo ahora porque en Rusia 2018 estos jugadores no llegaban a 90. “La globalización tiene bastante que ver”, dice a El Comercio. Sin embargo, apunta que si Francia es el país que más jugadores aporta a otras selecciones, es porque estos buscan una oportunidad que difícilmente lograrán en su propia nación.
“Francia es la actual campeona del mundo, lograr jugar ahí debe ser una de las cosas más difíciles. Por ello, muchos jugadores que han nacido en Francia se van a jugar por los países de sus padres. Como la globalización ha convertido a los jugadores en marcas globales, ellos aprovechan eso para estar en el escaparate número 1 de las marcas deportivas, que es el Mundial”, agrega.
Un dato importante: 42,3% de los futbolistas que representarán a las cinco selecciones africanas en Qatar 2022 nació en Europa.
En busca de talento
Hay algunas excepciones, como el español Iñaki Williams, que juega en el Atlético de Bilbao y escogió ir con Ghana en este Mundial.
Un factor por tener en cuenta en países no europeos es el grado de inversión que se da en el Viejo Continente a temas futbolísticos.
“¿Por qué Perú mira al exterior para repatriar a un Lapadula o a un Ormeño? Es porque finalmente en Europa hay mayores probabilidades de crecimiento, hay mayor inversión en divisiones menores. Hay también una lógica detrás, de saber que vas a encontrar en el exterior un jugador probablemente más técnico y más dotado que el que puedes conseguir en tu país. O en todo caso, se amplía el universo. Hay países que no lo necesitan, como Argentina o Brasil, pero hay otros que sí”, apunta Rivas.
Muchos países se están nutriendo de lo que fueron las migraciones por factores económicos. Así como hay fuga de talentos de médicos, también ha habido fuga de talentos de futbolistas.
El racismo, un sinsentido
En cuanto al racismo, Rivas considera que no considerar franceses a jugadores como Mbapé, Karim Benzemá o Zinedine Zidane corresponde a una mirada demasiado caduca para términos actuales. “El tema de Francia y la migración no es nuevo. Michel Platini, la gran figura de la selección francesa en los 80 era proveniente de una migración italiana a Francia. Para Francia es una costumbre que su selección se haya nutrido de migraciones”, recuerda.
Considera que las reacciones racistas y discriminatorias que se ven ahora pueden provenir de que vivimos un momento en que procesos como la globalización han sido puestos en discusión con temas del Brexit, discursos como el de Donald Trump o los movimientos neofascistas en Europa.
“De ahí puedo reconocer los cánticos racistas, además, el fútbol ha sido un espacio donde generalmente expresiones llamadas políticamente incorrectas suelen tener espacio con frecuencia, lamentablemente”, dice Rivas.
Illa recuerda que el racismo ocurrió incluso con la selección de Zidane, la campeona del mundo en 1998, donde había jugadores, como el mismo Zinedine Zidane, que no provenían de lo que muchos consideraban la Francia tradicional. “Pero en cuanto se gana eso se olvida, pasa a segundo plano. Si se gana, no hay problema. El componente del desempeño influye. Si tú has nacido en otro país y por tus padres o abuelos estás compitiendo en mi equipo, si ganas te lo voy a perdonar todo. Pero si pierdes voy a decir que por tu culpa no ha podido participar otro nacido en el propio país y que hubiera sentido mejor la camiseta”, comenta.