Siete jornadas de protestas, disturbios y saqueos, casi 120 muertos y más de 1.200 arrestados han sumido a los habitantes de Sudáfrica en una profunda preocupación. Mientras las fuerzas del orden están comenzando a estabilizar la situación, aunque con notorias dificultades, los ciudadanos ya ven las consecuencias de la violencia en la economía y las refrigeradoras del país. Todos cuentan los días para que este episodio de caos llegue a su fin.
Los incidentes estallaron el viernes 9 en KwaZulu-Natal, provincia natal del expresidente Jacob Zuma, quien empezó a cumplir una condena en prisión de 15 meses por desacato judicial tras haberse negado a declarar por corrupción.
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Lo que empezó como protestas en las calles escaló hasta convertirse en una ola de robos y saqueos que afectó a tiendas, almacenes, centros comerciales y supermercados. Quienes aprovecharon el caos también incendiaron edificios y bloquearon carreteras y calles.
Los incidentes más violentos se han registrado en las zonas más vulnerables de las grandes ciudades de las provincias de Gauteng y de KwaZulu-Natal. Se trata de Johannesburgo y Pretoria, en la primera región; y de Durban y Pietermaritzburg, en la segunda.
Entre los residentes en estado de inquietud hay varios peruanos. “Es muy terrible la situación, es una mezcla de protestas y vandalismo cometido por quienes se aprovechan del caos”, dice a El Comercio María Jaldín, mecánica dental que lleva 11 años viviendo en el país más próspero de África.
Desde Pretoria, la compatriota de 50 años afirma que lo que más temor le da es el no saber qué va a pasar mañana y cuáles serán las consecuencias de la destrucción vista en los últimos días. “Lo peor es el miedo de salir más allá de tu área”, apunta.
Por su parte, la peruana Carmen Rosa Yupanqui, que lleva 25 de sus 46 años en el país africano, destaca que las protestas se volvieron agresivas porque “muchos criminales y delincuentes se aprovecharon de la situación”.
“Empezaron con el saqueo a una tienda y fue como prender una mecha, el vandalismo se expandió. Mucha gente se aprovechó de esto, pero no fueron los manifestantes los que empezaron los robos”, comenta a este Diario.
La ola de violencia se vio alimentada por problemas que ya perseguían a los sudafricanos, como la desigualdad, el desempleo, los elevados niveles de criminalidad y los estragos por la pandemia.
“A pesar de que los saqueos y la violencia tienen este tinte político, hay un tono de criminalidad y oportunismo. Las encuestas dicen que la mayoría de la gente que ha tomado parte en los saqueos ha estado desempleada desde hace mucho tiempo y está harta de la pobreza. Hay mucha desesperación por la precariedad económica en varias partes del país. Entonces yo creo que ha sido la combinación perfecta para desestabilizar el panorama político y económico”, dice, por su parte, la compatriota Gabriela Palacios, quien vive en Johannesburgo hace 30 años.
Aerial images show extent of looting and fires in South Africa unrest https://t.co/QDNMPpPoT9 📷 @RoganWard pic.twitter.com/Yav4uU0HQ8
— Reuters Pictures (@reuterspictures) July 14, 2021
Vidas afectadas
Mientras el gobierno ha aumentado la presencia policial y militar en las zonas más convulsas, los residentes ya ven las consecuencias del caos en la vida cotidiana y lamentan el impacto que tendrá, además, en el mediano y largo plazo para una parte de la población.
El peruano Luis Lancho, que reside en Pretoria, donde varios centros comerciales han sido vandalizados, considera que la situación es preocupante y compleja porque los saqueos no solo ocasionan grandes pérdidas al estado y a los grandes y pequeños comerciantes, sino también porque sientan un precedente imitable para los más pobres que ven en los hurtos en masa una oportunidad para mejorar su precaria situación.
También se teme lo que pueda ocurrir en los próximos días, pues muchas personas han empezado a comprar masivamente comida y combustible ante el temor de desabastecimiento.
“La quema y destrucción de centros comerciales y grandes almacenes afecta directamente el suministro de alimentos a la población. Tanto el pan como otros productos básicos de primera necesidad han comenzado a escasear por la falta de harina y otros insumos. Las personas que pueden han comenzado a comprar y vaciar los supermercados porque sienten que se avecinan días difíciles. Existe temor de que las estaciones de servicio queden desabastecidas porque bajo estas condiciones es sumamente peligroso transportar combustible”, señala Lancho.
Gabriela Palacios agrega que, lamentablemente, los saqueos han estado acompañados de violencia. “Ha habido mucha destrucción de mobiliario, de bienes, donde no solo estamos viendo la pérdida del patrimonio de mucha gente, sino también la pérdida de trabajos. Si una fábrica donde trabajan dos mil empleados está quemada, esos trabajadores perderán el sustento hasta que todo se arregle”, señala.
“Lo más preocupante es que la violencia no termine y se siga con la destrucción de fábricas, de centros comerciales, de tiendas”, apunta.
Los ciudadanos han visto cómo ha subido el dólar por la inestabilidad de los últimos días. La intranquilidad por la disponibilidad de alimentos y combustibles durante las siguientes semanas es un sentimiento común.
Días cruciales
Hasta ahora son 5.000 los efectivos militares que han sido enviados a apoyar a las fuerzas del orden en las zonas más caóticas, lo que ha sumido a esos lugares en una tensa calma y se han visto menos disturbios y saqueos en las últimas horas.
Aunque el Ejército está mucho más visible, su rol es, hasta el momento, de apoyo a los efectivos policiales. Sin embargo, son muchas las voces que piden que se declare el estado de emergencia.
Palacios comenta que en los medios se informa que “si no se calma la situación en el país antes del fin de semana, no le queda otra opción al gobierno que declarar el estado de emergencia, la ley marcial”.
“Traer las Fuerzas Armadas a la ciudad es muy complicado en Sudáfrica, porque el Ejército tiene mala fama por su rol durante el apartheid. Por eso declarar la ley marcial es la última opción. Hay esperanza de que la situación se calme”, afirma.
“Realmente espero que mejore en las próximas semanas. El presidente Cyril Ramaphosa es un hombre que suele tomar decisiones consultando a los técnicos y especialistas en el campo. Sudáfrica es un país que se ha recuperado de situaciones peores”, dice por su parte Luis Lancho.
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