En una habitación del décimo piso de la clínica Gemelli de Roma pasó la noche el Papa Francisco, el sumo pontífice de 86 años que fue internado este miércoles, 29 de marzo, por presentar una infección respiratoria.
Según informa el departamento de prensa del Vaticano, el santo papa estuvo bajo la supervisión de su enfermero personal, Massimiliano Strappetti, quien confirmó que Francisco pasó la noche con tranquilidad y que su salud está fuera de peligro.
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Por ahora, hay un TAC de tórax programado y otras pruebas médicas que determinarán el estado de salud del santo padre y su presencia en la celebración de la misa del Domingo de Ramos.
Sin embargo, en el mundo ha surgido la curiosidad sobre cuál sería el protocolo preparado por el Vaticano si muere el papa Francisco.
El protocolo
Durante décadas la Santa Sede ha tenido estrictos procedimientos que son ejecutados cuando un papa en curso o un papa emérito fallece.
En caso de que Francisco muera, el deceso debe ser registrado por el médico del Vaticano y se debe informar de inmediato al cardenal camarlengo, quien visitará el cuerpo del sumo pontífice y, con un martillo de plata, golpeará suavemente durante tres veces la cabeza de Francisco.
Si el cuerpo no responde, el cardenal debe confirmar la muerte del santo padre diciendo una frase en latín: “Vere papa mortuus est” (Verdaderamente el papa ha muerto).
Acto seguido, el mismo cardenal camarlengo deberá retirar el anillo de la mano del papa y destruirlo con el martillo de plata. En ese momento, el papado de Francisco habría terminado.
También se dice que si el sumo pontífice muere en su habitación del Vaticano, el cadáver debe ser retirado de inmediato y el cuarto sería cerrado con llave hasta que se elija un nuevo papa.
Una reunión se produciría horas más tarde y a ella acudiría camarlengo, tres cardenales más y un cónclave que estaría encargado de la nueva elección de la cabeza de la iglesia católica.
Por otro lado, una unidad de Medicina Legal de la Universidad de Roma debe trasladarse hasta el lugar de la muerte y recoger el cuerpo de Francisco para prepararlo para sus honras fúnebres.
La Capilla Sixtina sería el lugar de la ceremonia y el cuerpo reposaría en un ataúd construido con tres capas: una de ciprés, una de plomo y una de nogal. Además, en la última capa se pondría un crucifijo y una biblia abierta que lo acompañaría hasta su cripta en el Vaticano.
En la Plaza de San Pedro, dos banderas negras serían instaladas para anunciarle al mundo la muerte de Francisco: una en la cúpula de la Basílica de San Pedro y la otra en la torre del campanario. Las campanas también sonarían en señal de luto.
El humo blanco
El Colegio Cardenalicio se debe reunir en la capilla sixtina para elegir al nuevo papa en un máximo de 20 días después de la muerte de Francisco.
Todos los cardenales menores de 80 años acudirían hasta el lugar y se convertirían en electores de la nueva cabeza de la iglesia.
Un cónclave secreto, que no sería conocido por la opinión pública, estaría encargado de la nueva elección y la certificación de la transparencia en la votación.
El nuevo papa deberá contar con la aprobación de dos terceras partes del Colegio Cardenalicio y en caso de ser elegido, las papeletas de votación serían quemadas y humo blando saldría por la chimenea de la capilla.
En caso de que no se logre un acuerdo, las papeletas también se queman, pero en este caso, el humo es negra y representa que el proceso continúa.