Redacción EC

(AFP). Estos jóvenes no entrenan para ser soldados, sino guardabosques de los parques naturales de , donde los cazadores furtivos mataron a más de 1.200 rinocerontes el año pasado. 

En el centro de entrenamiento fundado en 2012 por Simon Rood comienza la lucha contra esta práctica, incentivada por la creciente demanda en Asia, donde atribuyen propiedades curativas a los cuernos de este animal, cada día más amenazado. 

"Tenemos terroristas armados cruzando nuestras fronteras para disparar contra nuestra herencia natural. Desafortunadamente, es el tipo de negocio al que tienes que combatir fuego con fuego y, si no tienes guardas armados en el terreno, ¿qué puedes hacer?", dice Simon Rood, director de Nkwe Wildlife Security Services.

El entrenamiento dura más de un año y, para esta guerra disputada a pie, la rutina incluye correr, abdominales y flexiones. Los que no pueden continuar con el régimen, se quedan a medio camino. De los más de cien candidatos que comenzaron el curso hace ocho meses, solo quedan 19. Los entrenadores piden una disciplina absoluta a sus estudiantes. 

"Cuando les desplegamos, están solos. Si no les enseñamos disciplina, cómo hacerlo, van a fallar, y no podrán continuar con la instrucción", refiere Wilfred Radebe, un entrenador de los candidatos. 

La etapa final del curso es el manejo de armas, primero con una simulación por computador y, después, en la vida real. 

"Esto es como si fuera tu mujer. Lo tratarás con respeto. Si no lo tratas con respeto, entonces no mereces ser un guardia. Si te voy a enseñar cómo manejar un arma, el arma de fuego, vas a escuchar. Si no escuchas, te voy a pulverizar y vas a llorar", señala Rood.

Los estudiantes consideran que es necesario un entrenamiento duro. "Es una guerra porque esta gente quiere los cuernos del rinoceronte, algo que tenemos que evitar y, cuando llegan, si tienen ese cuerno, te dispararán y, entonces, tendrás que dispararles tú", comenta uno de los candidatos.

"Debemos luchar contra ellos, no deberían matar a nuestros rinocerontes porque necesitamos que nuestros hijos los conozcan", añade Peter Kgathi, otro estudiante que aspira a convertirse en guardabosque.

Una vez calificados, los guardias ganarán un salario modesto de solo unos 300 euros al mes. Sin embargo, para algunos es más que un trabajo, es un deber.

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