Unas 200 personas, entre ellos estadounidenses, fueron evacuadas el jueves desde el aeropuerto de Kabul en el primer vuelo con extranjeros en despegar desde la capital de Afganistán luego de que las últimas tropas estadounidenses partieran del país a finales de agosto.
Los corresponsales de la AFP vieron despegar el jueves por la tarde el vuelo de Qatar Airways con destino a Doha (Qatar), el primero desde que el 30 de agosto finalizara la caótica evacuación de más de 120.000 personas.
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Este vuelo se lleva a cabo cuando los talibanes intentan afianzar su régimen, menos de un mes después de que tomaran el control de Kabul.
Imágenes difundidas por la televisión qatarí Al Jazeera mostraron a varias familias esperando con maletas en el aeropuerto de Kabul. “Estamos muy agradecidos con Qatar”, dijo uno de los pasajeros, diciendo que tenía pasaporte canadiense.
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Doha, y su aliado turco, han trabajado desde hace días para arreglar las estructuras aeroportuarias, que estaban muy dañadas.
“Es un día histórico para el aeropuerto de Kabul”, dijo el jueves el enviado qatarí en Afganistán, Mutlaq al-Qahtani, añadiendo que los vuelos internacionales se reanudarían “progresivamente”.
Fuera del aeropuerto, se veían en las calle de Kabul muchos más combatientes talibanes armados que los días anteriores --incluyendo las fuerzas especiales con equipos militares--, en las esquinas y en los puestos de control del tráfico en las grandes avenidas, según periodistas de la AFP.
Protestas prohibidas
Muchos de los afganos evacuados en aquellos días de agosto huían tras la vuelta de los fundamentalistas por temor a las represalias si habían trabajado con organismos extranjeros en las últimas dos décadas.
Aunque los talibanes no dejan de reiterar que han cambiado y ya no son aquel régimen represivo, especialmente con las mujeres, que gobernó entre 1996 y 2001, sus primeras semanas en el poder muestran que no tolerarán ningún tipo de oposición.
Este jueves, varias protestas en favor de la libertad fueron anuladas en la capital afgana, luego que el nuevo gobierno prohibiera este tipo de actos.
Durante la semana, talibanes armados habían dispersado concentraciones de cientos de personas en varias ciudades del país, entre ellas Kabul, Faizabad (noreste) y Herat (este), donde murieron dos personas por disparos.
Para poner fin a las movilizaciones, el miércoles por la noche, el gobierno ordenó que cualquier manifestación tenía que estar autorizada por el ministerio de Justicia. Y que “por el momento”, ninguna lo estaba.
Un organizador de una protesta delante de la embajada de Pakistán --un país muy cercano a los talibanes y acusado de injerencia en los asuntos internos-- dijo a la AFP que habían cancelado la manifestación a raíz de la prohibición de las autoridades.
En otro lugar donde estaba prevista otra concentración, no había ningún indicio de la protesta.
“Ganarse” la legitimidad
Los talibanes anunciaron su gobierno de transición formado por miembros ultraconservadores, algunos de los cuales ya gobernaban durante el régimen fundamentalista y brutal de los años 1990. Varios de los ministros figuran en las listas de sanciones de la ONU y no hay ninguna mujer en el gabinete.
El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, advirtió al nuevo gobierno talibán que debe “ganarse” su legitimidad ante la comunidad internacional, tras el anuncio de este gabinete que incluye miembros buscados por Washington.
A pesar de que los talibanes habían prometido que incluirían a miembros de otros grupos en el gobierno, la realidad es que los puestos clave anunciados están en manos de líderes talibanes: el ministerio del Interior está dirigido por Sirajuddin Haqqani, jefe de la temida red Haqqani (calificada de terrorista por Estados Unidos) y el de Defensa por el mulá Yaqub, hijo del mulá Omar, fundador del movimiento.
Mohammad Hasan Akhund, que fue ministro entre 1996 y 2001, está al frente del gobierno.
Los talibanes también han reinstaurado el temido ministerio de la Propagación de la Virtud y Prevención del Vicio, que durante el anterior régimen velaba para que la población respetara su estricta interpretación de la ley islámica.
El miércoles, el expresidente Ashraf Ghani, cuya huida el 15 de agosto abrió las puertas de Kabul y del poder a los talibanes, pidió disculpas al pueblo afgano por no haber sabido ofrecerle un mejor futuro.
Este nuevo gobierno se enfrenta a la difícil tarea de relanzar la moribunda economía del país y lidiar con los complejos problemas de seguridad, incluida la rama local del grupo Estado Islámico, rival de los talibanes y que está detrás de sangrientos atentados.
Entretanto, en el país se iban observando otros símbolos de la impronta de los nuevos gobernantes.
En imágenes que circulaban en las redes sociales, se podía ver que el principal aeropuerto del país, antes llamado Hamid Karzai International en honor al primer presidente postalibán, había sido renombrado Kabul International. Y un día feriado el jueves en recuerdo del famoso comandante Ahmed Shá Masud, asesinado en 2001 por Al Qaeda, también fue cancelado.
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