FRANCISCO CARRIÓN
Egipto celebra este martes la primera jornada de su referéndum constitucional, marcada por la violencia que desangra el país desde el derrocamiento el pasado julio del islamista Mohamed Mursi.
Los enfrentamientos entre afines al ex presidente y fuerzas del orden se han cobrado la vida de al menos once personas en varias provincias, ha informado el ministerio de Sanidad en un comunicado.
El plebiscito, boicoteado por los islamistas y convertido en un aval a la candidatura presidencial del comandante en jefe de las fuerzas armadas Abdelfatah al Sisi, arrancó abruptamente con la explosión de un artefacto en las cercanías del tribunal del Norte de Giza, ubicado en el populoso barrio de Imbaba, en El Cairo.
Testigos oculares explicaron a El Comercio que entre las 6:30 p.m. y 7:00 a.m. una sacudida despertó a los vecinos, que se congregaron poco después en el lugar tomado por las fuerzas de seguridad y los bomberos. "Después de lo que ha sucedido, todos los egipcios tienen que ir a votar. No tenemos miedo y estamos listos para morir”, señaló un habitante de la zona a este diario.
LA PARTICIPACIÓN, CLAVE PARA LAS AUTORIDADES
Con el trasfondo del ataque, las autoridades llamaron a participar en la consulta. “El pueblo debe demostrar a los terroristas que no le tiene miedo a nada”, declaró el presidente interino Adli Mansur, luego de votar en un colegio de la capital.
Una alta participación y una arrolladora victoria del “sí” -el escenario más probable- allanarían la ruta de Al Sisi, venerado como un héroe popular en la calle, hacia la presidencia del país más poblado del mundo árabe.
“Vengo a decir 'sí' a la constitución y a la estabilidad del país. El triunfo será un mensaje a Al Sisi para que se presente a las elecciones”, precisó Um Ali Majarus mientras aguardaba su turno en un centro de votación no muy lejos de la plaza Tahrir, epicentro de las revueltas que forzaron la salida de Hosni Mubarak en 2011.
IMPONENTE DESPLIEGUE DE SEGURIDAD
La campaña por el “sí” no ha tenido rival. El rechazo al texto, defendido por la disidencia secular, apenas ha resonado en la calle y los medios de comunicación. Ayer lunes, en protesta por los arrestos y el hostigamiento de las fuerzas del orden, el partido islamista moderado Egipto Fuerte -partidario del “no”- se sumó al boicot.
Un imponente despliegue de seguridad, formado por 160.000 militares y 200.000 policías, vela por el proceso.
En una nota, la Comisión Electoral Suprema de Egipto anunció unas horas después del inicio del plebiscito la apertura de colegios electorales adicionales y el aumento de número de jueces encargados de supervisar el proceso con el propósito de hacer frente a la “creciente participación”.
UNA CARTA MAGNA QUE PROTEGE AL EJÉRCITO
La alianza islamista, sin embargo, aseguró que el referéndum está marcado por la baja participación y alertó del fraude electoral.
La nueva Carta Magna -que sustituye a la aprobada por el 64 por ciento de los sufragios en el referéndum de 2012 cuya participación no superó el 33 por ciento- rebaja el tono islamista de la anterior y amplia libertad. No obstante, salvaguarda los privilegios del ejército al blindar su autonomía presupuestaria y mantener los juicios militares a civiles.
Desde el golpe de Estado, cientos de islamistas han muerto; miles han sido encarcelados y la cofradía -vencedora de las cinco citas con las urnas de los últimos tres años- ha sido ilegalizada y catalogada como “organización terrorista”