Macron llegó al poder dispuesto a mantener el timón firme y no ceder a la presión popular, pero él mismo tuvo que claudicar en algunos de sus anuncios tras protestas. (Foto: AFP).
Macron llegó al poder dispuesto a mantener el timón firme y no ceder a la presión popular, pero él mismo tuvo que claudicar en algunos de sus anuncios tras protestas. (Foto: AFP).

París. , presidente de, defendió las reformas implantadas por su gobierno desde su llegada al poder y se mostró comprensivo con quienes critican el cambio, pero pidió paciencia porque "los resultados" no pueden ser inmediatos.

En el tradicional discurso de fin de año, el jefe del Estado sostuvo haber entendido un mensaje en la "cólera" expresada por los "chalecos amarillos": "No nos resignamos". 

Tras un año y medio de mandato, Macron ha hecho frente a seis meses de crisis continuadas que han dejado su popularidad en mínimos, pero defendió la reforma del sector ferroviario y la laboral.

"Hemos puestos las bases de una estrategia ambiciosa para mejorar (...) pero los resultados no pueden ser inmediatos y la impaciencia, que comparto, no podría justificar ninguna renuncia", señaló.

"Dejemos de menospreciarnos o de creer que Francia es un país en el que la solidaridad no existe o en el que habría que gastar todavía más. Podemos hacerlo mejor y debemos hacerlo mejor", agregó.

Macron se expresó de pie en un mensaje grabado desde el Palacio del Elíseo. Además, se mostró partícipe de la denuncia al sistema que lanzan los "chalecos amarillos" al recordar que él mismo se crió "en provincias" lejos de París, transformada también en blanco de críticas de los manifestantes.

Incluyó Francia en el contexto "de incertidumbre global" y alejado del orden internacional establecido tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, "puesto en duda por las grandes potencias".

"En todas partes en Europa crecen los partidos extremistas", dijo; habló de "la inmigración" que "nos preocupa" pero que es utilizada por "egoísmos nacionales" e invitó al país a liderar el cambio dentro de Europa tras agregar incluso que "el capitalismo ultraliberal y financiero llega a su fin".

"La crisis de nuestro sueño europeo está ahí, ¿hay que desesperar? No lo creo. Tenemos una visión que ofrecer, es la línea que propongo desde mi llegada al poder. Tenemos que poner de nuestra parte para el renacimiento de nuestro mundo y nuestro día a día", arguyó, en alusión a las elecciones europeas que se celebrarán el año que viene.

Sin embargo, y tras las concesiones, Macron se mostró firme con los que ponen en duda los valores democráticos y garantizó que prevalecerá el orden republicano y denunció "que algunos se tomen el derecho de hablar en nombre del pueblo".

"El pueblo es soberano y se expresa en las elecciones eligiendo a los representantes para que hagan la ley", declaró. Un dardo dirigido a los que, entre los manifestantes, arremeten directamente contra su persona y su legitimidad.

Hace un año, en la misma cita con los franceses, Macron prometía "un gran proyecto social" y reivindicaba 2018 como "el año de la cohesión de la nación", palabras que ahora suenan a un primer fracaso.

Macron llegó al poder dispuesto a mantener el timón firme y no ceder a la presión popular, pero él mismo tuvo que claudicar en algunos de sus anuncios tras cuatro semanas de intensas protestas.

Aún así, el presidente de Francia trató de mostrarse positivo e invocó la esperanza entre uno de sus tres deseos para el año que entra: "Verdad, dignidad y esperanza".

Deberá valerse de esta actitud para algunas de las profundas transformaciones previstas, como la indemnización del paro, el estatus de las jubilaciones y una reforma constitucional para introducir cambios en el Parlamento y la Justicia, y en las que no reculará, según dijo hoy.

Macron también anunció que en los próximos días se dirigirá a los franceses en una carta para iniciar "el gran debate nacional" que prometió a principios de mes, para hacerlos partícipes de los cambios.

En paralelo a la emisión del discurso, decenas de "chalecos amarillos" que hoy se habían dado cita en los Campos Elíseos trataron de acceder a esa avenida, protegida por un fuerte dispositivo de seguridad para acoger a las 300.000 personas que allí se esperan para festejar la Nochevieja.

El movimiento, que esta noche continúa las protestas en carreteras y ciudades, es una de las preocupaciones de Interior, que ha desplegado más de 147.000 agentes en el país para garantizar la seguridad por los "chalecos" pero también por la elevada amenaza terrorista y las repetidas acciones de vandalismo en la última noche del año.

Fuente: EFE

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