De lunes a sábado, entre las seis de la mañana y las seis de la tarde, Waldo maneja su auto de alquiler. Es uno de los miles de "boteros" de la capital cubana, conductores de taxis que tienen más de cincuenta años.
El carro de Waldo es un Dodge de 1955, modelo Coronet. "Pero del Dodge solo le queda la carrocería" —admite.
El motor es de un Toyota, las bombas de freno son de un Mercedes Benz, los frenos de Audi, el timón de Lada… Y las llantas son de producción nacional: las fabrican en el Cotorro, uno de los barrios de La Habana.
En este armazón rodante también hay piezas de Hyundai, Yutong y Mitsubishi. El sistema de audio es de la marca Pioneer; a Waldo le gusta poner música bailable mientras conduce. "Pero si los pasajeros me piden que la quite, la quito. El cliente siempre tiene la razón".
La ruta de Waldo es fija: va todos los días de la Víbora al Vedado y del Vedado a la Víbora. Va recogiendo pasajeros por el camino. Dos en el asiento delantero, tres en el trasero. La tarifa tampoco varía: diez pesos por persona (50 centavos dólar).
"Yo quisiera cobrar menos, pero la cuenta no me da. Los impuestos son altos, yo vivo al día. Yo no estoy en contra de pagar los impuestos, pero me gustaría que el gobierno diera ciertas facilidades. Que arreglaran las calles, que vendieran piezas en tiendas especializadas, con mejores precios. ¿Tú sabes cuánto cuesta una llanta en el mercado informal? ¡Tres mil pesos! (125 dólares). Y tengo que pasar por una revisión cada cierto tiempo, para ver si el carro tiene condiciones".
El Dodge de Waldo luce descuidado, pero apenas se rompe. "Siempre le doy mantenimiento. Para mí es más importante la mecánica que la apariencia. ¿Para qué quiero un carro bien pintadito que se descomponga en cualquier esquina?".
Waldo es vicepresidente de un club de conductores de autos estadounidenses fabricados en las décadas de los cuarenta y cincuenta.
"Tenemos más de mil asociados. Hacemos carreras y exhibiciones de carros, nos reunimos periódicamente. Lo de Cuba es único, en ningún país del mundo siguen rodando tantos carros antiguos".
Por supuesto, la gran mayoría de estos automóviles funcionan gracias al ingenio de sus propietarios y mecánicos, que han encontrado soluciones a la falta de piezas de repuesto, a la sobrexplotación del parque.
"Aquí habría que hacerle un monumento al almendrón (así se les llama popularmente a estos automóviles). Si no fuera por los carros de alquiler, el transporte público sería mucho más caótico" —interviene una de las pasajeras.
Tiene razón. Este Dodge Coronet del 55 podría ser un buen modelo.
LA PAPA: ASUNTO NACIONAL
Las autoridades aseguran que habrá papas en los mercados hasta agosto, gracias a los buenos resultados de la última cosecha.
Pero el suministro en los puntos de ventas de La Habana es irregular. En cuanto llega un cargamento, la gente se moviliza y compra grandes cantidades.
Hace unos años, la papa era un producto racionado, pero la venta ahora es libre y los precios son moderados, comparados con los de otras viandas y hortalizas.
La distribución, no obstante, es irregular. Hay mercados en La Habana donde hace más de una semana que se agotaron las existencias. Pero en Ciego de Ávila (que es una provincia productora) es más fácil encontrarla.
La papa es un asunto de interés nacional. Los medios de comunicación se hacen eco habitualmente de los índices de producción y comercialización del producto.
Es tanta su demanda, que las personas que viven en ciudades con mayor oferta suelen enviarles papas a sus familiares en otros territorios menos favorecidos.
En el correo de la Villa Panamericana, al este de La Habana, colgaron un anuncio en la vitrina: "Prohibido mandar papas en los bultos postales".
"YO VIVO BAILANDO"
Raúl Reinoso tiene 23 años y hace algún tiempo es bailarín solista en Danza Contemporánea de Cuba, una de las más importantes compañías escénicas del país.
Raúl no nació en La Habana. "Yo soy de Guane, en un extremo de Pinar del Río. Allí fueron a hacer las pruebas de admisión para la escuela de arte y me presenté. Nunca pensé que llegaría a bailar en los mejores teatros de La Habana y en unas cuantas ciudades del mundo".
Buena parte del elenco también proviene de pequeñas poblaciones, algunas bastante alejadas de la capital. Cuba cuenta con uno de los mejores sistemas de enseñanza artística del continente.
El trabajo en Danza Contemporánea de Cuba es intenso: Raúl se levanta a las siete de la mañana, a las nueve hace calentamiento en los salones de la sede, a las diez comienza la clase, desde las once hay ensayos que a veces se extienden hasta las cinco de la tarde, de lunes a sábado.
El salario no es alto. Raúl gana 640 pesos al mes (26 dólares). Pero cuando sale de gira al extranjero, sus ingresos aumentan considerablemente. Gracias a eso pudo comprarse una buena cámara Canon. La fotografía es otra de sus pasiones.
"Yo no te digo que no pase trabajo. A veces me levanto muy cansado, pero me sobrepongo y sigo. Es un privilegio bailar en una compañía como esta. Aquí vienen a montar obras algunos de los mejores coreógrafos del mundo. Es una maravillosa escuela".
Gracias en buena medida al empeño de maestros, coreógrafos y bailarines como Raúl, La Habana tiene una de las más intensas programaciones de ballet y danza en América Latina. Cuba es un referente universal en ese ámbito, en las más reconocidas compañías del mundo suelen bailar intérpretes cubanos.
A Raúl, por supuesto, le gustaría hacer carrera internacional. "Pero por ahora mi lugar es este. Todavía tengo mucho que aprender y experimentar".
Yuris Nórido es periodista de medios oficiales como el diario Trabajadores y el sitio digital CubaSí. Es miembro del Partido Comunista de Cuba (PCC), "porque confío en que puede ser motor de cambios necesarios para este país".