La creciente presión en la frontera sur de Estados Unidos se refleja en los rostros llenos de impaciencia y frustración. Miles de migrantes se mantienen en suspenso por los próximos cambios en la política estadounidense que pondrían fin a las restricciones de asilo dispuestos en el inicio de la pandemia. El drama es visible en las colas, carpas callejeras y albergues donde los migrantes esperan por un milagro.
En el centro de la incertidumbre está una medida conocida como Título 42, que permite a las autoridades expulsar a los solicitantes de asilo con el argumento de impedir la propagación del COVID-19. Fue impuesta en marzo del 2020 por Donald Trump y mantenida por el demócrata Joe Biden.
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Una decisión judicial había ordenado la expiración del Título 42 a partir de este miércoles 21 de diciembre, pero la Corte Suprema decidió el último lunes mantenerla vigente temporalmente, acogiendo un pedido de gobernadores republicanos contrarios a la migración. Estas autoridades argumentan que retirar el Título 42 provocará un aumento de migrantes en sus estados y afectará los servicios gubernamentales.
La decisión de la corte frenó las esperanzas de miles de migrantes que habían desbordado en las últimas semanas El Paso, en la frontera con México, contando los días para poder cruzar a Estados Unidos.
En tanto, funcionarios y grupos de ayuda humanitaria a lo largo de la frontera intentan prepararse para cualquier cambio que pueda o no ocurrir el miércoles.
Maribel Balbin, analista política del sur de Florida, señala que las organizaciones de derechos de los inmigrantes han defendido que la pandemia terminó y que esa orden debería haberse acabado hace mucho tiempo. “Defienden que la decisión de la Corte Suprema va en contra de todo lo humana que debería ser una política migratoria”, dice a El Comercio.
“Mientras tanto, El Paso, San Diego y todas las ciudades que están en la frontera se sienten agobiadas en cuanto a la cantidad de personas que continuamente les llegan. En Texas los ponen en autobuses y ahora los están mandando a Nueva York, que ahora tiene una crisis por la cantidad de migrantes. Es una tragedia y desafortunadamente la administración Biden no tiene una solución, así como no la ha tenido ninguna administración en el pasado tampoco. Cada gobierno le pasa la pelota a la siguiente”, señala Balbin.
Un drama sin final cercano
Ante las limitaciones del Título 42 muchos migrantes se entregan a las autoridades en las brechas de los más de 3.000 km de frontera.
La agencia AP apunta que las restricciones de la norma se han aplicado a todas las nacionalidades por igual, pero han afectado de manera desproporcionada a los migrantes de países que México ha acordado recibir: Guatemala, Honduras, El Salvador, más recientemente Venezuela y el mismo México.
Pero incluso el final de la norma no significaría un final feliz para los migrantes. El gobierno de Biden ha advertido que incluso si fuera derogada continuarán las expulsiones de personas que ingresen ilegalmente.
La agencia AP explica que aún cuando se permita el ingreso a Estados Unidos, los solicitantes de asilo aún enfrentarían enormes retrasos en las labores de procesamiento y pocas posibilidades de aprobación.
El asilo se otorga a quienes no pueden regresar a sus países por temor a la persecución por motivos específicos, por lo que el hambre, la pobreza y la violencia generalmente no cuentan.
Balbin destaca que, desafortunadamente, esta administración no ha podido todavía buscarle una salida al problema. “La administración dice que el Congreso no ha dado el dinero que se necesita, por lo que no se puede tener la cantidad de personas necesarias para hacer el papeleo que necesita una petición de asilo. Todo el mundo tiene una excusa, ese es el problema y mientras tanto estas personas sufren”, afirma.
Eduardo Gamarra, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Internacional de Florida, pone énfasis en lo complejo de la situación. Un aspecto importante, comenta, es la inmediatez del problema porque los migrantes están ahí y, si se levanta la restricción, se tendrá que permitir que ingresen y procesarlos como gente que está solicitando asilo.
“Hay muchas consideraciones en este tema. Por una parte, está el tema de cómo se responde a la cuestión local porque al final esta es política federal, pero los migrantes afectan a los pequeños pueblos que están en la frontera. Se informó que más o menos estaban llegando dos mil migrantes por noche, es muchísimo para los pueblos de la frontera, donde no hay recursos para lidiar con ellos”, señala.
¿Cuáles son las alternativas? Para el experto, una es que la Corte Suprema diga que no se levanta la norma y que todos tienen que ser procesados en México y punto. Otro camino es una propuesta que se está debatiendo que consiste en hacer una especie de gran refugio-albergue en la frontera entre México y Guatemala financiado y construido por Estados Unidos, es decir, un gran centro de procesamiento de refugiados, donde puedan ser recibidos y evaluados y donde se tomaría la decisión final sobre sus solicitudes. “Lo otra opción es seguir con lo que se está haciendo que es simplemente la deportación masiva”, afirma.
En cualquier caso, Gamarra considera que lo más importante es que el problema tiene que resolverse de manera bipartidaria. “Si el presidente y los demócratas toman una decisión unilateral esta no va a tener mucho soporte y una propuesta solo republicana tampoco va a funcionar. Ese es el gran dilema que el nuevo Congreso va a tener que resolver”, agrega.
Preparados para un desborde
Mientras persiste la incertidumbre, la Guardia Nacional de Estados Unidos reforzó la seguridad patrullando el muro fronterizo con México.
El desplazamiento de equipos y soldados a la ciudad fronteriza de El Paso “forma parte del esfuerzo del gobernador (de Texas, Greg Abbott) por reforzar la seguridad fronteriza”, ante el aumento de “cruces ilegales” en la última semana, explicó el comunicado.
Por su parte, el Pentágono afirmó que está “preparado” para responder ante una hipotética petición del Departamento de Seguridad Nacional de asegurar la situación en la frontera entre EE.UU. y México por el creciente flujo de migrantes.
Gamarra apunta que todavía hay mucha incertidumbre en torno a si se va a permitir el fin de la norma o cuándo va a suceder. Recuerda que la corte le ha dado un plazo al presidente para dar una respuesta concreta sobre qué es lo que piensa hacer y cuál es el plan de la administración respecto a esta situación tan compleja. “No sé qué responderá la administración, pero creo que ya hay una especie de mayoría que piensa que hay que hacer algo diferente para procesar a toda esta gente, particularmente de Venezuela y de Haití, que está en espera”, afirma.
¿Se espera un desborde de migrantes? “Puede ocurrir. Si los dejas ingresar eso inmediatamente tendrá una repercusión en otros migrantes que están en México y que están esperando en sus países para poder entrar a Estados Unidos”, concluye Gamarra.