Milagros Asto Sánchez

En Kitwe ya crece el ají amarillo. No se sabe si fue un peruano o un zambiano el que empezó a sembrarlo, pero el fruto es cada vez más común de encontrar en esta ciudad minera del centro de Zambia. “Lo que no hay es rocoto, pero hay ají y otras cosas; es fácil comer un buen ají de gallina o un cabrito a la norteña”, dice un ingeniero cajamarquino que lleva cuatro años en el país africano y prefiere no decir su nombre.