Las revelaciones de que el GRU (el servicio de inteligencia de la Fuerza Armada de Rusia) estuvo detrás de la explosión en un depósito de armas en República Checa que mató a dos personas en octubre de 2014 ha desatado una importante disputa diplomática entre Praga y Moscú.
Pero también ha planteado preguntas sobre de qué es capaz el GRU, si puede ser disuadido y qué otras operaciones puede haber ejecutado hasta ahora.
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Los servicios de inteligencia europeos creen que la misión de la Unidad 29155 del GRU es ejecutar operaciones de sabotaje, subversión y asesinato.
Tras el envenenamiento de Sergei Skripal, un exoficial ruso que fue agente doble de la inteligencia británica, y de su hija Yulia, ocurrido en Salisbury (Reino Unido) en 2018, los servicios de seguridad de toda Europa han estado trabajando metódicamente para rastrear sus acciones, siguiendo los movimientos de los aproximadamente 20 agentes que realizan misiones clandestinas en el extranjero.
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Esto ha arrojado nueva luz sobre otros sucesos, como el envenenamiento de un traficante de armas búlgaro en 2015, así como la explosión checa.
La unidad también estuvo vinculada a un intento de golpe de Estado en Montenegro en 2016 destinado a evitar que el país se alineara con la OTAN.
Los presuntos agentes fueron juzgados y condenados (en ausencia) por los tribunales.
Los servicios de seguridad franceses establecieron que la unidad utilizaba una región de los Alpes como base avanzada de operaciones para viajar a otros países.
También se la ha relacionado con el supuesto ofrecimiento de recompensas a los talibanes por los ataques contra las fuerzas estadounidenses en Afganistán, aunque la semana pasada funcionarios estadounidenses dijeron que solo tenían una confianza de baja a moderada al respecto.
¿Qué hay detrás de estas operaciones encubiertas?
La mayoría de los eventos descubiertos hasta ahora datan de después de 2014. Ese año, particularmente con la crisis de Ucrania, parece ser el punto en el que el Kremlin comenzó a verse a sí mismo como enfrentado con Occidente, en un conflicto librado por debajo del umbral de la guerra tradicional con el uso de métodos de “zona gris”.
Estos iban desde nuevas operaciones de desinformación en internet y de piratería cibernética dirigidas a Occidente (incluidas las elecciones de 2016 en Estados Unidos), llevadas adelante por algunas unidades del GRU, al despliegue de la Unidad 29155 para emprender acciones encubiertas más tradicionales.
Algunos se preguntan si las revelaciones de lo ocurrido en República Checa sugieren un descuido en el trabajo de la unidad. Un ejemplo de esto es la forma en que dos hombres usaron las mismas identidades encubiertas (Petrov y Boshirov) para esa operación y para la de Salisbury.
El grupo de investigación Bellingcat también ha rastreado la forma en que los agentes del GRU a veces usaban números de pasaporte secuenciales que podrían vincularse fácilmente entre sí.
Pero aun así han pasado casi siete años para que el caso checo salga a la luz y el hecho de que un equipo sea ocasionalmente descuidado no significa que no sea también peligroso, con dos personas asesinadas en República Checa y una residente local, Dawn Sturgess, muerta por los restos del Novichok (el agente nervioso usado en el caso Skripal) desechados cerca de Salisbury.
Y aún puede haber más casos por descubrir. Hay otros eventos, incluidas muertes y explosiones, que pueden reevaluarse a la luz de nuevas pruebas y vincularse a esa unidad de inteligencia rusa a medida que se analizan los patrones de viaje de sus miembros.
Lo que ha sido crucial es que desde lo ocurrido en Salisbury cada vez más países han estado dispuestos a trabajar juntos para compartir información y confrontar a Moscú, cada vez más indignados por lo que ven como tácticas agresivas de Rusia.
No solo han sido Reino Unido y Estados Unidos; también otros países, incluyendo varios de Europa del Este como Polonia, República Checa y Bulgaria, han estado tomando medidas recientes contra los espías rusos.
Pero ¿servirán estas revelaciones para disuadir a Rusia y al GRU?
Eso puede ser difícil dada la forma en que el Kremlin ve el mundo. Moscú ha negado todas las acusaciones, diciendo que son absurdas y exageradas, y no parece estar preocupado por la vergüenza que esto le pueda acarrear.
Pero la esperanza reside en que la exposición de los espías y de sus operaciones al menos les dificulte su trabajo. Por ejemplo, es poco probable que los dos hombres acusados de estar involucrados en Salisbury y la explosión checa puedan viajar fuera de Rusia, ya que sus identidades se han hecho públicas.
Sin embargo, es posible que otros estén entrenados para ocupar su lugar y pocos creen probable que Moscú refrene a sus espías.
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