El papa Francisco cargó contra un orden mundial que ha hecho del dinero "un ídolo" y lamentó que se destinen "sumas escandalosas" de dinero a salvar a bancos y solo "la milésima parte" para rescatar refugiados o inmigrantes.
"¿Quién gobierna entonces? El dinero. ¿Cómo gobierna? Con el látigo del miedo, de la inequidad, de la violencia económica, social, cultural y militar que engendra más y más violencia en una espiral descendente que parece no acabar jamás", afirmó el papa en la clausura del III Encuentro Mundial de los Movimientos Populares.
Francisco recordó que esta "dictadura económica" ya fue vaticinada por algunos de sus predecesores, como Pio XI que en 1931 acuñó la expresión de "imperialismo internacional del dinero".
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El papa argentino subrayó que "toda la doctrina social de la Iglesia" y el magisterio de sus predecesores "se rebelan contra el ídolo-dinero" que, según apuntó, "reina en lugar de servir, tiraniza y aterroriza a la humanidad".
El pontífice aseguró que "hay un terrorismo de base que emana del control global del dinero sobre la tierra" y que, a su juicio, "atenta contra la humanidad entera".
De ese terrorismo, sostuvo, "se alimentan los terrorismos derivados, como el narcoterrorismo, el terrorismo de estado y lo que algunos erróneamente algunos llaman terrorismo étnico o religioso".
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Jorge Bergoglio abordó también la situación de los refugiados y se preguntó por qué cuando "se produce la bancarrota de un banco de inmediato aparecen sumas escandalosas para salvarlo, pero cuando se produce esta 'bancarrota de la humanidad' no hay casi ni una milésima parte para salvar a esos hermanos que sufren tanto".
Francisco señaló que, de este modo, "el Mediterráneo se ha convertido en un cementerio, y no solo el Mediterráneo... tantos cementerios junto a los muros, muros manchados de sangre inocente".
El papa dijo que "nadie debería verse obligado a huir de su patria".
En su opinión, "el mal es doble cuando, frente a esas circunstancias terribles, el emigrante se ve arrojado a las garras de los traficantes de personas para cruzar las fronteras".
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El problema, según el pontífice, es triple si el inmigrante, "al llegar a la tierra donde creyó que iba a encontrar un futuro mejor, se lo desprecia, se lo explota e incluso se lo esclaviza".
En este sentido el papa recordó que Jesús, María y José "experimentaron también la condición dramática de los refugiados" y pidió a los movimientos populares que sean solidarios con quienes han sufrido.
También se refirió a la corrupción, que "no es un vicio exclusivo de la política" sino que es una lacra también presente "en las empresas, en los medios de comunicación, en las iglesias y en las organizaciones sociales y movimientos populares".
Para enfrentar esta situación, recomendó ejercer "con un fuerte sentido de austeridad y de humildad".
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Pidió a quienes se desempeñen en estos ámbitos, liberarse de "ataduras" como "el apego a las cosas materiales o por el espejo", el gusto por "el dinero, los banquetes exuberantes, las mansiones suntuosas, los trajes refinados o los autos de lujo".
Para ello, parafraseó al expresidente de Uruguay Jose Mujica, al apuntar que "quien tenga afición por todas estas cosas, por favor, que no se meta en política".
"Y en el seminario tampoco", concluyó Bergoglio, suscitando el aplauso de los 5.000 participantes en este Encuentro de Movimientos Populares, procedentes de países como España, Colombia, Argentina, Guatemala, México, Ecuador, Cuba, Costa Rica o Venezuela.
Fuente: EFE
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