Un cartel donde se ve al presidente de Irán Masoud Pezeshkian (der) y al difunto líder de Hamas, Ismail Haniyeh, en la plaza Valiasr en Teherán, el 5 de agosto de 2024. (EFE/EPA/ABEDIN TAHERKENAREH).
Un cartel donde se ve al presidente de Irán Masoud Pezeshkian (der) y al difunto líder de Hamas, Ismail Haniyeh, en la plaza Valiasr en Teherán, el 5 de agosto de 2024. (EFE/EPA/ABEDIN TAHERKENAREH).
/ ABEDIN TAHERKENAREH

La guerra entre Israel y Hamas se encamina a cumplir su primer año, lapso en el cual solo hubo una semana de tregua en la cual fueron liberados más de cien rehenes israelíes retenidos en la franja de Gaza a cambio de la excarcelación de más de 300 palestinos recluidos en prisiones israelíes. Fuera de esos siete días de fines de noviembre del año pasado, todo ha sido destrucción y horror con más de 40.000 muertos hasta hoy, en su mayoría civiles en territorio palestino.

Pero, tal como se preveía, el conflicto bélico alcanza a cada vez más actores en la volátil región del Medio Oriente y hoy se teme que Irán, que está al frente del llamado Eje de la Resistencia -una alianza informal antiisraelí en la que también se incluyen Hamas, Hezbolá (fundado en Líbano hace más de 40 años), los rebeldes hutíes de Yemen, milicias asentadas en Iraq, entre otros-, se involucre con más fuerza a partir de hechos acaecidos en los últimos días del mes pasado.

Las tratativas para evitar una escalada regional se suceden en simultáneo con esfuerzos diplomáticos para conseguir una tregua en Gaza. Se prevé que este jueves 15 se retomen las negociaciones en Doha con la mediación de Qatar, Egipto y EE.UU., pero ya Hamas reiteró que no acudirá debido a que no confía en la postura de Washington.

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En alerta

No hay que retroceder mucho para encontrar el último altercado serio entre Irán e Israel, enemigos acérrimos en el Medio Oriente. Fue en abril, cuando Teherán lanzó un ataque inédito con drones y misiles contra suelo israelí en respuesta a un bombardeo contra el consulado iraní en Damasco, atribuido a Israel. En estos días las alarmas han vuelto a sonar: Estados Unidos y cuatro países europeos acaban de pedirle a Irán que “renuncie a sus continuas amenazas de un ataque militar contra Israel”, pero la república islámica ha rechazado el llamado conjunto.


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Ansia de revancha

 Irán está con la sangre en el ojo desde fines de julio, cuando dos cabecillas de Hamas y Hezbolá -movimientos afines al régimen de los ayatolas- fueron abatidos en sendas operaciones del estado hebreo. Que la primera de ellas ocurriera en la mismísima capital iraní añadió más leña al fuego. La tensión se respira desde hace dos semanas: numerosas aerolíneas han suspendido vuelos hacia la región y varias naciones occidentales han instado a sus connacionales a salir “cuanto antes y como puedan” del Líbano o Israel.


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Más armados

El nuevo mandatario iraní, Masud Pezeshkian, aún no cumple un mes en el cargo, y si bien es de talante reformista y menos radical que sus antecesores, no cede un ápice en la postura oficial: “Irán nunca se someterá a la presión externa y no pide la autorización de nadie para utilizar sus derechos legítimos”, ha dicho al tiempo que se cocina la venganza. Mientras tanto, EE.UU. ha reforzado su presencia militar en Medio Oriente y acaba de aprobar una venta de armas a Israel por más de US$ 20.000 millones, que incluye aviones de combate y proyectiles para tanques.


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