Los contratos que Pepsi consiguió en la Unión Soviética en 1972 y 1990 le generaron ganancias por US$1,5 mil millones y US$3 mil millones respectivamente. (Foto referencial, AFP)
Los contratos que Pepsi consiguió en la Unión Soviética en 1972 y 1990 le generaron ganancias por US$1,5 mil millones y US$3 mil millones respectivamente. (Foto referencial, AFP)
Redacción EC

En 1989 Pepsico, la compañía estadounidense encargada de producir la reconocida bebida carbonatada Pepsi -o Pepsi Cola, como se llamaba por aquella época-, compró 17 submarinos, un crucero, una fragata y un destructor pertenecientes a la hoy extinta Unión Soviética

"Estamos desarmando a la Unión Soviética más rápido que ustedes", bromeaba Donald M. Kendall, cabeza de la compañía, con el asesor de Seguridad Nacional del entonces presidente de EE.UU. George H. W. Bush, Brent Scowcroft, según un artículo de "The New York Times" (NYT) publicado el 10 de mayo de ese año. 

El NYT detalla que los planes de Pepsico eran vender como chatarra estas naves en un trato que incluía a una empresa noruega. Sin embargo, la cantidad de submarinos con los que contó -así sea por unos cuantos días entre la entrega de manos soviéticas y la venta a la empresa noruega- convirtió a la compañía en la sexta potencia militar más poderosa del momento. 

Pero, ¿por qué una compañía dedicada a producir gaseosas estaba interesada en adquirir armamento? 

"Pepsi tiene 21 fábricas en la Unión Soviética y planea abrir otras 26 más. El problema, como la mayoría de negocios con los soviéticos, es cómo sacar el dinero de ahí", explica la nota del NYT. 

Y con esto surge otra pregunta. ¿Cómo una empresa estadounidense logró tener tanta presencia en la Unión Soviética en plena Guerra Fría? 

Para responder esto debemos retroceder hasta 1959. El entonces vicepresidente estadounidense Richard Nixon y el primer ministro soviético Nikita Kruschev caminaban por la casa prefabricada que funcionaba como sede de la Exhibición Nacional Americana que EE.UU. había instalado en Moscú -en un intento del entonces presidente Dwight D. Eisenhower por mostrar los "beneficios del capitalismo"- hasta que llegaron a la cocina, donde se enfrascarían en un icónico debate que más adelante fue bautizado como el "Debate de la Cocina". 

Junto a este ambiente Pepsi había instalado un quiosco. Y a cargo estaba el entonces jefe de márketing de la empresa, Donald Kendall. Cuando el hombre de negocios notó que tras el acalorado debate el líder soviético se secaba el sudor de la frente, corrió hacia él con un vaso de Pepsi fría. 

El encuentro terminó con una foto de Kruschev tomando la Pepsi Cola y con ello la empresa obtuvo la mejor publicidad soñada en un país donde toda expresión del capitalismo estaba prohibida, mientras que Kendall iniciaba el acercamiento para un millonario contrato. 

Tuvieron que pasar 13 años -con Nixon ya en la presidencia de EE.UU.- para que Pepsi pudiera comenzar a operar en la Unión Soviética.

El único problema era la forma de pago. 

Tal como precisa RT: "La Unión Soviética no tenía acceso a la moneda extranjera y el rublo no podía ser intercambiado en el mercado internacional".

Entonces, la solución fue intercambiar productos. Los soviéticos pagarían el ingreso de Pepsi con los derechos de exportación y comercialización del vodka de marca Stolichnaya en EE.UU. 

De esa forma, Pepsi se convirtió en el primer producto occidental en ser producido, envasado y distribuido totalmente en la Unión Soviética. Las ganancia bordearon los US$1,5 mil millones. 

De vuelta a finales de los 80, la compañía tenía un nuevo anuncio. Según una publicación de la época de "The Washington Post", la negociación que había iniciado en 1989 ante el fin del anterior contrato resultó en un nuevo trato que significó ganancias por US$3 mil millones para la compañía.

Esta vez, en lugar de que el intercambio sea solo por vodka, incluiría naves y equipamiento militar. 

La futura caída de la Unión Soviética implicaría severos cambios en los maravillosos contratos que mantuvo la empresa en la zona. Sin embargo, cerca de 50 años después del primer encuentro entre Kendall y Kruschev, en diciembre del 2010, el empresario estadounidense viajó a Rusia para recibir el agradecimiento de Vladimir Putin. 

Pepsico, ahora bajo la dirección de Indra Nooyi, había comprado la compañía de comida más grande de Rusia Wimm-Bill-Dann. 

Durante el encuentro, Kendall no perdió la oportunidad de comentarle a Putin sobre los miles de millones de dólares que su compañía invirtió en el país. 

Y todo gracias a un buen sorbo de Pepsi tras un acalorado debate.

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