El polígono nuclear de Nueva Zembla, ubicado en el Ártico, volverá a entrar en funcionamiento próximamente, según anunció el viceministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Riabkov, a la agencia de noticias estatal RIA Nóvosti.
MIRA: La Comisión Europea contribuirá con hasta 35.000 millones a créditos del G7 a Ucrania
De esa forma, Riabkov confirmó este lunes 23 los rumores difundidos entre los medios rusos. El jefe del polígono, el contralmirante Andréi Sinitsin, aseguró por su parte que “en cualquier momento podemos comenzar el ensayo”.
En caso de llevar a cabo ensayos nucleares, el régimen de Vladimir Putin convertiría a Rusia en el primer país -además de Corea del Norte- en realizar este tipo de pruebas en el siglo XXI.
“Es una postura interesante porque se demuestra para qué sirven las armas nucleares hoy en día. Un ensayo sirve para ver si un dispositivo funciona adecuadamente, pero en este caso se usa como un despliegue de fuerza”, explica a El Comercio Carlos Umaña, experto costarricense y uno de los máximos referentes mundiales en la lucha por la abolición de las armas nucleares.
El Kremlin estaría dispuesto a dar este peligroso paso en respuesta a la autorización de Occidente a Ucrania para que emplee sus misiles de largo alcance contra objetivos en territorio ruso en medio de la guerra que libran ambos países desde febrero del 2022.
Poco antes, Putin había advertido que dicha autorización “significará que los países de la OTAN, EE.UU. y los países europeos estarán en guerra con Rusia”.
“Los ensayos se dejaron de realizar tras la ratificación de Rusia del Tratado de Prohibición Completa de Ensayos Nucleares (CTBT, por sus siglas en inglés), pero también porque no eran necesarios gracias a los modelos informáticos. Acá lo que vemos es que están jugando a quién es el ‘más valiente’. Desde el inicio de la invasión a Ucrania, Rusia ha usado sus armas ya no como disuasión sino como cohesión nuclear”, lamenta Umaña, quien ganó el Nobel de la Paz en el 2017 por su lucha contra la proliferación de las armas nucleares en el planeta.
- Momento crítico -
Durante su declaración a RIA Nóvosti, Riabkov aseguró que la postura de Putin no ha cambiado desde noviembre del 2023, en referencia a la fecha en la que el líder ruso promulgó una ley que revoca la ratificación del CTBT y que solo se abstendrán de realizar dichas pruebas si Estados Unidos hace lo propio.
El CTBT fue firmado por 185 países durante la Asamblea General de la ONU del 10 de setiembre de 1996. Rusia ratificó su compromiso en junio del 2000. Estados Unidos, por otro lado, fue uno de los nueve países que no ratificó el tratado.
Para Umaña, nos encontramos ante “un deterioro de la arquitectura del régimen de no proliferación de armas nucleares. Se han traído abajo los tratados entre Rusia y Estados Unidos. Donald Trump se trajo abajo el Tratado de Fuerzas Intermedias, mientras que Putin anunció que no iban a seguir el Nuevo START, por lo que no sirve como tal”.
El experto lamenta, además, que “la OTAN está probando los límites, hasta qué punto Putin cumplirá o no sus amenazas y nos está llevando a todos al borde del abismo”, por ello resalta la importancia de que “no solo Estados Unidos y la OTAN sino el mundo estigmatice las armas nucleares”.
- Escenario histórico -
Tomando en cuenta la intención de Putin por enviar un mensaje a Occidente con este posible ensayo, no sorprende que el escenario que haya escogido sea uno con alta carga histórica en el país.
El polígono de Nueva Zembla fue donde se detonó la Bomba Zar, considerada la bomba atómica más potente de la historia. “Dicho ensayo se realizó aprovechando el XXII Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética. Además, fue el último lugar donde se realizaron pruebas nucleares”, explica Umaña en referencia a las ocho cargas con una potencia de 70 kilotones detonadas el 24 de octubre de 1990.
Durante los más de 40 años que duró el programa nuclear soviético se llevaron a cabo más de 700 pruebas en distintos lugares que hoy pertenecen a Kazajistán, Uzbekistán, Ucrania o Turkmenistán. Sin embargo, fueron el de Nueva Zembla y el de Semipalatinsk, este último en suelo kazajo, los más frecuentados.
Según Umaña, la intención de volver a utilizar el polígono ubicado en un archipiélago del Ártico buscaría también controlar los efectos secundarios que dejaron otros ensayos del pasado. “Hasta la fecha en Kazajistán, por ejemplo, siguen naciendo personas con malformaciones y hay una alta incidencia de cáncer en consecuencia a la radiación residual. Entonces, además de la importancia histórica, creo que también influye que no haya una gran densidad poblacional cerca de Nueva Zembla”, explica el experto.