El caos reina en Twitter y, esta vez, no son solo sus usuarios los que están en pie de guerra. La batalla entre Elon Musk, nuevo dueño de la plataforma, y cientos de empleados enojados ha escalado al punto en que muchos se preguntan si estamos ante el fin de la popular red social. Que hashtags como “RIPTwitter” o “ByeTwitter” se consolidaran como tendencias en varios países es solo una pequeña prueba de ello.
LEE TAMBIÉN: Elon Musk somete a voto tuitero el regreso de Trump a Twitter: “La voz del pueblo es la voz de Dios”
Pero la crisis es más grande en el mundo real. Una avalancha de renuncias de empleados de la red social aumentó en las últimas horas, luego de que Musk, propietario de Twitter desde hace solo tres semanas, pidiera el jueves 17 a los empleados que eligieran entre entregarse “incondicionalmente y trabajar muchas horas a alta intensidad” o dejar la empresa. Entre los empleados que rechazaron la oferta hay ingenieros de software y personal clave para el funcionamiento de la plataforma.
Las dimisiones –cifradas en cientos de personas, según medios estadounidenses– golpean a una plantilla que ya había sufrido cerca de 3 mil despidos tras la llegada de Musk.
Varios de los empleados que renunciaron dijeron adiós en la red social usando los hashtags #oneteam (un equipo) y #lovewhereyouworked (ama donde trabajabas), mientras miles de usuarios anuncian cada hora que dejarán la red social.
El magnate ha respondido con bromas y sarcasmo. También ha ordenado cerrar la sede de la compañía hasta el lunes 21, inutilizando los pases electrónicos de acceso de los trabajadores y bloqueando momentáneamente a varias personas en la sede en la noche del jueves.
El rol de Twitter
La crisis en Twitter ha llevado a pensar en el aporte de esta red social para el mundo, especialmente para campos como la política y el periodismo en los que la plataforma ha adquirido mayor relevancia en los últimos años.
Raúl Castro, decano de Comunicaciones y Publicidad de la Universidad Científica del Sur, destaca su relevancia. “No es la red más masiva, pero sí en la que se desarrollan las tensiones y contiendas ideológicas y morales matrices en la vida de las sociedades. Tiene una importancia estratégica en la medida en que actores de primeras posiciones del poder, ya sea corporativo o gubernamental, se pronuncian por ahí”, dice a El Comercio.
Explica que el estilo de hacer política de forma plataformizada tuvo sus primeros esbozos con el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, que expresamente llevó su gestión saltándose a la prensa y los medios. “Lo que hacen medios como Twitter es convocar una comunicación par a par, directa con los individuos”, agrega Castro.
Hugo Morales, periodista experto en tecnología, destaca que Twitter se ha posicionado como una plaza pública que ha sido campo fértil para la discusión política y para la prensa, aunque no necesariamente para la distribución de contenidos de los medios tradicionales.
“Lo que hace Twitter es poner en el mismo valor lo que dice una persona común y lo que dice un gran medio. Muchas veces los medios grandes se alimentan en Twitter de cualquier cosa que aparece y que sea llamativa, como videos de un accidente o la foto que muestra que algo está pasando. Básicamente gracias a Twitter tenemos ojos y oídos en todos lados y por eso quizá es tan relevante para los periodistas y para los políticos, que buscan capitalizar al máximo todo lo que ocurre para llevar más público a su causa”, apunta.
Sobre el debate de la desaparición de la red social, Morales considera que más que extinguirse Twitter va a transitar hacia la irrelevancia y perderá su lugar. “Si es que sigue la tendencia que vemos, otras plataformas van a potenciar aspectos que hoy tiene Twitter, como el microblogging, el formato de mensajes enriquecidos y otras cosas que hacen que sea relevante como una especie de plaza pública”, señala.
Futuro incierto
Desde que Musk compró Twitter, usuarios inconformes migraron a otras plataformas. Una de las que más suena es Mastodon, fundada en el 2016 por el desarrollador alemán Eugen Rochko.
Morales señala que Mastodon es el vehículo de escape más cercano a la experiencia que encontramos en Twitter. Sin embargo, el experto resalta que, si bien Twitter es un lugar polarizado y donde destaca la toxicidad de su comunidad, Mastodon hace que la gente pueda crear sus propios servidores bajo sus propias reglas, “lo que quiere decir que si no piensas como yo te niego el servicio y me voy a otro lugar en que todos piensen como yo. Toda la polarización va a estar en un lugar cerrado y la gente se va a sentir libre de exacerbar discursos de odio, difamaciones, etc.”, advierte.
Castro recuerda que Twitter pertenece a la primera generación de social media, cuya razón de ser se sustentaba inicialmente en un ideal democratizador. Sin embargo, toda esa visión optimista entró en crisis a partir de escándalos como el de Cambridge Analítica, cuando salió a la luz que el desarrollo tecnológico de organizaciones mediáticas, como Facebook y Twitter, llevaba a tal sofisticación y observación de los usuarios que terminaron mercantilizando su información personal.
“Es entonces que las redes sociales entran en crisis y hoy se habla de una segunda generación de social media con plataformas como TikTok y Twitch. Además del cambio generacional, lo distinto es que se produce un tipo de interactividad diferente, donde los sujetos deliberadamente crean pautas de piqueos comunicacionales. Esto es importante porque significa que podemos estar frente al entierro de los grandes relatos. Ahora existe la posibilidad de que la política o las acciones del poder se desplacen hacia microespacios, estamos viviendo el auge de la fragmentación. Va a tener que reconfigurarse el orden de influencia”, señala Castro.
Sobre a dónde se encamina Twitter, el experto recuerda que Musk es un tipo totalmente impredecible. “Es claro que hay un proceso de búsqueda de construcción de nuevos poderes globales cuya influencia sea tan o mayor que la de las naciones, y en tal camino, para Musk, hacerse de Twitter representaba ese posicionamiento”.
Hugo Morales
Periodista experto en tecnología y editor en The-Update.com
Elon Musk se está dando cuenta de que ser el troll de Twitter, como siempre lo fue, no es tan divertido como ser el moderador de Twitter y eso se nota. Su desregulación inicial de la plataforma, que permitió que los usuarios tuvieran el check azul, terminó con gente que empezó a suplantarlo a él, a su ex, a las marcas.
El gran problema que enfrenta Twitter hoy es que la persona que lo está manejando tiene un historial de decisiones erráticas que van más allá de estas últimas semanas. Musk no solo se enfrenta al descrédito de su marca personal, sino también al descrédito desde la industria publicitaria y de la industria reguladora, que no confían en él.
No estamos asistiendo a la muerte de Twitter, sino que va a pasar lo mismo que ha pasado históricamente con otras redes sociales, que es que comienza a caer de forma progresiva en el descrédito y en la irrelevancia.
Si se pone fin a Twitter, tampoco se pierde un espacio extremadamente utilizado porque entre las grandes redes sociales Twitter es la más pequeña. Tal vez se pierda una visión, una forma de utilización, una ventana particular, pero no necesariamente se acaba el flujo noticioso ni las noticias falsas. El formato lo perdemos, pero lo que está detrás de ese formato va a seguir ahí.