Su mandato de cuatro años en el poder concluyó oficialmente el 8 de febrero, pero en medio del estancamiento de un acuerdo electoral, el presidente de Somalia, Mohamed Abdullahi Mohamed Farmaajo, ha firmado una ley que extiende su presidencia por otros dos años. Así de rápido y así de sencillo. La controvertida medida se tomó sin que los ciudadanos acudieran a las urnas y ha provocado rechazo dentro y fuera del país.
Mohamed Abdullahi Mohamed Farmaajo, conocido simplemente como Farmaajo, es el noveno presidente en la historia de Somalia. El país vive en estado de guerra y caos desde 1991, cuando fue derrocado el dictador Mohamed Siad Barre, lo que dejó al país sin gobierno efectivo y en manos de milicias islamistas y señores de la guerra.
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Tras meses de disputas políticas que han impedido la celebración de elecciones, Farmaajo anunció este miércoles que firmó la Ley Electoral Especial para las Elecciones Federales, que extiende un par de años su mandato. La polémica ley había sido aprobada el lunes por la mayoría del Parlamento de Somalia, en medio de acusaciones de que el mandatario había diseñado la votación.
El diario estadounidense “The New York Times” explica que la medida representa el peor de los escenarios para la ONU y los funcionarios occidentales, que habían estado mediando durante meses entre Farmaajo y los líderes regionales somalíes enfrascados en una tensa disputa sobre cuándo y cómo celebrar las elecciones parlamentarias y presidenciales que estaban programadas para llevarse a cabo a principios de febrero.
Estados Unidos y la Unión Europea, principales socios y donantes de Somalia, condenaron las acciones de Farmaajo y amenazaron con adoptar sanciones.
El secretario de Estado de EE.UU., Anthony Blinken, advirtió a Farmaajo que su país se opondría firmemente a cualquier intento de extender unilateralmente su mandato. “[Lo ocurrido] obligará a reevaluar nuestras relaciones bilaterales (...) y considerar todas las herramientas disponibles, incluidas las sanciones y restricciones de visa, para responder a los esfuerzos por socavar la paz y la estabilidad”.
El jefe de política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, dijo que la comunidad internacional “bajo ninguna circunstancia” aceptará una prórroga unilateral del mandato de Farmaajo.
Entrampamiento electoral
La nueva normativa amplía al 2023 el plazo para la organización de comicios presidenciales con un nuevo sistema electoral sobre la base de “una persona, un voto” y ordena registrar a los electores con un sistema biométrico.
Las últimas elecciones del país, en el 2017, se llevaron a cabo bajo un sistema indirecto basado en clanes que estaba plagado de corrupción y, según los investigadores somalíes, estuvo influenciado por al menos 20 millones de dólares en sobornos, según detalla “The New York Times”.
Aunque un completo cambio del sistema electoral fue una de las propuestas de Farmaajo a su llegada al poder, el 17 de setiembre del 2020 el propio mandatario y cinco líderes regionales desistieron de la idea de cambiar el sistema electoral a cambio de la convocatoria de comicios antes de febrero, en un acuerdo que fracasó entre acusaciones de ineptitud entre todos los involucrados.
Dicho acuerdo abordaba el modelo de comicios parlamentarios y presidenciales y mantenía un sistema indirecto de voto por clanes, pese a la promesa del gobernante de que estos serían los primeros comicios con sufragio universal desde 1969.
El diario español destaca que entre los factores que han imposibilitado que se llegue a un acuerdo en Somalia están “la deteriorada situación en materia de seguridad, con los yihadistas de Al Shabab controlando una parte del país y golpeando con ataques y atentados periódicos en la misma capital, y los desacuerdos entre las diferentes facciones étnicas y políticas de un país regido por un sistema federal”.
Su arribo al poder
Tras haber sido primer ministro de Somalia entre el 2010 y el 2011, Farmaajo, de 59 años, llegó al poder al vencer en las elecciones de febrero del 2017 al presidente saliente y considerado favorito, Hassan Sheikh Mohamud.
Farmaajo tiene doble nacionalidad: estadounidense y somalí. Nació en Mogadiscio, pero realizó sus estudios superiores de Historia y Ciencias Políticas en Buffalo, Estados Unidos.
El político se presentó como un gran luchador contra la corrupción, con el perfil político y experiencia necesarios para sentar las bases de una nueva Somalia.
El proceso electoral indirecto en el que obtuvo la presidencia se tuvo que retrasar hasta en cinco ocasiones. Sobraron las denuncias de irregularidades, entre ellas compra de votos, sobornos y presentación de candidatos falsos.
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