Dos eventos electorales de profundo impacto político y social han remecido la escena internacional en las últimas semanas y mantienen en vilo a la región. El primero fue en Estados Unidos, donde la renuncia del presidente Joe Biden a la candidatura del Partido Demócrata ‘reseteó’ una campaña electoral en la que el republicano Donald Trump venía reforzado al salvar milagrosamente la vida tras un atentado. El segundo estalló hace casi una semana, cuando Venezuela agudizó su eterna crisis con unos comicios en los que Nicolás Maduro fue declarado ganador en medio de graves denuncias de irregularidades, intimidación y represión. Pese a los cuestionamientos dentro y fuera del país, la autoridad electoral, controlada por el régimen, aún no ha proporcionado las actas de la votación.
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En diálogo con El Comercio, Andrés Oppenheimer, periodista y escritor argentino radicado en Miami, aborda los retos inmediatos en ambos países y destaca que, en el caso de Venezuela, la oposición debería mantener sus esfuerzos de demostrar lo que él considera un “fraude monumental”. El también editor para América Latina y columnista de “The Miami Herald” y conductor del programa “Oppenheimer presenta” en CNN en Español presentará mañana en la Feria Internacional del Libro de Lima su nuevo libro, “¡Cómo salir del pozo!”, en el que analiza la ola de descontento que recorre el planeta y a la cual, afirma, contribuyen las crisis políticas y sociales que nos rodean.
-La oposición venezolana sigue firme en que defenderá su victoria electoral, mientras las pruebas de irregularidades han llevado a más países –entre ellos EE.UU.– a reconocer el triunfo de Edmundo González Urrutia. ¿Aún se puede evitar que se consolide el fraude en Venezuela?
El fraude ya se hizo y fue monumental. Ha sido la madre de todos los fraudes electorales de la historia reciente de América Latina. Yo no recuerdo un fraude semejante en ningún país sudamericano en las últimas décadas. Generalmente, los autócratas y los populistas que los cometen, como Evo Morales en el 2019, se roban uno, dos o hasta tres puntos porcentuales. Pero Maduro batió todos los récords. Según las actas que la oposición puso en Internet, Maduro se habría inventado un 40% de sus votos. Bajo cualquier comparación, este es un fraude monumental.
Andrés Oppenheimer presentará su nuevo libro, "¡Cómo salir del pozo!", en la Feria Internacional del Libro de Lima. La cita es el domingo 4 de julio a las 05:00 p.m. en el Auditorio Blanca Varela
-¿Cuáles son las pruebas más contundentes?
Acá hay tres elementos claves. Uno, las actas en manos de la oposición. Dos, el sondeo a boca de urna de Edison Research, una empresa muy reconocida que es la que los hace también en las elecciones en Estados Unidos, que encontró que González Urrutia había arrasado en las elecciones del 28 de julio. Y tres, el hecho de que Maduro no haya mostrado las actas. Entonces esto fue un robo a mano armada.
-¿Qué permite que Maduro se atreva a tanto?
Yo creo que le salieron mal los cálculos. Él calibraba que haciendo un fraude en el proceso de las elecciones, prohibiendo votar a cuatro millones y medio de venezolanos, inhabilitando a María Corina Machado y a otros candidatos, etcétera, podía rebanar millones de votos de la oposición. Y si a eso le sumamos la censura, la intimidación y la supresión del voto, es claro que el cálculo de Maduro era que, acarreando a los empleados públicos y a los pocos militantes que le quedan, podía haber ganado. Obviamente, le salió el tiro por la culata porque creo que jamás se imaginó que le darían semejante paliza. El último recurso fue el fraude en el conteo del voto.
"Ha sido la madre de todos los fraudes electorales de la historia reciente de América Latina"
-¿Qué alternativas tiene la oposición a este punto?
Seguir haciendo lo que está haciendo, demostrar que hubo un fraude monumental, seguir exigiendo que el gobierno muestre las actas. Y si el gobierno muestra las actas varios días después, sospechosamente, tienen que someterlas a una revisión imparcial internacional.
-Varios países han desconocido el resultado del ente electoral venezolano e incluso han roto relaciones con Venezuela, como es el caso del Perú. Sin embargo, a México, Brasil y Colombia les está costando tener una postura más contundente…
No creas. Colombia ha tenido una actitud sorprendentemente asertiva comparado con lo que muchos temíamos. Brasil está pidiendo una revisión de las actas, no está aceptando la línea de Maduro. El único que está teniendo una actitud vergonzosa es México, que está siendo totalmente cómplice de la dictadura venezolana.
-¿Qué acciones podrían ser decisivas para concretar el reclamo de la oposición? ¿Qué tendría que pasar?
Ya están pasando varias cosas. A medida que pasan los días y se hace más evidente que Maduro se fabricó un 40% de sus votos, más gobiernos van a tener que reconocer que estas elecciones han sido un chiste y que Maduro no tiene la menor legitimidad. Y si a alguien le cabía alguna interrogante hace una semana, ahora no debería tener la menor de las dudas de que Venezuela ha pasado a ser una dictadura jurásica.
"Maduro jamás se imaginó que le darían semejante paliza. El último recurso fue el fraude en el conteo del voto"
-¿Qué consecuencias supondrían otros seis años de Maduro en el poder?
El hecho de que Maduro se haya tomado todo el trabajo de hacer estas elecciones significa que él necesita un respiro económico para que regresen las inversiones y para que se empiece a revertir el desastre económico que provocó el chavismo en Venezuela. Si Maduro piensa que simplemente se va a atornillar en el poder y punto, no creo que le resulte tan fácil un nuevo mandato porque la situación económica va a seguir empeorando. Y el aislamiento internacional, ahora que ya no existe la esperanza de una solución pacífica, va a ser todavía mayor.
-¿Le espera una nueva ola migratoria a la región?
Obviamente. Hay varias encuestas que muestran que una buena parte de los venezolanos están pensando en irse del país si no hay un viso de solución política. Este es un tema que toca a todos los países latinoamericanos, nadie se puede hacer el distraído.
-EE.UU. también ha tenido semanas caóticas en el ámbito electoral. ¿Qué tanto ha cambiado la campaña con Kamala Harris como nueva candidata demócrata?
El panorama electoral de EE.UU. cambió radicalmente cuando Joe Biden se bajó de la candidatura demócrata. Hasta ese momento, la edad de Biden era el principal problema de los demócratas. Hoy día se revirtieron los papeles, y la edad y los furcios mentales son el principal problema de los republicanos porque Kamala Harris tiene casi 20 años menos que Trump y ahora ella está enfilando sus cañones sobre la edad y los frecuentes furcios mentales de Trump, como cuando recientemente confundió al presidente de Hungría con el de Turquía, o cuando confundió tres veces en el mismo discurso a su exrival republicana Nikki Haley con la exlideresa del congreso Nancy Pelosi.
Ha cambiado el panorama, a tal punto que Kamala Harris en el poco tiempo que lleva de aspirante presidencial recaudó ya más de 300 millones de dólares, enlistó decenas de miles de voluntarios, le dio nuevas esperanzas al Partido Demócrata y alcanzó y hasta superó a Trump en algunas de las nuevas encuestas publicadas esta semana. Estamos ante un panorama totalmente diferente al que existía hace tres semanas.
-¿Cómo ve sus opciones contra Donald Trump?
Yo creo que para ganar ella va a tener que correrse un poco al centro porque Trump va a tratar de pintarla como una socialista radical. Si ella se traslada un poco más hacia el centro, yo creo que va a tener más posibilidades de ganar. En última instancia, esta elección va a ser muy peleada, el país está realmente dividido en dos. Va a depender de unos escasos votos en muy pocos estados, como Pensilvania, Michigan e Illinois, por ejemplo. Y todo va a depender de cuál de los dos candidatos pueda afinar su ingeniería electoral para captar ese número tan pequeño de votos que está en juego.
-¿Trump podría tener más problemas para atacar a Harris en comparación a Biden?
El problema de Trump es Trump. Cada vez que abre la boca dice tantas barbaridades que la mitad del país levanta las cejas y se pregunta si quiere volver a tener semejante personaje de vuelta en el gobierno. Yo creo que la estrategia de Trump es pintar a Kamala Harris como una supuesta izquierdista radical y darle cuerda a su relato de que EE.UU. está siendo invadido por indocumentados que supuestamente están provocando una ola de crímenes.
"En última instancia, esta elección va a ser muy peleada, el país está realmente dividido en dos"
-¿Cuáles son los puntos más débiles de Kamala Harris?
Que a pesar de que Joe Biden ha hecho un buen gobierno, a pesar de que la inflación ha bajado, a pesar de que la bolsa de valores está en su máximo histórico, a pesar de que el desempleo está cerca de su mínimo histórico, a pesar de que Harris tiene posturas claras sobre el aborto, sobre las armas automáticas y sobre el cambio climático que están mucho más en sintonía con el pueblo de Estados Unidos, y a pesar de que el gobierno de Biden ha aprobado alguna de las leyes más importantes de las últimas décadas en materia de cambio climático, infraestructura, tecnología, a pesar de todo eso, el relato de Trump sigue siendo creído por mucha gente. Y a veces -y en América Latina lo sabemos muy bien porque hemos tenido muchos demagogos populistas-, a veces el relato mata al dato.
-La campaña en EE.UU. se había centrado más en los ataques -la edad, en el caso de Biden, los problemas judiciales, en el de Trump- que en problemas concretos, con excepción tal vez de la inmigración. ¿Qué temas podrían ser decisivos en esta nueva etapa?
Para Trump será clave ver si logra convencer a más gente de que existe el peligro de una invasión de migrantes, a pesar de que la migración cayó un 40% en los primeros cuatro meses de este año. Para ella, será clave convencer a más gente de que Trump es un peligro para la democracia, no solo por las cosas que dijo y que dice, sino por las cosas que hizo, como, por ejemplo, alentar a los violentos que tomaron el Capitolio el 6 de enero del 2021 y las acciones que lo llevaron a ser declarado culpable de 34 cargos criminales.
-¿A quién podría favorecer más un debate?
Yo creo que a Kamala Harris porque ella es una fiscal de oficio y a diferencia de Biden, que estaba muy lento en el debate pasado y no supo contestarle a Trump, ella va a parar cada dos minutos a Trump, lo va a mirar a los ojos y lo va a dejar en ridículo. Por eso Trump está dando marcha atrás en ir a un debate con ella.
-El electorado aún no ha visto mucho de Kamala Harris como candidata presidencial y su papel como vicepresidenta ha sido un tanto discreto. ¿Cuál cree que será su mayor reto?
El mayor reto va a ser correrse un poco hacia el centro, no dejar que la etiqueten como una izquierdista radical. Recordemos que en su campaña para lograr la candidatura demócrata en el 2020 ella se presentó como una candidata de la izquierda del Partido Demócrata. Esa es su base y puede estar tentada, por el éxito que ha tenido en estas dos semanas, de asegurarse esa ala del partido. Pero su principal reto va a ser correrse al centro y buscar los votos independientes de los estados bisagra para ganarle a Trump.
"El mayor reto de Kamala Harris va a ser correrse un poco hacia el centro, no dejar que la etiqueten como una izquierdista radical"
-Su nuevo libro explora el descontento que crece en el mundo. ¿Cuánta de esta insatisfacción tiene que ver con lo que ocurre en la escena política y social?
Mucho. Porque la gente está cada vez más insatisfecha y parte de esa insatisfacción tiene que ver con la creciente polarización social, que se incentiva en las redes sociales y que contamina el ambiente político. Es una gran parte de lo que está pasando en el mundo.
- En “¡Cómo salir del pozo!” (Penguin Random House), Oppenheimer analiza las claves de la felicidad e investiga las razones de los actuales índices récord de insatisfacción en todo el mundo.
- La encuesta anual sobre la felicidad y las emociones hecha en 137 países por la firma Gallup mostró en el 2022 que el índice de personas enojadas o estresadas era del 33%, un aumento considerable respecto al 24% del 2006.
-¿Cómo se relaciona esto con los radicalismos y los extremismos que van ganando terreno en varios países?
Siempre hubo radicalismos y siempre hubo extremismos. Lo que está pasando ahora es que las redes sociales están amplificando todos esos ‘ismos’ y los demagogos populistas, tanto de izquierda como de derecha, desde Donald Trump hasta Nicolás Maduro, están desacreditando a la prensa. Están tratando de crear un mundo de post verdades. Todo eso es un cóctel peligrosísimo que está causando cada vez más ansiedad, depresión, incluso en países que están creciendo económicamente. Eso es lo que me llevó a escribir el libro.
-La insatisfacción con respecto a la política también es alta en el Perú. ¿Cuál es la imagen que tiene del gobierno de Boluarte?
No me animaría a dar una opinión porque nunca la he entrevistado. Le pedí una entrevista una vez, pero nunca me contestaron. Sinceramente nunca vi una entrevista con ella.
"Siempre hubo radicalismos y siempre hubo extremismos. Lo que está pasando ahora es que las redes sociales están amplificando todos esos ‘ismos’ y los demagogos populistas, tanto de izquierda como de derecha, desde Donald Trump hasta Nicolás Maduro, están desacreditando a la prensa"
-En todo caso, ¿qué nos dice que más del 90% de la ciudadanía esté descontenta con la presidenta Dina Boluarte?
Hay un descontento, no solo en el Perú, sino también en todo el mundo, con los liderazgos políticos y con el estado de cosas, que curiosamente no está relacionado con las crisis económicas. Una de las cosas más interesantes que me llevó a escribir en el libro es que incluso en los países que tuvieron más crecimiento económico, como Chile, Perú, Colombia, vimos estallidos sociales en el 2018, el 2019, el 2020. Es un fenómeno mucho más profundo y en el libro trato de explicar cuáles son los motivos y, lo que es mucho más importante, qué están haciendo otros países en el mundo para que su gente no sea solo más próspera, sino más feliz.
-¿Hacia dónde hay que mirar?
Hay cada vez más gobiernos y países en Europa, en Asia, en otras partes del mundo, que están focalizándose en las economías del bienestar, donde no solo se centran en el crecimiento económico, sino en aumentar la felicidad de la gente. Y hay muchas cosas que se pueden hacer, y lo que hice en este libro fue recorrer el mundo. Fui a los países escandinavos, que suelen salir en las encuestas y estudios como los más felices del mundo; fui a Gran Bretaña, donde se hacen cosas muy interesantes; fui a la India, donde se están haciendo cosas muy interesantes a nivel de educación para la felicidad; fui a Bután, que es el único país del mundo que mide la felicidad de su gente. Fui a muchos países del mundo para tratar de encontrar las fórmulas que están usando para no solo crecer económicamente, sino aumentar la satisfacción de vida de la gente.